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Domingo, 26 de abril de 2009
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Agro > Inversiones vitivinicolas en Neuquen

Alzar la copa

Eurnekian compró el 50 por ciento de Bodegas de Fin del Mundo. Si bien la inversión anunciada no parece muy alta desde la perspectiva nacional, es muy relevante para la dimensión del circuito regional.

Por Claudio Scaletta
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El norte de la Patagonia se ha convertido en un dinámico mercado vitivinícola.

La noticia fue que el empresario Eduardo Eurnekian continuará diversificándose. Esta vez, según un comunicado difundido esta semana, entrará al novel mercado vitivinícola del norte de la Patagonia. A través del desembolso, actual y en inversiones futuras, de 50 millones de dólares, participará del 50 por ciento de la principal bodega del polo vitivinícola de San Patricio del Chañar, en la provincia de Neuquén. Se trata de Bodegas de Fin del Mundo, que posee una capacidad productiva de 8 millones de litros, 850 hectáreas de viñedos de alta calidad y 5 mil hectáreas en blanco. Fundada en 1999, Bodegas de Fin del Mundo comenzó a comercializar en 2003. Algunos de sus vinos de alta gama se venden hasta en 150 dólares la botella.

Eurnekian llega a través de Unitec, una firma de Corporación América. Neuquén no es tierra nueva para el empresario, quien ya estaba instalado en la región a través de Aeropuertos Argentina 2000, concesionaria de la terminal aérea de la capital provincial. Tampoco es un recién llegado al rubro de bebidas alcohólicas. Desde hace una década cuenta con emprendimientos vitivinícolas en Armenia y Marruecos y, a través de ICSA, participa en la fabricación de las cervezas que se venden con las marcas Palermo, Bieckert e Imperial.

Si bien la inversión anunciada no parece muy alta desde la perspectiva nacional, es muy relevante para la dimensión del circuito regional. El aporte de capital servirá para ampliar la capacidad de la bodega, profundizar el desarrollo de las líneas premium, abrir nuevos mercados internacionales y afianzarse en el interno. Adicionalmente se planea ampliar el desarrollo turístico de la bodega y expandir la producción a países como Italia y Estados Unidos. El programa es ambicioso, pero parece concordar con el know how de las firmas del grupo Eurnekian. Hasta ahora Bodegas de Fin del Mundo era una firma comandada por el empresario Julio Viola, pero también una marca que muchos asocian al ex gobernador neuquino y subvotado candidato presidencial Jorge Sobisch.

La operación despertó de su letargo viejas enemistades. Neuquén es casi un emirato, no por el origen migratorio de los viejos líderes del partido provincial hegemónico, sino por su altísima dependencia de los hidrocarburos, de los que es la primera productora del país. En sus yacimientos se extrae un cuarto del total del petróleo nacional y la mitad del gas. La actividad representa el 55 por ciento del total de su economía (PBG) y también el 55 por ciento de sus ingresos. Las regalías petroleras están en baja debido a la lenta pero sistemática caída de la producción, pero rondan los 150 millones de pesos mensuales. Parece lógico que la diversificación productiva esté al tope de las preocupaciones del sector público. Desde siempre, la provincia destinó parte de la renta petrolera a esta tarea. El camino fueron los préstamos blandos. El Iadep –Instituto Autárquico Desarrollo Productivo– fue uno de los organismos encargados de canalizar esos recursos. Su actividad pasada se encuentra hoy bajo la lupa de los auditores. Pero la promoción del desarrollo neuquino muestra una palpable diferencia con otras experiencias de promoción de la economía local: los nuevos polos de desarrollo financiados con recursos públicos –como el vitivinícola– existen. Será tarea de las buenas administraciones recuperar los créditos otorgados.

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