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Domingo, 3 de mayo de 2009
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El Plan Marshall y la industrializaci贸n argentina

Frente a las actuales tensiones que existen sobre el rumbo del proceso de industrializaci贸n local, resulta un interesante antecedente rescatar la puja que existi贸 con EE.UU. sobre el plan econ贸mico del primer gobierno peronista.

Por Mario Rapoport*
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A lo largo del a帽o 1948, la cuesti贸n de la participaci贸n de la Argentina, como proveedora de Europa occidental con financiaci贸n del Plan Marshall, recibiendo d贸lares a cambio de sus ventas, pas贸 a ser un tema pol铆tico de primer orden en las relaciones argentino-estadounidenses. En marzo-abril, durante la conferencia interamericana de Bogot谩, los reclamos latinoamericanos de apoyo a su desarrollo econ贸mico y asistencia financiera gubernamental por parte de los Estados Unidos hab铆an chocado nuevamente con la estrategia de Washington de priorizar la reconstrucci贸n europea. No habr铆a nada semejante para Am茅rica latina. El secretario de Estado plante贸 claramente en su discurso que ser铆a la recuperaci贸n del Viejo Continente la que traer铆a la soluci贸n: pronto Am茅rica latina recibir铆a los beneficios del gasto en d贸lares del plan. Uno de los prop贸sitos centrales del plan de reconstrucci贸n era ampliar la demanda para las exportaciones de Estados Unidos. Sin embargo, en sus inicios se preve铆a que la producci贸n norteamericana, particularmente la agraria, no ser铆a suficiente y deber铆a ser completada con la de otras fuentes. Esa perspectiva era expl铆citamente considerada por los planificadores del Norte: 鈥淟a ayuda se da directamente a los diecis茅is pa铆ses del Programa de Reconstrucci贸n Europea (ERP) y a Alemania occidental [pero esto] no quiere decir que otros no se beneficiar谩n indirectamente. [...] las otras Am茅ricas pueden proveer bajo el ERP cerca de la mitad de las exportaciones requeridas [...]. Am茅rica latina y Canad谩 obtendr谩n entonces acceso al mercado estadounidense con d贸lares obtenidos en pago por las compras off shore del Programa鈥. Para la pol铆tica econ贸mica del gobierno peronista, afectado por la inconvertibilidad de las monedas europeas, la perspectiva de ventas a Europa con financiaci贸n en d贸lares del ERP aparec铆a como una soluci贸n. De ella depend铆a la continuidad de las importaciones desde Estados Unidos, fundamentales para el plan de industrializaci贸n. Pero las eventuales compras se iban demorando y las promesas de una participaci贸n argentina fueron utilizadas por Washington y la diplomacia norteamericana como un arma de presi贸n para obtener concesiones. Apuntaban a forzar la baja del precio de venta del trigo argentino, a liberalizar las condiciones para la remisi贸n de beneficios de las empresas norteamericanas, a restringir o eliminar el rol del Instituto Argentino de Promoci贸n del Intercambio (IAPI) en las exportaciones e importaciones. En suma, una pol铆tica de presiones dirigidas al abandono del plan econ贸mico llevado adelante por el gobierno y encarnado en la figura de Miguel Miranda, presidente del Banco Central y del IAPI y, de hecho, principal responsable de la conducci贸n econ贸mica.

El Congreso norteamericano jugaba tambi茅n un papel clave en la formulaci贸n de esta pol铆tica respecto de la Argentina, as铆 como la Agencia de Cooperaci贸n Econ贸mica (ECA), organizaci贸n administradora de los fondos del Programa, independiente de los departamentos de Estado y de Comercio, con gran n煤mero de hombres de negocios entre sus funcionarios. Desde el a帽o anterior la Argentina hab铆a manifestado su voluntad de vender a un precio m谩s bajo si obten铆a garant铆as de acceso a importaciones esenciales desde Estados Unidos 鈥渁 precios del mercado mundial鈥. Pero un Comit茅 del Congreso norteamericano se opuso a un acuerdo semejante porque fortalecer铆a el papel del IAPI. En general, en Washington se proclamaba el apoyo al comercio a trav茅s de 鈥渆mpresas privadas鈥. Tambi茅n lo recomendaba la ley de asistencia al exterior de 1948. En particular, respecto del Plan Marshall, se deb铆an 鈥渦sar en la m谩xima extensi贸n posible canales de comercio privado, tanto en los proveedores como en los pa铆ses participantes鈥. Sin embargo, para evitar la competencia, los sobreprecios y el despilfarro de fondos, y pese a las recetas hacia terceros pa铆ses, como la Argentina, en Washington se centraliz贸 y canaliz贸 el intercambio previsto. Anunciados en abril los primeros montos de asistencia financiera, un funcionario de la ECA dio seguridades ante el Congreso de que no se preve铆an compras en la Argentina 鈥渆n la medida en que eso est茅 bajo nuestro control鈥. Se anunciar铆a a los gobiernos europeos que no se aprobar铆an autorizaciones de compras, debido a los altos precios del IAPI.

Por su parte, Miranda ya hab铆a manifestado anteriormente que apenas ingresaran d贸lares al pa铆s por las ventas bajo el Plan Marshall, se eliminar铆an las restricciones a la remisi贸n de dividendos en d贸lares para las empresas extranjeras. A fin de mayo, el gobierno argentino concedi贸 rebajar el precio del trigo y venderlo al de Chicago m谩s el costo de transporte de los puertos del Golfo de M茅xico. Sin embargo, desde mediados de 1948, la falta de compras en la Argentina con financiaci贸n del Plan Marshall ya no se debi贸 esencialmente a la pol铆tica de presiones ejercidas sobre el gobierno peronista: eran factores de oferta que inevitablemente dejaron de lado no s贸lo a ese pa铆s sino a toda Am茅rica latina. En el verano del Hemisferio Norte se conocieron los datos de cosechas record de trigo en Estados Unidos, Canad谩 y Australia. Tambi茅n la agricultura europea se recuperaba con gran rapidez. Estos hechos determinaron un cambio general en el abastecimiento agr铆cola mundial respecto de los a帽os anteriores. En el caso estadounidense, se conjugaron buenas condiciones clim谩ticas con la maduraci贸n de cambios tecnol贸gicos y productivos que fueron un resultado a largo plazo de la pol铆tica agr铆cola del New Deal de apoyo a los farmers, inaugurada con la Ley Agr铆cola de 1938. Esa ley propiciaba pr茅stamos de largo plazo, pagaderos con parte de la producci贸n, garant铆as de precio, subvenciones, etc. Las exportaciones agr铆colas norteamericanas se multiplicaron varias veces por encima de los niveles anteriores a la guerra. En esas condiciones, el gobierno norteamericano garantiz贸 un precio sost茅n para el trigo y canaliz贸 los excedentes hacia Europa occidental. En abril de 1948, en el debate sobre la aprobaci贸n del ERP en el Congreso norteamericano, el secretario de Agricultura, Clinton Anderson, defendi贸 el plan con el fundamento expl铆cito de que el mismo garantizar铆a mercados para la producci贸n de trigo, algod贸n, tabaco, arroz, etc. Entonces, los grupos vinculados con el lobby agr铆cola incluyeron en el programa una cl谩usula prohibiendo compras fuera del pa铆s si exist铆an excedentes suficientes en los Estados Unidos.

En la medida en que el Plan Marshall hab铆a sido dise帽ado con el objetivo, entre otros, de mantener el nivel de actividad de la econom铆a estadounidense en tiempos de paz y conjurar el fantasma de una nueva depresi贸n, la recuperaci贸n agr铆cola implic贸 inevitablemente la exclusi贸n de terceros proveedores con cuyas exportaciones se contaba hasta entonces para completar el abastecimiento a Europa. A esta realidad se sumaba el peso pol铆tico del 鈥淔arm bloc鈥, en un a帽o en que se jugaba la reelecci贸n de Truman, quien deb铆a asegurarse el voto de las regiones agrarias en disputa con los republicanos. Por otra parte, 茅ste fue el comienzo abrupto de un proceso de largo plazo que modific贸 la configuraci贸n del mercado alimentario mundial. Estados Unidos se convirti贸 en un gran exportador. Europa inici贸 una pol铆tica dirigida al creciente autoabastecimiento y se fue profundizando la tendencia al deterioro de los t茅rminos del intercambio para los pa铆ses productores de materias primas y alimentos.

Un informe del Departamento de Estado reconoc铆a: 鈥淓l ERP en su totalidad es, en un sentido muy real, discriminatorio contra Am茅rica latina [...]. Adem谩s, en la legislaci贸n de la ECA, est谩 la discriminaci贸n expl铆cita o impl铆cita en favor de los Estados Unidos [...]鈥. En particular, respecto del caso argentino, afirmaba: 鈥淎unque las naciones participantes tuvieron gran demanda de los productos argentinos durante 1948, esta demanda [s贸lo] podr铆a hacerse efectiva vendiendo sus exportaciones u obteniendo cr茅ditos de la Argentina, o si la ECA estuviera dispuesta a financiar sus compras. Cuando la demanda era de productos de los que se ten铆an excedentes exportables, tanto la legislaci贸n como el gobierno [de Washington] tendieron a hacer efectiva esa demanda [por s铆 mismos]. El resultado fue que los Estados Unidos dispusieron de sus excedentes y la Argentina no鈥 (Memor谩ndum del DS sobre discriminaciones de la ECA contra la Argentina, 25/1/49).

En igual sentido opinaba el ex ministro Ram贸n Cereijo: 鈥淓ste plan configur贸 una abierta protecci贸n de los intereses agropecuarios de ese pa铆s a expensas de los exportadores argentinos [...]. A mediados de 1948, las autoridades de dicho plan hab铆an manifestado que comprar铆an todo excedente de nuestra producci贸n, pero al propio tiempo el Congreso de Estados Unidos dictaba una ley estableciendo dos condiciones: 1) En ning煤n caso se permitir谩 que los pa铆ses europeos beneficiados puedan realizar operaciones a precios m谩s elevados que los vigentes en ese momento en el mercado estadounidense y 2) con productos agropecuarios que a juicio del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos fueran declarados en calidad de sobrantes鈥 (entrevista a Ram贸n Cereijo, 鈥淗istoria Oral de la Pol铆tica Exterior Argentina鈥, Conicet, 1987). Simult谩neamente, la oposici贸n de Washington al plan econ贸mico de la Argentina, corporizado en Miranda, conjugaba: la meta de la reconstrucci贸n de Europa, que requer铆a al principio acentuar, como los brit谩nicos, el papel de la Argentina como exportadora de productos agropecuarios baratos, y con la oposici贸n al tipo de industrializaci贸n nacionalista promovida por el gobierno peronista. Nuestro destino como pa铆s estaba marcado.

* Economista e historiador. Este art铆culo est谩 basado en el libro de Mario Rapoport y Claudio Spiguel: Relaciones tumultuosas, Estados Unidos y el primer peronismo publicado por Emec茅, que se presentar谩 el 10 de mayo en la Feria del Libro.

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