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Domingo, 12 de julio de 2009
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Precios internacionales de las commodities

Tendencia global

El desafío de los precios altos es si son una oportunidad o no para los sectores más débiles de los circuitos productivos, como por ejemplo los pequeños productores familiares.

Por Claudio Scaletta
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Luego de haber tocado un piso, las commodities comenzaron a recuperarse.

Desde el 2006 la producción de commodities agrícolas, tanto alimentarias como forrajeras, registró un importante crecimiento a nivel mundial. La demanda acompañó esta evolución, e incluso la superó, lo que se tradujo en precios en fuerte aumento hasta mediados de 2008, cuando comenzaron a caer por efectos de la crisis internacional. Desde hace algunos meses y luego de haber tocado un piso las cotizaciones comenzaron a recuperarse. Si la mirada se extiende al largo plazo se observa un panorama de constante variación en las cotizaciones que, sin embargo, no afecta la tendencia global alcista. En un reciente trabajo del investigador Osvaldo Barsky realizado para el Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural se analiza tanto el fenómeno del comportamiento de los precios agrícolas en los últimos años, como el impacto que ello tiene en los pequeños productores.

En los últimos años, según se repasa en el Boletín 96 del Remisp siguiendo a Barsky, las oscilaciones se relacionan con el crecimiento de la interdependencia de la economía real y el sector financiero, lo que en los mercados agropecuarios se manifiesta a través de “la mayor integración comercial y la transferencia internacional de tecnología, así como en el notable impacto en los movimientos de precios de los fondos de inversión, dada la plétora de recursos financieros existentes a escala internacional y la velocidad de transferencias de recursos en busca de seguridad financiera y/o mayores rentabilidades”.

Por el lado de la economía real los factores que afectan los mercados de alimentos y sostienen estructuralmente precios altos, es decir por encima de los promedios históricos de las últimas décadas, son las limitaciones a la oferta de alimentos; tales como las restricciones a la producción en algunos países desarrollados, la limitada respuesta en los países en desarrollo, el menor aumento de la tasa de crecimiento de los rendimientos agrícolas, el crecimiento de los mercados de biocombustibles, el mantenimiento de los subsidios agropecuarios en los países desarrollados y las oscilaciones en los precios de los combustibles y los agroquímicos. Las restricciones de la oferta conviven con factores que expanden la demanda, como los mayores requerimientos alimentarios en los países en desarrollo y la diversificación de la dieta por los fenómenos de urbanización y mejora de ingresos (en particular en Asia). El componente de volatilidad se explica exclusivamente por el lado financiero, tanto por “el notable crecimiento del sistema financiero internacional asociado con la abundante liquidez”, como por “la relevancia de los mercados que utilizan instrumentos financieros vinculados al funcionamiento de los mercados de productos agrícolas”.

Desde el Desarrollo Rural la pregunta de fondo es en qué medida los precios altos pueden ser una oportunidad o no para los sectores más débiles de los circuitos productivos, como por ejemplo los pequeños productores familiares. Las conclusiones son variadas y dependen de las estructuras de los países, en particular si son importadores o exportadores netos de alimentos. Informes de organismos internacionales como la FAO concluyen que para países como Argentina el ciclo de precios altos representa “una oportunidad excepcional para aumentar la producción y las exportaciones y consolidar la sustentabilidad y desarrollo del sector agropecuario”. Pero lo que es cierto para los productores de cereales y oleaginosas de la Pampa Húmeda quizá lo sea menos para el resto del territorio. Barsky destaca que “no es posible entender en qué aspecto podrían beneficiarse los pequeños productores que estarían orientados a mercados internos cuya conformación no guardaría relación con el alza internacional de los alimentos transables a escala internacional”. En estos casos, según se reseña en un estudio del IICA de 2008 citado por Barsky, los efectos de los aumentos de precios en la producción, comercio y consumo dependen de cómo se transmiten en sus respectivos mercados, transmisión que, entre otros factores, se ve afectada por la magnitud de la dependencia de la producción o consumo interno en la exportación o importación del producto agrícola considerado, el nivel de competencia y la existencia de distorsiones en los mercados particulares, las políticas comerciales aplicadas y las variaciones de los tipos de cambio de la moneda local. La síntesis, una vez más, es que tanto en América latina en general, como en Argentina en particular, no existe un solo campo, sino una pluralidad de regiones con situaciones muy diferenciadas y, en consecuencia, inabarcables por una política común

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