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Domingo, 20 de septiembre de 2009
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La nacionalización del comercio exterior de granos

Defender al productor

Las grandes exportadoras se apropian de una parte importante de la abultada renta agraria. La intervención del Estado en la comercialización, como en Canadá y Australia, podría beneficiar al productor.

Por Federico Bernal
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La campaña 2008/09 fue de 63.027.564 toneladas, de las cuales se exportó el 81,6 por ciento.

Según los últimos datos disponibles del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina, la producción de cereales y oleaginosas para la campaña 2008/09 fue de 63.027.564 toneladas, de las cuales se exportó el 81,6 por ciento (18,4 por ciento se destinó al mercado interno). El valor de las exportaciones de granos, aceites de soja y girasol, pellets de soja y harina de trigo totalizó unos 17.605.629 millones de dólares. Ahora bien, ¿quién se queda con el grueso de ese abultado capital? De la misma manera que viene sucediendo desde el comienzo del conflicto por la Resolución 125, las compañías multinacionales y nacionales exportadoras de productos y subproductos agrarios siguen ausentes del debate. Están excluidas para una solución consensuada que, sin poner en riesgo la viabilidad fiscal y económica del Estado, defienda a los pequeños y medianos productores de las compañías que se quedan con el grueso de la torta.

En este sentido, nada mejor que el legado de Horacio Giberti, retomando el estudio de la aplicabilidad de la Ley 20.573 (nacionalización del comercio exterior). Visto el volumen de divisas generado por el sector agrario y suponiendo se nacionalice todo o buena parte del comercio exterior de granos, vale la pena preguntarse: ¿Permitirá una versión superadora y actualizada de dicha ley llevar las retenciones a cero para todos los cultivos, sin que ello implique el colapso fiscal, financiero y económico del Estado?

Se plantea, entonces, lo siguiente:

Hasta aquí algunos aspectos relevantes de una problemática histórica e irresuelta en el país, tradicional foco de disputas entre los dos modelos de acumulación que hoy se juegan. De todo esto, con el aplomo y la sapiencia que lo caracterizaba, Horacio Giberti hubiera opinado que “más que preocuparnos por cuáles son los puntos importantes de una política agropecuaria, tenemos que pensar qué apoyo tendremos para llevarla a cabo”, definición que brindó en la charla/entrevista con Eduardo Sartelli en la Facultad de Filosofía y Letras-UBA, el 9 de mayo pasado.

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