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Domingo, 27 de diciembre de 2009
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LAS ESTRATEGIAS DE NEGOCIACION DEL GOBIERNO Y DE LA MESA DE ENLACE

Relectura y balance

La bonanza sectorial esperada para 2010 actuará de contrapeso a la política de confrontación de la Mesa de Enlace. Los productores tendrán la oportunidad de advertir que sus problemas residen en la primera venta y no en el Gobierno.

Por Claudio Scaletta
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Los sectores dinámicos del comercio exterior continúan siendo los agroindustriales.

Sería una mezquindad no reconocerle al “campo” su cambio de metodología. El autoelogio difundido esta semana por la Mesa de Enlace a modo de balance anual, “2009, compromiso y participación”, lo reclamó con justicia. Las épocas de los “piquetes de blanquitos” tan bien descriptos oportunamente por el entonces vice y actual presidente de la SRA, Hugo Biolcati, quedaron atrás. El 2009 fue, efectivamente, el tiempo de recoger el guante. El Gobierno desafió a las corporaciones agrarias a presentarse a elecciones y construir mayorías si aspiraban a otra política económica y, debe reconocerse, a ello se abocaron. El Partido del Campo tuvo singular éxito en aglutinar a la oposición y, en el camino, mostrarla tal cual es.

El segundo éxito de la Mesa de Enlace fue su capacidad de enlazar también a la burguesía local, situación que quitó sustento a viejas lecturas de gran utilidad para comprender los conflictos sociales durante la segunda mitad del siglo XX. En particular, las lecturas sobre los bloques del poder económico en pugna por detrás de la estructura económica desequilibrada. Las alianzas implícitas en la entente agromediática, plasmadas discursivamente en las definiciones de la AEA y en el realineamiento de la UIA junto a las demandas del bloque agrario, destacan que algo distinto está sucediendo en la economía local o, más concretamente, que “ese algo” alude a transformaciones ya sucedidas.

Como bien lo muestran los acontecimientos superestructurales (AEA, UIA), la dialéctica campo-industria cambió no sólo de forma, sino también de contenido. No se trata de mera especulación: esta semana se conoció que las exportaciones aumentaron interanualmente por primera vez tras un año exacto de caída inducida por la meteorología y la crisis internacional. Junto al detenimiento de la salida de capitales y la estabilidad macroeconómica se trata de datos que vuelven a dejar en ridículo a los agoreros, pero deteniéndose en el contenido de las ventas externas, reflejo indirecto de la estructura productiva, se observa que más allá de la multinacional y sobreprotegida industria automotriz y la constancia de la gran metalurgia, los sectores dinámicos del comercio exterior continúan siendo los agroindustriales y los vinculados con actividades extractivas. Productos Primarios, Manufacturas de Origen Agropecuario (básicamente del complejo oleaginoso) y Combustibles y Energía representaron el 66 por ciento de las exportaciones de los primeros once meses de 2009. La pregunta desde la Economía Política es quiénes conducen este proceso productivo y cuál es el modelo de país al que aspiran. Agotada la fiesta del diferencial cambiario, la respuesta explica las nuevas alianzas.

Aunque las ciencias sociales locales avancen por detrás de los acontecimientos, tras la estocada electoral el Gobierno advirtió las transformaciones y decidió poner freno a la escalada de conflictividad. La creación del Ministerio de Agricultura fue un paso en este camino. Resulta lógico que un funcionario político ocupe la titularidad de la cartera. También resultó acertado el aporte desde la Academia. Sin embargo, no faltaron los descuidos. La presencia de cuadros entrenados en la política clientelar del conurbano bonaerense en la discusión cara a cara con los representantes de las economías regionales, solo aportó un innecesario factor de irritación en la relación con los productores primarios, precisamente aquello que se quería evitar. En esta línea resultan notables los casos de la producción ovina, la algodonera y la frutícola, entre otras. Antes que en el toma y daca, la búsqueda de consensos en las regiones exige contar al menos con funcionarios iniciados en las problemáticas de los circuitos, más cuando la única restricción de política son la continuidad de las retenciones a las oleaginosas.

Pero si la voluntad del Gobierno fue bajar el nivel de conflictividad no puede decirse lo mismo de la Mesa de Enlace. El único contrapeso a su escalada fue la retirada parcial del apoyo de algunas clases medias urbanas, como quedó evidenciado en los fracasos, también parciales, de los últimos lockout y en el raleo de público en actos como el del 10 de diciembre pasado en el Rosedal. Es probable que la bonanza sectorial que se espera para 2010 actúe como nuevo contrapeso. Quizás el nuevo centro de estudios que financiará el bloque agrario ayude a que muchos productores primarios adviertan que sus problemas residen en la primera venta y no en el Gobierno. Más allá de las bravuconadas aisladas sin correlato de políticas, el gobierno pecaría por omisión en este campo. No obstante, también puede esperarse que la ideología siga jugando un rol

fundamental en un conflicto que será recordado como signo de época.

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