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Domingo, 21 de febrero de 2010
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Las deficiencias estructurales de la actividad ganadera

La tentación de la carne

El retroceso ganadero viene de larga data. El año pasado, la cantidad de cabezas se redujo en algo más de tres millones, dejando el rodeo en 54,4 millones. La sequía 2009 provocó un crecimiento de la faena.

Por Diego Rubinzal

Desde diciembre del año pasado, el kilo vivo de novillo se incrementó casi 50 por ciento. Mientras que la presidenta Cristina Fernández sostuvo que esa suba se debía a la retención de hacienda practicada por los ganaderos, la dirigencia agropecuaria responsabilizó a las políticas gubernamentales. Según esa visión, la política de precios oficiales fue determinante para que la cantidad de cabezas de ganado se redujera en algo más de tres millones, entre 2008 y 2009, dejando el rodeo en 54,4 millones. Resulta peculiar atribuir esa merma a las políticas oficiales sin tomar en cuenta los efectos de la sequía de 2009, que provocó menores nacimientos, alta mortandad y el crecimiento de la faena en un 40 por ciento. Por otra parte, el estancamiento productivo ganadero excede largamente al gobierno de la administración kirchnerista.

La mayor liquidación de stock de la historia argentina se produjo durante un gobierno que gozó del pleno apoyo de la Sociedad Rural y las Confederaciones Rurales Argentinas. La liquidación de rodeos durante la última dictadura militar alcanzó niveles históricos. Así, el stock ganadero pasó de 61,1 a 47,1 millones de cabezas entre 1977 y 1988. Si bien el rodeo se recompuso durante los años posteriores, el promedio de la década del noventa fue de 51 millones; nunca llegó a los valores de 1977.

Hasta la dictadura militar, el uso del suelo pampeano estuvo determinado por la evolución de las rentabilidades relativas de la agricultura y la ganadería. Cuando mejoraban los precios de los cultivos se producía un incremento del área sembrada y una caída de la actividad ganadera, y viceversa. Pero esa lógica se rompió a partir de la instauración de un modelo económico centrado en la valorización financiera. En su trabajo “Acerca de la especialización agrícola y el surgimiento de los farmers locales a partir de la dictadura militar (1977-1994)”, Eduardo Basualdo y Nicolás Arceo sostienen que la reforma financiera de 1977 marcó un punto de inflexión en el sector agropecuario pampeano, ya que la evolución productiva pasó a definirse en función de tres rentabilidades distintas: la financiera, la agrícola y la ganadera.

Como la valorización financiera era más rentable que las opciones productivas, la mayor liquidación de ganado vacuno no fue acompañada por un incremento del área sembrada. Basualdo y Arceo explican que “a partir de la dictadura militar, el sector agropecuario pampeano se articuló plenamente, como siempre ocurrió, al nuevo patrón de acumulación de capital, privilegiando la valorización financiera en desmedro de la producción sectorial porque fuera del sector se encontraban las tasas de rentabilidad más elevadas de la economía nacional. De allí que la inédita liquidación ganadera fuera acompañada por una reducción del área sembrada durante 17 años, permaneciendo ociosas millones de hectáreas a pesar de que durante esos años se expandió la frontera agropecuaria”.

El retroceso ganadero viene de larga data. Pero las escasas iniciativas oficiales del actual gobierno (el programa “más terneros”, los incentivos para la producción de novillos pesados, entre otros) no produjeron los resultados deseados. La especialista Gabriela Martínez Dougnac sostiene que, en términos relativos, la ganadería argentina exhibe bajos rendimientos de kilogramos por hectárea, insuficientes índices de preñez y extracción y baja incorporación de prácticas de manejo más modernas (suplementar alimentación, diagnóstico de preñez, estacionamiento de servicios, inseminación artificial). Las políticas públicas deberían lograr que la aplicación de tecnologías tendientes a aumentar la productividad no se reduzca al universo de los ganaderos más poderosos. Martínez Dougnac precisó que “el problema de la carne no es sólo el de la oferta sino también el de cómo se forman los precios en la cadena, cómo impactan en el consumo las políticas de salarios bajos, cómo se mantiene el nivel de empleo, cómo se distribuye y redistribuye la renta del sector. Ninguno puede pasarse por alto pensando en las soluciones necesarias”

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