A comienzos del año pasado el panorama para la industria vitivinÃcola no era el mejor. En el plano interno, los tropiezos comenzaron por el lado de la oferta. Los problemas climáticos determinaron una caÃda del 20 por ciento en la cosecha vitÃcola en relación con un año normal. Por el lado de la demanda, los sÃntomas de retracción de la economÃa interna, algo más del 60 por ciento del mercado, ya se sentÃan desde fines de 2008. En el plano externo se manifestaban a pleno los efectos de la crisis internacional. El rubro gastronómico de los paÃses epicentro de la crisis aparecÃa como uno de los primeros perjudicados y se temÃa un freno en las exportaciones argentinas. A mediados de 2009, como adelantó Cash en su momento, las exportaciones mostraban una leve caÃda interanual. Para una industria que no dejó de crecer desde la salida de la convertibilidad, y cuyas exportaciones se habÃan expandido el 25 por ciento en 2008, no se preveÃan desastres, aunque sà un negocio más acotado.
Conocidas las cifras completas de 2009, es posible hacer un balance más acabado. Lo primero que llama la atención es que, lejos de contraerse, las exportaciones de vinos en botella, alrededor del 90 por ciento del negocio exportador, crecieron hasta los 567 millones de dólares, cerca de un 10 por ciento interanual. Esto es, con menor cosecha y crisis internacional, las exportaciones igual crecieron. Un dato interesante que surge de las cifras agregadas de la post convertibilidad es el constante aumento del precio promedio de las cajas exportadas. En 2003 el promedio declarado en Aduana por las cajas de 9 litros era de 19,65 dólares. Este valor creció todos los años hasta ubicarse en 28,3 dólares el año pasado. Las ventas externas crecieron en cantidad, pero también lo hicieron fuertemente en calidad. En términos de variedades, de los 567 millones exportados, 230 millones fueron de Malbec y 64 de Cabernet Sauvignon.
Al observar los paÃses de destino, señaló a Cash Guillermo Barzi, vicepresidente de Bodegas de Argentina, “se destaca un crecimiento y un afianzamiento de los mercados de América del Norte, hacia donde el año pasado se dirigieron casi el 50 por ciento de las exportacionesâ€. Al tope del ranking de compradores se encuentra Estados Unidos, con 190 millones de dólares; Canadá, con 71 millones; Reino Unido, con 42, y Brasil, con 41 millones.
La situación refleja sin dudas la dinámica exportadora del sector vitivinÃcola, pero también manifiesta un cambio cualitativo. A primera vista parecerÃa existir una anomalÃa: el mercado más próspero para las ventas locales, Estados Unidos, fue el epicentro de la crisis global. Lo que sucedió, según coinciden todos los bodegueros consultados, es que se produjo un “efecto sustituciónâ€: los compradores que antes de la crisis consumÃan vinos de entre 40 y 50 dólares la botella ajustaron sus presupuestos y reorientaron su demanda a vinos que en los supermercados de destino se venden a entre 15 y 20 dólares la botella y cuyos precios FOB en origen rondan entre 3 y 4 dólares la botella. Para Argentina esta sustitución fue muy favorable, pues se trata de un segmento en el que sus vinos son muy competitivos. A modo de ejemplo, las ventas argentinas crecieron el 30 por ciento contra 2008 y el 86 por ciento contra 2007.
Mirando al futuro, agregó Barzi, “para 2010 también se espera una cosecha de entre un 5 y un 7 por ciento menor a lo normal, pero el mercado externo sigue con buenas expectativasâ€. Las preocupaciones no vienen de la demanda, sino de la construcción de la oferta en el contexto local. Como a todos los industriales locales, a los bodegueros les preocupa la inflación, con su consecuente aumento de costos internos y de la materia prima, y el nivel del tipo de cambio; el temor es la posibilidad de que el dólar acompañe a la inflación
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