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Domingo, 27 de octubre de 2002
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LA DOLARIZACION EN ECUADOR

Experimento de laboratorio

La receta m谩gica del menemismo aplicada en Ecuador permite analizar los efectos devastadores de la dolarizaci贸n.

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La dolarizaci贸n aceler贸 la inflaci贸n, la pobreza y la concentraci贸n de riqueza en Ecuador.
Por Alberto Acosta *

No hay duda, la decisi贸n final sobre la dolarizaci贸n oficial plena en el Ecuador, que no ha resuelto el azote inflacionario y que ya ha transformado a esta econom铆a en una de las m谩s caras de la regi贸n andina, fue el resultado de decisiones pol铆ticas. No fue 鈥渋mpuesta por el pueblo ecuatoriano al gobierno鈥, como conclusi贸n de un proceso de dolarizaci贸n 鈥渆spont谩nea鈥; no fue el anuncio de un nuevo modelo econ贸mico al margen del neoliberalismo y del mismo FMI. Esta castraci贸n monetaria fue, para decirlo descarnadamente, producto de la mediocridad de las elites gobernantes y el resultado directo de un ajuste estructural interminable.
T茅ngase presente que en Ecuador, con la dolarizaci贸n, se ofreci贸 solucionar el azote inflacionario y reactivar la econom铆a, sanear el sistema financiero al tiempo de integrarlo internacionalmente, asegurar la sostenibilidad fiscal y conseguir un f谩cil acceso al mercado crediticio externo. Estas metas a ser alcanzadas inmediatamente con la introducci贸n de la dolarizaci贸n en poco tiempo se transformaron en requisitos indispensables para su viabilidad. Lo que s铆 est谩 claro es que la dolarizaci贸n ha sido usada para acelerar el ajuste y se espera que ella tambi茅n act煤e como ancla para enraizar el modelo neoliberal, cuya continuidad estar铆a en cierta medida garantizada independientemente de quien gobierne: el sue帽o tecnocr谩tico de despolitizar la econom铆a. Reto a煤n m谩s complejo mientras se mantiene la institucionalidad dominante, caracterizada por su paternalismo, autoritarismo, corrupci贸n y rentismo depredador de la misma moneda nacional. Y lo m谩s grave estar铆a por venir.
En econom铆a se puede hacer cualquier cosa menos evitar las consecuencias, sol铆a repetir John Maynard Keynes. Anclar el tipo de cambio puede ser recomendable por un tiempo pero mantenerlo indefinidamente congelado, en medio de una econom铆a internacional predominantemente flexible, termina por provocar explosiones como las que experimenta Argentina. No reconocer esta realidad raya en la torpeza o en la irresponsabilidad.
Para comprender de mejor manera la metamorfosis econ贸mica y social provocada por la dolarizaci贸n habr铆a que analizar la conformaci贸n de los bloques a favor y en contra de este esquema monetario. Hay que identificar a perdedores y ganadores. En la lista de ganadores asoman muy bien posicionados los importadores (a la cabeza los contrabandistas). Otros beneficiarios son el negocio inmobiliario y la construcci贸n de vivienda para clase media, por la posibilidad de realizar operaciones financieras con plazos m谩s largos; el gran comercio con capacidad para crear tambi茅n sistemas de financiamiento con plazos relativamente extensos para sus clientes; parte de la industria mayor, protegida de alguna manera por el Estado, que pueda mantener su competitividad en mercados externos en base a importaciones de insumos y piezas, utilizando poca mano de obra y no muy cara; ensamblaje; la banca, especialmente la transnacional que podr铆a afincarse en este pa铆s; y, las empresas de servicios, particularmente las de tel茅fonos y electricidad, a las cuales se les quiere privatizar con precios muy bajos y con tarifas m谩s altas que las del mercado internacional. Los grupos de clase media que se mantengan como tales, esto es vinculados a los sectores ganadores, podr谩n sacar alguna ventaja de esta nueva situaci贸n econ贸mica en un ambiente atractivo para el consumo, en particular de aquellos bienes susceptibles de ser comercializados v铆a cr茅dito, por supuesto accesibles s贸lo para quienes tienen ingresos suficientes como para atender su repago.
Mientras que los perdedores est谩n en gran parte en el lado de los productores de bienes transables; en aquellos segmentos del sector exportador que no logren mejorar su competitividad en base a una mayor explotaci贸n de la renta diferencial (de la naturaleza y del trabajo) o que no tengan capacidad de reacci贸n frente a los choques externos; en el comercio mediano y peque帽o, en especial el tradicional; en un enorme sector de industrias medianas y peque帽as, que resulten incompetentes ante el ingreso de bienes importados o a煤n por una disminuci贸n de la demanda de importantes capas de la poblaci贸n o por la consolidaci贸n de las grandes cadenas comerciales; en los asalariados y especialmente en los jubilados.
Estas tendencias repercutir谩n m谩s temprano que tarde en la sociedad ecuatoriana. Este pa铆s andino, que experiment贸 con un -7,3 por ciento la peor ca铆da de su econom铆a en 1999, como consecuencia de un largo proceso de ajuste estructural (desde 1982), presenta un escenario de empobrecimiento explosivo. Entre 1995 y 2000, el n煤mero de pobres creci贸 de 3,9 a 9,1 millones, en t茅rminos porcentuales de 34 por ciento al 71 por ciento; la pobreza extrema dobl贸 su n煤mero de 2,1 a 4,5 millones. Lo anterior vino acompa帽ado de una mayor concentraci贸n de la riqueza. As铆, mientras en 1990 el 20 por ciento m谩s pobre recib铆a el 4,6 por ciento de los ingresos, en el 2000 captaba menos de 2,5 por ciento; entre tanto el 20 por ciento m谩s rico increment贸 su participaci贸n del 52 por ciento a m谩s del 61 por ciento.
Entonces, si la rigidez cambiaria es intr铆nsecamente insostenible en un ambiente internacional de tipos de cambio flexibles, no cabe sentarse a especular simplemente sobre la duraci贸n de la dolarizaci贸n. A la sociedad ecuatoriana le urge preparar y procesar una salida ordenada de la trampa cambiaria, sin creer que con eso se van a resolver todos los problemas. Ser铆a una irresponsabilidad hist贸rica esperar a que explote la dolarizaci贸n, para reci茅n entonces intentar salvar desesperadamente los restos del aparato productivo y tratar de pacificar a un pa铆s en llamas, como sucede en la Argentina, cuyos esfuerzos por salir de la convertibilidad podr铆an ser aleccionadores para discutir las posibles alternativas que eviten los destrozos de una crisis anunciada.

* Economista.

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