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Domingo, 20 de junio de 2010
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A 50 años de Producción de mercancías por medio de mercancías

Molesto e inquietante

En la teoría económica está llegando la hora de revertir la herencia del neoliberalismo que tanto daño le ha hecho a la sociedad mundial. El libro de Piero Sraffa es un sendero adecuado para esa tarea.

Por Eduardo Crespo * y Andres Lazzarini **
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“La crítica de Sraffa demuele todo el edificio marginalista sin excepciones”

Se cumplen 50 años de la publicación del libro de Piero Sraffa (Turín, 1898 - Cambridge, 1983) Producción de mercancías por medio de mercancías. A pesar de que cuenta con tan sólo 99 páginas, en el prólogo Sraffa deja entrever que su elaboración demandó 30 años de trabajo. Años después, Samuelson confesaría que necesitó otros tantos para entenderlo. Por este motivo, sintetizar su contenido en unas pocas líneas no es una tarea sencilla. No obstante, la validez e importancia de sus ideas motivan a hacer el intento. ¿Qué muestra Sraffa en ese libro? ¿Cuál es el secreto de ese texto hermético?

Para comprender su contenido, quizá sea necesario saber que el trabajo parte de la obra de los economistas clásicos, y en particular de la forma en que éstos pensaban la distribución del ingreso.

Los orígenes del libro se remontan a los años ‘20, cuando Sraffa revisó el método del “equilibrio parcial” de Marshall, que había utilizado en sus artículos (1925, 1926). Poco tiempo después, Sraffa decididamente cambia de rumbo y “redescubre” a los economistas clásicos (Petty, Quesnay, Smith, Ricardo, Marx). Entonces redescubre la teoría clásica del excedente, derivada de la noción de los costos materiales de producción. Esta noción de costos se contrapone frontalmente con aquella noción subjetiva presentada por Marshall, basada en los “sacrificios” y la “(des)utilidad”. Sraffa argumentaba que el concepto de excedente se puede encontrar en todos los autores clásicos (notoriamente en Petty y Quesnay) y, lo que es más importante, implica pensar la distribución del ingreso con herramientas distintas a las conocidas funciones de oferta y demanda por factores. Es en este punto donde radica su principal ruptura con la teoría marginalista dominante.

Esta idea es central para entender su libro. Dado que la distribución del ingreso se explica como lo hacían los autores clásicos y no al modo marginalista, su teoría de los precios es abierta a varios tipos de análisis y resulta compatible con muchas posibilidades teóricas. Dicho en lenguaje de economista: “admite distintos cierres”. En particular, la teoría de la distribución de Sraffa es perfectamente compatible con la teoría keynesiana de la producción y del empleo basada en la demanda efectiva. Esto no ocurre en el marginalismo, donde se deben hacer malabarismos para incorporar los aportes de Keynes. Y el motivo es simple: para la teoría marginalista, el pleno empleo constituye la posición normal, el punto hacia el cual el sistema tiende naturalmente. Pero esto es irreconciliable con el enfoque keynesiano, ya que la demanda efectiva presupone la existencia de desempleo. En la teoría clásica de la distribución, por el contrario, lo normal es la existencia de un “ejército de desocupados” y no existe mecanismo alguno que tienda a llevar a la economía a una situación de escasez.

Sraffa determina un sistema de precios partiendo de las condiciones de producción y de la teoría de la distribución heredada de los clásicos. Lo distintivo de esta teoría es que los precios reflejan las condiciones de producción y distribución reinantes en una determinada economía y no la supuesta escasez relativa de factores, como en el marginalismo. Pero el lector atento podrá apreciar también la parte crítica del libro. En efecto, de su teoría de precios y elección de técnicas se deduce que el principio de sustitución de los factores, sobre el que se construye el edificio de la economía marginalista, está irremediablemente infundado. En otras palabras, Sraffa demuestra que la explicación de la distribución del ingreso basada en las conocidas curvas de oferta y demanda por factores no se sostiene en términos lógicos. Ahora bien, si se tiene en cuenta que la teoría marginalista se edifica sobre la teoría de la distribución, a tal punto que en ella el intercambio de productos constituye un intercambio indirecto de “factores de producción”, la crítica de Sraffa demuele todo el edificio marginalista sin excepciones.

Puede parecer paradójico, pero cincuenta años después de publicado el libro de Sraffa, la teoría marginalista sigue siendo dominante tanto en la enseñanza como en los criterios que inspiran la política económica. Inmediatamente después del vendaval desatado a partir de Cambridge en los años ‘60, el clima político mundial cambió notablemente. Primero en Inglaterra y luego en EE.UU. surgió el conservadurismo ultramontano de Thatcher y Reagan, por no hablar del impacto de los Videlas y Pinochets en otras regiones del mundo. Aunque los defensores del marginalismo no ganaron ninguna batalla teórica, acompañaron la ola ideológica del momento y se consolidaron en la academia y en los principales puestos de ejecución política. Sin embargo, más allá de su popularidad y del reconocimiento oficial, los defectos e inconsistencias del marginalismo no han desaparecido. Siguen donde estaban, vivitos y coleando, y se tornan cada vez más evidentes ante los errores de diagnóstico, las predicciones sistemáticamente equivocadas y las sugerencias desastrosas en materia de política económica. Si pudieran explicar adecuadamente los fenómenos económicos y ofrecieran recetas exitosas ante los crecientes problemas que nos aquejan, la causa de los autores surgidos de la tradición de Cambridge estaría fatalmente perdida. Pero como esto no sucede, los muertos, como Sraffa, reaparecen como fantasmas cada día más molestos e inquietantes. Quizás en la teoría económica también esté llegando la hora de revertir la herencia del neoliberalismo que tanto daño le ha hecho a la sociedad mundial

* Profesor de la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, Brasil.

** Profesor de la Universidad de Alicante, España.

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