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Domingo, 11 de julio de 2010
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Impacto para el país sede de la organización del Mundial de Fútbol

Costos y beneficios

Existen estudios económicos que intentan demostrar la existencia de una correlación entre éxito deportivo y crecimiento del consumo, la productividad y los ingresos. El caso del Mundial de Sudáfrica.

Por Diego Rubinzal

El Mundial de Fútbol no es sólo un acontecimiento deportivo sino también un inmenso negocio que mueve miles de millones de dólares. Los aficionados a este deporte conforman un atractivo mercado que es disputado por las multinacionales. Las millonarias pautas publicitarias de Adidas, Coca-Cola, Sony, Visa, Hyundai, Nike, Puma, entre otras, dan cuenta de ello.

Además de las disputas intercorporativas, el éxito deportivo puede aumentar el consumo doméstico en determinados rubros (vestimenta deportiva, zapatillas, gastronomía) en los países vencedores. Existen múltiples estudios económicos que intentan demostrar la existencia de una correlación entre éxito deportivo y crecimiento del consumo, la productividad y los ingresos.

Los economistas norteamericanos Dennos Coates y Brad Humphreys realizaron un conocido estudio sobre el impacto económico de los resultados de la Superbowl (fútbol americano). Concluyeron que se observaba un incremento del ingreso per cápita en la ciudad del equipo ganador.

Otra de las cosas que se discuten es si resulta redituable económicamente la organización de esta justa deportiva. El crecimiento del PIB proyectado de la economía sudafricana para 2010 alcanza el 2,5 por ciento. De ese total, el ministro de Economía sudafricano, Pravin Gordhan, calculó que el 20 por ciento puede ser explicado por la actividad desarrollada alrededor de la Copa del Mundo. Durante los días de celebración de ese certamen, los 300.000 turistas que arribaron a las tierras sudafricanas gastarán 1600 millones de dólares aproximadamente. Desde ya que ese consumo no alcanza a compensar los gastos derivados de la organización del Mundial. Según los datos aportados por la FIFA, las erogaciones totales alcanzaron los 6000 millones de dólares. De ese total, el país anfitrión tuvo que desembolsar 2500 millones. Buena parte de esos fondos fueron invertidos en mejorar la infraestructura sudafricana. Por eso, la consultora Deloitte sostiene que Sudáfrica recogerá los beneficios de haber sido seleccionada sede de la Copa del Mundo. En el documento “2010 FIFA World Cup: A Turning Point for South Africa”, Greg Pellegrino, Lwazi Bam e Innocent Dutiro, analistas de la consultora Deloitte, sostienen que estos eventos representan una oportunidad para los países emergentes ya que pueden ser utilizados como trampolines para acelerar su desarrollo económico, político y social. En el caso sudafricano, esos consultores afirman que se realizaron importantes obras de infraestructura: iluminación, hoteles, autopistas, remodelación de centros urbanos, nuevo aeropuerto en Durban y mejoras en el de Johannesburgo, modernización de equipos de comunicación, implementación parcial de una limitada red de transporte público. Compartiendo esa mirada optimista, la consultora Grant Thornton señaló que el certamen generó 695.000 puestos de trabajo, de los cuales 280.000 se mantendrán durante el resto del año.

No todos comparten ese optimismo. En su artículo “La otra cara del evento deportivo. Los perdedores del Mundial”, Joan Canela Barrull afirma que “se ha hipotecado gran parte del presupuesto público en unas infraestructuras que refuerzan el modelo de desarrollo neoliberal en vez de centrarse en una apuesta social y sostenible, cuando no se han dedicado directamente a instalaciones totalmente inútiles como son los estadios, que en conjunto han costado 300 millones de euros. Y éste es un dinero que ha salido de las partidas para agua potable, vivienda social, sanidad o educación”.

Además de la dudosa contribución de esas inversiones a la mejora de la calidad de vida de los sudafricanos, miles de ellos han sido desplazados para la construcción de las infraestructuras relacionadas con el evento.

En ese sentido, el obispo Paul Verryn sostiene que “lo que pretenden es esconder la pobreza como si fuera polvo que se barre bajo la alfombra. No quieren que el mundo conozca la verdadera Sudáfrica”. Un escenario complicado que abona el escepticismo acerca de los efectos benéficos que puede aparejar la organización del Mundial

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