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Domingo, 18 de julio de 2010
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La necesidad de regulaci贸n de las inversiones extranjeras

Costos y beneficios

Las naciones que se desarrollaron se vincularon al orden global manteniendo el comando de su destino y la capacidad de organizar sus propios recursos. Fijaron normas estrictas a la inversi贸n extranjera

Por Diego Rubinzal

El Estado-Naci贸n fue un actor central en la organizaci贸n econ贸mica mundial durante buena parte del siglo XX. El ascenso del neoliberalismo como paradigma dominante desdibuj贸 ese rol estatal, profundizando las instancias de coordinaci贸n y/o regulaci贸n econ贸mica supranacional. El vaciamiento estatal que supuso el proceso de liberalizaci贸n econ贸mica fue afrontado con diferentes estrategias nacionales. Como ense帽a Aldo Ferrer, los mejores resultados fueron obtenidos por aquellas naciones que se vincularon estrechamente con el orden global manteniendo el comando de su destino y la capacidad de organizar sus propios recursos. Eso implica el dise帽o de una estrategia que involucra la planificaci贸n de 谩reas sensibles. Entre ellas, el tratamiento a las inversiones extranjeras.

Durante la d茅cada del 鈥90, el gobierno firm贸 cincuenta y cinco Tratados Bilaterales de Inversi贸n (TBI) con otras tantas naciones. La sobreactuaci贸n argentina para seducir a las inversiones extranjeras contrast贸 fuertemente con la conducta de su vecino brasile帽o. Este apenas firm贸 un poco m谩s de una docena de TBI y, adem谩s, ninguno de ellos entr贸 en vigencia.

Los TBI brindan una serie de garant铆as al capital extranjero: trato no discriminatorio en relaci贸n con los inversores nacionales; libre disposici贸n y remisi贸n de utilidades; libre repatriaci贸n de capitales; renuncia gubernamental a la posibilidad de establecer limitaciones al desempe帽o productivo (por ejemplo: exigir un m铆nimo de proveedores locales), indemnizaci贸n por p茅rdidas producidas por conflicto armado, emergencia nacional o desastre natural; limitaciones a las expropiaciones; habilitaci贸n para recurrir a tribunales arbitrales internacionales en el caso de diferendos. Adem谩s, los acuerdos suscriptos por la Argentina incorporaron la cl谩usula de la naci贸n m谩s favorecida. Es decir, la suscripci贸n de nuevos TBI con beneficios adicionales (con respecto a los ya existentes) implicaba la extensi贸n autom谩tica de esos privilegios a todos los TBI.

En teor铆a esos tratados aseguraban la promoci贸n de las inversiones rec铆procas, cuesti贸n que no se ha cumplido en relaci贸n con capitales argentinos en otros pa铆ses, por caso Estados Unidos. Los Tratados firmados por la Argentina tienen una vigencia de diez a帽os. Vencido ese plazo, las partes contratantes pueden denunciar por v铆a diplom谩tica su caducidad. Pero los beneficios amparados por el TBI no se extinguen con esa mera denuncia. La mayor铆a de los tratados establece que las inversiones conservar谩n sus privilegios hasta diez o quince a帽os posteriores a esa denuncia. Actualmente, la totalidad de los TBI (con excepci贸n de los suscriptos con Argelia y Tailandia, que vencen durante este a帽o) tienen m谩s de 10 a帽os de vigencia. Por eso, el Gobierno est谩 en condiciones de denunciar su caducidad. En ese sentido, los diputados del bloque Nuevo Encuentro presentaron un proyecto de resoluci贸n solicitando al Poder Ejecutivo que los denuncie.

Ese puede resultar el primer paso para el dise帽o de un esquema regulatorio del capital extranjero funcional a las necesidades nacionales.

Eso no significa 鈥渁islarse del mundo鈥, sino aprender de las pr谩cticas implementadas por aquellos pa铆ses que se insertaron eficazmente en este convulsionado orden econ贸mico mundial. Como sostiene Aldo Ferrer, 鈥渓os estudios comparativos sobre la incorporaci贸n de la inversi贸n extranjera en pa铆ses de Am茅rica latina y en algunos de Asia revelan muy claramente la diferencia de postura entre estas naciones. En el caso de los pa铆ses asi谩ticos exitosos, la incorporaci贸n de la inversi贸n fue utilizada no para comprar cosas que ya exist铆an en esos pa铆ses, sino para ampliar capacidad productiva, para acceder a terceros mercados, incorporar tecnolog铆a, integrarse al tejido productivo. Nosotros no hicimos esto. Tuvimos m谩s bien una pol铆tica de puertas abiertas indiscriminadas que nos ha llevado a una situaci贸n en la cual la inversi贸n extranjera, en vez de prestar la colaboraci贸n y la contribuci贸n sustantiva que puede hacer 茅nfasis en otras circunstancias, termina configur谩ndose en s铆 misma en un problema hasta llegar a niveles de desnacionalizaci贸n del sistema econ贸mico realmente notables鈥

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