En estos d铆as empiezan las paritarias de los principales sectores productivos. Como todos los a帽os, se escuchan quejas del sector empresario, que argumenta que las subas salariales carcomen sus utilidades y le restan competitividad frente a la competencia extranjera. El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, pidi贸 al Departamento de Estudios Laborales de esa cartera un informe que demuestra lo contrario. Los salarios se incrementaron en los 煤ltimos a帽os como resultado de las negociaciones colectivas; pero cuando se mide la evoluci贸n de los costos laborales tomando en cuenta el aumento de la productividad de las empresas y las subas de precios de los bienes y servicios que comercializan, la ca铆da real promedio por unidad de producci贸n es del 20 por ciento en pesos desde la salida de la convertibilidad.
Si para medir la incidencia del salario en la competitividad del comercio exterior el c谩lculo se realiza tomando en cuenta el tipo de cambio multilateral (el peso comparado con una canasta de monedas de los principales pa铆ses con los que comercializa el pa铆s), la reducci贸n de los costos laborales promedio de la econom铆a es del 54 por ciento. Estos datos revelan que los aumentos de sueldos de los 煤ltimos siete a帽os no fueron suficientes ni siquiera para mantener los costos laborales en pesos y en d贸lares que exist铆an durante la convertibilidad.
El salario es un costo de producci贸n para las empresas, pero tambi茅n una fuente de ingreso de los trabajadores que impulsa la demanda de bienes y servicios. Por esa raz贸n, la ca铆da de la participaci贸n de los trabajadores en los ingresos de las empresas atenta contra la sostenibilidad de la demanda. La competitividad de una empresa depende de varios factores: trabajo, capital, insumos y productividad, entre otros. En Argentina, en general, las empresas suelen preocuparse m谩s por disminuir los costos laborales que por mejorar el resto de los 铆tems en cuesti贸n.
Los empresarios limitan el tema de la suba de salarios a su comparaci贸n con el 铆ndice de precios; pero hay varios par谩metros que influyen en el costo real por unidad de producci贸n que no son tomados en cuenta.
- El incremento de los precios de los bienes que comercializan.
- El aumento de productividad de las empresas que reduce el costo de producci贸n.
- El fuerte atraso que ten铆an los salarios al comienzo del nuevo modelo econ贸mico instaurado en 2003.
El estudio realizado por el Ministerio de Trabajo compara los costos laborales entre el tercer trimestre de 2001 y el mismo per铆odo de 2010. En nueve a帽os, el salario promedio nacional se increment贸 un 285,5 por ciento. Un porcentaje superior a la inflaci贸n medida por el Indec y aun a la de los consultores privados. Es decir que los trabajadores han mejorado su poder adquisitivo con respecto al final de la convertibilidad. Pero, teniendo en cuenta que el aumento promedio de la productividad de las empresas creci贸 un 44 por ciento y el precio de salida f谩brica, un 357 por ciento, el costo laboral real por unidad de las compa帽铆as cay贸 fuertemente.
En el caso de la industria, con numerosos sectores mano de obra intensivos, la ca铆da de los costos laborales reales unitarios fue de un 22 por ciento. Es decir que del fuerte crecimiento de las ganancias de los 煤ltimos a帽os una porci贸n cada vez mayor es capturada por las empresas, en detrimento de los trabajadores. La ca铆da de los costos laborales se dio en la mayor铆a de los sectores industriales. El Ministerio de Trabajo realiz贸 un informe sectorial tomando en cuenta la evoluci贸n de la productividad y la variaci贸n de precios mayoristas de cada rubro hasta el primer semestre de 2010. El sector aparatos el茅ctricos sufri贸 una ca铆da del 34 por ciento; en madera, la baja fue del 27 por ciento; automotores, 25 por ciento, al igual que maquinarias y equipos; cuero cay贸 un 20 por ciento y alimentos, un 15 por ciento, entre los sectores en los que se produjo una mayor rebaja en los costos laborales reales unitarios.
Un dato que no s贸lo preocupa a los industriales, tambi茅n al Gobierno, es la competitividad externa. Los empresarios aseguran que los 煤ltimos aumentos salariales los han perjudicado en esa pelea. Es decir que los ajustes dificultan la evoluci贸n de sus exportaciones y, a la vez, comprometen su posibilidad de competir con las importaciones. Sin embargo, los costos laborales reales en moneda extranjera cayeron m谩s a煤n que los expresados en pesos. El costo laboral real unitario industrial en moneda extranjera tuvo una ca铆da promedio entre 2001 y la actualidad del 55 por ciento. La raz贸n es que el tipo de cambio multilateral es un 62 por ciento m谩s competitivo que a finales de la convertibilidad.
La participaci贸n salarial en los costos de la industria sigue siendo una de las m谩s bajas de la historia. En promedio, el costo salarial industrial representa el 16 por ciento de los costos totales. Las diferencias intrasector son grandes, pero en todos los casos la participaci贸n salarial es baja comparada con el pasado y con los costos de otros pa铆ses. En refinaci贸n de petr贸leo el costo salarial representa el 7,8 por ciento de los costos totales; en alimentos y bebidas, el 12,8; en material de transporte, el 15,7. En indumentaria y textil, un rubro mano de obra intensivo, el costo salarial equivale al 16,24 por ciento de los costos totales. En metal煤rgica b谩sica, el 17,1 por ciento.
El costo laboral en industria es, en promedio, el m谩s alto de la econom铆a, por su mayor necesidad de mano de obra y porque paga los mayores salarios. En promedio, en el total de la econom铆a, la participaci贸n del costo laboral en los costos totales es del 8,01; en 2001 era del 8,15 por ciento. Seg煤n datos de la OCDE, el costo laboral en la Uni贸n Europea en 2001 era de 22,50 d贸lares y en 2009 subi贸 a 40,70 d贸lares; en Estados Unidos, en el mismo per铆odo, subi贸 de 25,90 a 30,56 d贸lares; en el este europeo se dispar贸 de 3,83 a 9,01; en el Sudeste asi谩tico, de 8,31 a 13,12 y en Brasil, de 3,60 a 7,98.
En la disputa que se est谩 dando en el seno de la Uni贸n Industrial, el tema de los costos laborales es un factor de conflicto. Si bien ninguna de las l铆neas internas propone el salariazo, las pymes, que destinan casi toda su producci贸n al mercado interno, proponen una recomposici贸n gradual de los salarios. Las grandes multinacionales, que viven cada vez m谩s de sus exportaciones, proponen ser muy duras en la negociaci贸n salarial. En el Gobierno, si bien enfriaron la discusi贸n del proyecto de reparto de utilidades dise帽ado por el diputado H茅ctor Recalde por las dificultades en el Congreso en un a帽o electoral, siguen pensando que ser铆a la mejor manera de impulsar una mejora sustentable de la participaci贸n de los trabajadores en los ingresos de las empresas
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