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Domingo, 6 de marzo de 2011
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Encuestas de percepción sobre la evolución de los precios

Jugar con las expectativas

Los informes sobre expectativas inflacionarias colaboran con el cumplimiento de “profecías autorrealizadas”, ya que siempre miden por arriba de la inflación real.

Por Alfredo T. Garcia *
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“La medición de expectativas de inflación no es muy útil para el análisis económico”.

Se acaba de conocer la encuesta de la Universidad Di Tella (UDT) sobre expectativas de inflación para febrero de 2011, la cual informa que alcanzan al 30 por ciento según la mediana de las respuestas y que aumentó el 25 por ciento respecto del mes anterior. En principio, deben diferenciarse claramente las expectativas sobre la inflación de la inflación en sí misma, que son dos variables totalmente distintas: una de ellas se refiere a lo que espera la gente a futuro sobre la evolución de los precios, una medición con un alto componente subjetivo. La otra es la evolución efectiva de los precios ex post, es decir, una medición histórica de períodos ya transcurridos, lo cual obliga a esperar al menos una o dos semanas para conocer la inflación del mes anterior. Sí, es cierto, algunos gurúes informan los últimos días del mes sobre el dato de ese mismo mes, pero ello ya cae en el ámbito de las proyecciones.

La mediana es una medida estadística que considera el punto medio de todas las observaciones ordenadas de menor a mayor. En el caso de la estadística de la UDT, ese punto medio cae en el intervalo de los que opinan que la inflación a doce meses se ubicará en el 30 por ciento. A partir de estos cálculos, la UDT agrega a la información un párrafo que intenta ser didáctico: “Es decir, la mitad de los encuestados espera una inflación de 30 por ciento o más”. Con un mayor análisis se podría mejorar la comprensión del público en general sobre las expectativas de inflación de la gente.

Propongo tres enunciaciones que contribuirán a tener una mejor idea del fenómeno, siempre utilizando los datos del estudio de la UDT. La primera es un espejo de la mencionada en el informe: “La mitad de los encuestados espera una inflación menor o igual al 30 por ciento”, que si bien es conceptualmente distinta a la anterior, aún no agrega información sustancial. La segunda frase consigna que “el 41,8 por ciento de los encuestados espera una inflación inferior al 25 por ciento”. La tercera enunciación que complementa a la segunda indica que “el 34,5 por ciento de los encuestados espera una inflación del 35 por ciento o más”. Sin duda, estas frases brindan un panorama sustancialmente distinto.

Podría decirse que esta dificultad se resolvería fácilmente con calcular el promedio de expectativas de inflación, que se ubicó en el 33,3 por ciento en febrero de este año, pero dicha medida está influenciada por respuestas extremas, como el 16,5 por ciento de respondentes que esperan una inflación del 50 por ciento o el 6 por ciento que espera una inflación del ciento por ciento, valores que no están en los cálculos de ningún analista económico, aun los más pesimistas. Obviamente estos datos también influyen sobre la mediana, pero con menor intensidad.

Por ello, la mediana sigue siendo la medición más adecuada para calcular las expectativas de inflación, aunque se debe ser más riguroso con los resúmenes, evitando las generalizaciones, pues pueden dar una idea equivocada de lo que muestran los datos.

Por último, no creo que la medición de expectativas de inflación entre el común de la gente sea muy útil para el análisis económico, Es una medida de sensaciones subjetivas, donde convive un grupo relevante que espera que la inflación se ubique por debajo del 5 por ciento, con otro grupo de similar magnitud, que espera que la inflación esté cercana al ciento por ciento, y en el medio todas las variantes posibles. Más aún, éstas pueden colaborar con el cumplimiento de “profecías autorrealizadas” ya que siempre miden por arriba de la inflación real. Esta proposición puede encontrar sustento en el informe de enero 2011 de la UDT, que establece que “la evidencia empírica indica que los agentes tienden a sobreestimar la magnitud de los cambios ocurridos en los precios”, y si bien se refiere a la percepción de la inflación pasada, mucha mayor sobreestimación puede haber sobre la futura. En definitiva, hay que dimensionar correctamente las características y alcance de la variable que se informa, en este caso las expectativas de inflación, y tratar de reflejar los resultados con la mayor precisión posible, especialmente en un tema tan sensible para la sociedad

* Economista jefe de Banco Credicoop. Investigador CCC Floreal Gorini.

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