El 3 de septiembre de 1939 el rey de Inglaterra Jorge VI le declaraba la guerra a Alemania dirigiendo por radio un memorable mensaje al pueblo ingl茅s. Su decisi贸n de permanecer en Londres mientras la ciudad era bombardeada por las fuerzas alemanas instal贸 su imagen como la del rey que enfrent贸 al nazismo.
El 24 de febrero de 1981 el rey Juan Carlos de Espa帽a termin贸 de abortar un golpe militar que buscaba liquidar la reci茅n nacida democracia espa帽ola. El rey, en un discurso televisado a todo el pueblo espa帽ol, se帽al贸: 鈥淣o se pueden tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democr谩tico de la Constituci贸n votada por el pueblo espa帽ol鈥.
El mi茅rcoles pasado, Akihito, emperador de Jap贸n, dirigi贸 por primera vez un mensaje televisivo en cadena buscando brindarle consuelo al pueblo japon茅s ante la terrible tragedia provocada por el terremoto y el tsunami.
Inglaterra, Espa帽a y Jap贸n forman parte de un reducido grupo de pa铆ses que han adoptado como forma de gobierno la monarqu铆a constitucional, donde los monarcas suelen ostentar una jefatura de Estado de car谩cter simb贸lico. Si bien siguen existiendo fuertes cuestionamientos a estas monarqu铆as tanto en lo que hace a su rol en sociedades modernas y democr谩ticas, como en relaci贸n con los enormes gastos que estas instituciones reales generan, actitudes puntuales como las se帽aladas han servido para reivindicar 鈥揳l menos parcialmente鈥 el papel de sus majestades.
El rol del emperador en la sociedad japonesa constituye s贸lo un ejemplo de una serie de caracter铆sticas que distinguen a la idiosincrasia nipona de la de Occidente, las que deben ser tenidas en cuenta a la hora de proyectar el futuro de la econom铆a de ese pa铆s.
La espectacular recuperaci贸n de la econom铆a japonesa en las d茅cadas posteriores a la finalizaci贸n de la Segunda Guerra Mundial 鈥搇uego de haber sufrido el holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki鈥 constituye un fen贸meno de estudio para economistas que se conoce como 鈥渆l milagro japon茅s鈥. Este t茅rmino hace referencia a las elevadas tasas de crecimiento econ贸mico experimentadas por ese pa铆s desde 1960 hasta la d茅cada del 鈥80. La formidable expansi贸n de ese per铆odo posiciona a Jap贸n actualmente como la tercera econom铆a del mundo detr谩s de las de Estados Unidos y China.
El economista norteamericano John Kenneth Galbraith, en su libro Historia de la Econom铆a, brinda algunas pistas de la f贸rmula japonesa para recuperarse vigorosamente del desastre de posguerra.
Galbraith sostiene que 鈥渆n Jap贸n, el Estado es efectivamente, como Marx lo hab铆a afirmado en otro contexto, el comit茅 ejecutivo de la clase capitalista. Ello se considera all铆 normal y natural. Lo cual da lugar a una cooperaci贸n plenamente aceptada entre el mundo de los negocios y el gobierno en materia, por ejemplo de inversiones p煤blicas, planificaci贸n y apoyo a las innovaciones t茅cnicas鈥. El economista tambi茅n destaca como factores explicativos del despegue a las inversiones en capital humano, la abstenci贸n de invertir en armamentos y al elevado nivel de ahorro, destacando como la cualidad m谩s importante de todas 鈥渆l sentido de pertenencia a la empresa que comparten hasta los trabajadores de los talleres鈥.
Ninguno de estos pilares se ha visto afectado por el desastre ocurrido el pasado 11 de marzo. Si bien la econom铆a japonesa se encuentra fuertemente endeudada (la deuda casi duplica el producto bruto del pa铆s), la mayor parte de estas obligaciones est谩n en manos de los mismos japoneses. La l贸gica reacci贸n inicial de los mercados financieros ante la hecatombe, castigando duramente a los activos japoneses, debe ser mirada como una respuesta de corto plazo. Una mirada de m谩s largo alcance no deber铆a perder de vista el poder铆o que caracteriza a la sociedad nipona y su enorme entereza y capacidad de recuperaci贸n ante tragedias de proporciones
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