A pesar del crecimiento de la econom铆a y los esfuerzos por mejorar la calidad del trabajo, a煤n persisten miles de trabajadores que sufren jornadas laborales de hasta 17 horas, encerramiento, amenazas y dem谩s violaciones a sus derechos. La situaci贸n muchas veces incluye mecanismos de captaci贸n propios de la trata de personas: en su lugar de origen se les ofrece un trabajo bajo condiciones medianamente aceptables, alojamiento, comida y transporte; pero una vez que arriban a destino, se encuentran con condiciones que distan de lo acordado, incluyendo algunos meses de trabajo gratuito como pago en concepto de deuda del traslado. Este dispositivo se observa en la producci贸n agropecuaria, construcci贸n y confecci贸n de indumentaria. Las leyes laborales penalizan al empresario que se encuentra en el extremo m谩s favorecido de la cadena (por ejemplo, las marcas de ropa), aun cuando existe una cadena de subcontrataci贸n. Sin embargo, a pesar de las numerosas denuncias penales de la Fundaci贸n La Alameda, los avances de la Justicia a este respecto son nulos. Recientemente la conexi贸n entre trabajo esclavo y evasi贸n fiscal a escala millonaria en el sector rural abren nuevos caminos para la erradicaci贸n de esos abusos.
El fen贸meno no es exclusivo de Argentina. En la 煤ltima d茅cada se generaron en el mundo diversos protocolos, grupos de trabajo y legislaciones que apuntan a estudiar y a atacar ese problema. El giro en la balanza de poder entre capital y trabajo producida durante los noventa, por un lado, y el reemplazo del Estado de Bienestar por un Estado de tipo neoliberal, por el otro, tuvieron consecuencias lamentables para los trabajadores. Flexibilizaci贸n laboral en el Norte e informalidad en el Sur llevaron a resultados similares: una abrupta ca铆da de la participaci贸n de la masa salarial en el PBI, y un resurgimiento del trabajo esclavo y de la trata, no a niveles marginales sino como elemento central de ciertos sectores econ贸micos. La reducci贸n de las divisiones de inspecciones laborales sumado a un contexto desfavorable para los trabajadores produjeron una pronunciada pauperizaci贸n de las condiciones de trabajo. Aprovechando la coyuntura, y ante un escenario nacional e internacional desfavorable para la producci贸n local (bajos precios de bienes importados e inestabilidad econ贸mica), los empresarios hicieron uso masivo de la subcontrataci贸n, trasladando los riesgos de sus inversiones a sus trabajadores a trav茅s de la precarizaci贸n.
El sector de la indumentaria es paradigm谩tico en este sentido: si bien la mitad de las empresas del sector cerraron entre 1990 y 2000, la producci贸n local no desapareci贸 ni fue, como se argumenta desde el empresariado del sector, reemplazada por importaciones del sudeste asi谩tico. Cientos de f谩bricas cerraron para subcontratar la producci贸n a sus ex empleadas o a los talleres informales que desde mediados de los ochentas se multiplicaban. La alta demanda de ropa durante el primer lustro menemista fue cubierta por un creciente sistema de 鈥渢alleres del sudor鈥. Hacia 1998 la crisis golpe贸 con fuerza a esa actividad, sobre todo a los talleres y sus trabajadores, que enfrentaron la mayor parte de los costos. Al recuperarse la econom铆a a fines de 2002, la producci贸n local de ropa aument贸 significativamente. Hoy el sector est谩 entre los m谩s exitosos, a pesar de su alta vulnerabilidad a las crisis econ贸micas. Sin embargo, este 茅xito se sustenta en la superexplotaci贸n de los trabajadores, pues el 75 por ciento de la ropa se produce en negro, y una alt铆sima proporci贸n de los trabajadores es v铆ctima de trata y de trabajo esclavo. A su vez, el sector rural tambi茅n se ubica entre los ganadores del modelo actual. Algunos grandes propietarios logran cierta reconversi贸n tecnol贸gica de la mano de la convertibilidad, incluso cancelando parte de la deuda gracias a quitas muy significativas. A pesar de ello las condiciones de explotaci贸n se mantienen.
El trabajo esclavo es probablemente una de las deudas sociales m谩s importantes de la coyuntura actual en el campo laboral. Una parte del crecimiento de algunos sectores productivos se sustenta en la explotaci贸n de miles de trabajadores esclavizados. Contabilizar su magnitud es complicado, pero la gravedad del fen贸meno requiere priorizar los esfuerzos por erradicar la existencia de esas formas de explotaci贸n
* Investigador del Ceil-Piette del Conicet y docente de la UBA.
** Doctorando en Geograf铆a Humana, Universidad de Durham (Reino Unido).
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