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Domingo, 22 de mayo de 2011
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La debacle económica en los países centrales

Receta conocida

Reducción del gasto público, privatizaciones y aumento de impuestos regresivos, defendiendo el patrimonio de los sectores de mayor poder adquisitivo, son las medidas que están profundizando la crisis europea.

Por Juan Latrichano * y Gustavo Eidlin **
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“Los países desarrollados han provocado un clima económico mundial adverso.”

Luego del estallido de una de las mayores crisis financieras y económicas de la historia, iniciada en los Estados Unidos y Europa por la laxitud regulatoria, la inescrupulosidad de los banqueros y la irresponsabilidad de los organismos supervisores y calificadoras de riesgo, se confirma una vez más que los intereses de los más ricos pesan más en las políticas para enfrentar la debacle que las necesidades de los más pobres.

Sin embargo, luego de la fracasada experiencia que tuvieron varios países de Sudamérica, y especialmente Argentina por cumplir las recomendaciones neoliberales del FMI, vale preguntarse si las políticas económicas que están llevando a cabo los gobernantes de la Unión Europea y el presidente Obama en Estados Unidos, presionado fuertemente por el Partido Republicano, se deben a que sufren de miopía, necedad, o es simplemente una cuestión de intereses.

Ya hace varios meses que el Premio Nobel Paul Krugman expone dos situaciones poco agradables que están sucediendo en Estados Unidos y que sin duda afectan al mundo entero.

Por un lado, la presión del Partido Republicano sobre el gobierno de Obama de recortar el gasto en áreas sociales y a su vez extender el recorte de impuestos a los millonarios que había llevado a cabo el gobierno de Bush (hijo) generarían un grave efecto en el nivel de consumo y empleo de la clase media norteamericana y la situación fiscal, que se mantiene deficitaria hace ya varios años y genera preocupación sobre la sostenibilidad de la deuda pública, que en relación al PIB viene creciendo año tras año. Debido a esto y con intención de ejercer presión para que se defina sobre quién recaerá el ajuste, Standard & Poor’s calificó como negativa la perspectiva de los bonos del Tesoro norteamericano a 30 años.

A las naciones europeas no les va mucho mejor. España, Irlanda, Portugal y Grecia están seriamente comprometidas macroeconómicamente y sus gobiernos no tienen mejor idea que seguir las mismas “recetas neoliberales” que llevaron a la Argentina al default, con un costo social altísimo que luego de varios años aún afecta a gran parte de la población. Como si los ajustes y el aumento del desempleo no alcanzaran para minar la recuperación norteamericana y europea de los próximos años, el Banco Central de la Eurozona ya ha comenzado a aumentar las tasas de interés, y la Reserva Federal está meditando sobre si será conveniente o no hacerlo, para conjurar el aumento del nivel de inflación, provocado en gran medida por un incremento en el precio de los commoditties. Aunque es cierto que los precios de los alimentos son más altos, no impactan tanto en la inflación como los banqueros aducen, y la suba de tasas representa un obstáculo más a la recuperación de la economía de dichas regiones.

Parecen ya muy lejanos esos tiempos donde Keynes proponía una salida a la crisis con fuertes aumentos del gasto público para reactivar la economía. Dichos gobiernos han reemplazado convenientemente aquellas teorías por otras donde el sistema financiero es uno de los principales jugadores del sistema económico.

En la actualidad, los modelos macroeconómicos que se estudian en las universidades contienen a la tasa de interés como una de las variables explicativas más relevantes, por encima de otras variables tan importantes como el gasto público, la inversión o la distribución del ingreso.

La Argentina aprendió a costa de muchos años de sacrificio que las políticas neoliberales no son las más convenientes para lograr un crecimiento sostenido en el tiempo y con equidad. A partir de 2003 comenzó un proceso de reactivación de su alicaída economía por intermedio de un fuerte incentivo a la demanda, un gasto público creciente financiado con el ahorro doméstico y un tipo de cambio adecuado para mantener un crecimiento económico junto a un no menos importante superávit comercial.

Las políticas de los países desarrollados han provocado un clima económico mundial adverso. Sin embargo, en la reunión del G-20 desarrollada el 14 de abril en la capital francesa se propusieron iniciativas para medir el desempeño económico de un país con el fin de determinar cuándo los valores de ciertos indicadores revelan riesgos sistémicos. Y a partir de ello poder establecer una serie de políticas correctivas a seguir por los países considerados “en peligro”, bajo los auspicios del FMI. Uno de los temas que se trataron fue la regulación del precio de los commoditties, con el fin de seguir manteniendo su predominio en la economía mundial, exportando su crisis a las naciones en vías de desarrollo. De hecho, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, describió como un “brebaje tóxico” la combinación de precios altos de los alimentos y el repunte de los combustibles.

El aumento de las tasas de interés en los países centrales configura otro riesgo para la Argentina, ya que alentaría la fuga de capitales en un año de elecciones, de por sí “caliente”, y esto afectaría la economía real, ya recuperada, pero aún no totalmente consolidada.

Para manejar este escenario, que se va complejizando a nivel mundial, se precisa no sólo un gobierno con mucha fuerza y convicción, sino también un Congreso responsable que acompañe al Ejecutivo, con su crítica constructiva, dando el marco legal propicio para continuar elaborando políticas económicas que mejoren día a día el bienestar de todos

* Presidente Grupo Periferia. Asesor económico CGE Metropolitana. Director Facultad Ciencias Económicas UNLZ.

** Economista Grupo Periferia.

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