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Domingo, 12 de enero de 2003
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Opinión

“Evitar la factoría ensambladora”

Dolar recontraalto y salarios recontrabajos

Por Daniel Kotzer *

El año 2002 pasó como un tifón por Argentina y en su camino dejó una secuela que confirmó algunos y simultáneamente destruyó otros mitos de la economía de nuestro país, que deberían ser tomados para la definición de políticas tendientes a fomentar, equitativo y sustentable, el desarrollo futuro. Dentro de este marco, queda muy claro que dada la estructura productiva y de consumo, la reacción de las exportaciones al estímulo de un nuevo tipo de cambio, por muy favorable que éste sea, está rezagado, cuando no fuertemente limitado por una muy inelástica oferta.
Se aduce que esto es resultado de la falta de financiamiento hacia las empresas con potencial exportador, lo cual es cierto, pero no menos cierto es que el sistema financiero, tanto público como privado, nacional como extranjero, apela por diversos motivos a un racionamiento del crédito comercial, como estrategia de minimizar riesgos, que se acrecienta a medida que la tasa de interés sube. Este tipo de comportamientos constituye un freno a la expansión en áreas consideradas como “no tradicionales”.
Lo que no deja lugar a dudas es que una estrategia de promoción de exportaciones ignorando lo que sucede en el mercado interno sólo puede basarse en ventajas comparativas estáticas (vinculadas a recursos naturales), o en bajos salarios relativos, lo cual tiene consecuencias sociales negativas y una vulnerabilidad a los shocks externos que hace que sea peor el remedio que la enfermedad.
Una sociedad que tiene a más de la mitad de su población bajo la línea de la pobreza, con más de la mitad de los salarios que no cubren el costo de la canasta básica socialmente aceptada, exige medidas tendientes a la reactivación de los niveles de demanda doméstica, que sin dudas involucran la recuperación del poder de compra de los salarios, así como la contención a los desocupados. La competitividad que confieren los bajos costos laborales es efímera y se volatiliza de la noche a la mañana simplemente con los cambios en el tipo de cambio real de los socios comerciales de nuestro país. Por otra parte, las exportaciones tradicionales argentinas tienen un contenido de mano de obra sumamente bajo.
La estrategia de crecimiento económico a seguir hoy pasa por una profunda redistribución del ingreso que permita recuperar el potencial productivo, base para encarar nuevos mercados. Esta línea de acción implica evitar el camino de “factoría ensambladora” que causó furor durante la década del ‘90 en ciertos países que apelaron a la “maquila”, pero que no constituyó una vía para reducir las inequidades en lugares como República Dominicana, Haití, o hasta el propio México.

* Economista.

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