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Domingo, 12 de enero de 2003
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Polémica

Tentación del capital extranjero

La situacion de los deudores del campo

Por Pablo Bava Bussalino

Devaluación mediante, el campo luego de 13 años de postración logró en tres cosechas rehacerse y recuperar su papel protagónico en la economía. En otras palabras, volver a ser el motor que siempre fue con el aditamento de que, incluso, ha logrado extender el área de siembra hasta límites insospechados hace apenas una década. De pronto, campos semiimproductivos, llenos de montes y anegados, gracias al esfuerzo de sus propietarios han pasado a ser aptos para la agricultura. En ese aspecto, La Pampa y sobre todo Santiago del Estero son dos buenos ejemplos y eso que aún se está esperando la gran obra del norte argentino que es la canalización del río Bermejo.
Nuevamente la soja produce otra cosecha record y el excelente precio del maíz, el girasol y el trigo en los mercados internacionales da cuenta de una vasta producción que vuelve a colocarnos en aquel “granero del mundo” que provocara hace muchos años la admiración del mundo.
Si a ello le sumamos que, libre de aftosa, la Argentina ha recuperado casi 60 de los 75 mercados, que perdió gracias a la ineptitud de funcionarios de comité para sus carnes vacunas, es evidente que el campo vuelve a ponerse los pantalones largos y se constituye en el puntal del crecimiento argentino. Claro está que recién estamos en el comienzo de la era productiva y que para que esta renovación se mantenga a ritmo sostenido es preciso tomar algunas medidas de protección del chacarero que no pueden dilatarse más tiempo.
Una de las más importantes es terminar de una buena vez con las ejecuciones de los productores adeudados que, como se sabe, contrajeron sus deudas en la mayoría de los casos en los ‘90. Desde entonces, los bancos, mediante una peligrosa ingeniería financiera, no sólo se negaron a otorgar nuevos créditos al sector sino que a todas las deudas las indexaron en forma geométrica haciendo imposible su cancelación. Del total de 30 millones de hectáreas en producción, 13 millones están gravadas con hipotecas, índice alarmante para un país que necesita imperiosamente del esfuerzo y el trabajo del campesinado.
Es evidente que la devaluación favoreció las exportaciones y visto el excelente precio internacional del grano el campo se recupera rápidamente. Pero no es menos cierto que muchos inversores extranjeros se ven altamente favorecidos al producirse la devaluación de nuestra moneda. Justamente es al Estado al que le corresponde modificar las leyes relacionadas con la actividad agraria, tanto como sea necesario, para impedir que mediante la subasta pública de las tierras de los auténticos productores agropecuarios, la propiedad pase a manos extranjeras.

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