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Domingo, 22 de abril de 2012
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China y la tesis Prebish-Singer

Estrategia de desarrollo

Por Diego Rubinzal

El deterioro de los términos de intercambio, en perjuicio de los productos primarios, es el núcleo central de la tesis Prebish-Singer.

La causa principal de ese fenómeno residiría en que las naciones centrales (e industriales) se apropian mayoritariamente de los frutos del progreso técnico. Consecuentemente, Prebish recomendaba expandir los tejidos industriales de los países periféricos. Durante décadas, la tendencia evolutiva de los precios internacionales estuvo en sintonía con esas predicciones. Sin embargo, las cotizaciones de los commodities alcanzaron elevados niveles históricos durante los últimos años. El reordenamiento del tablero político-económico mundial no es ajeno a ese nuevo escenario.

Como señalan los economistas Eduardo Crespo y Juan Matías De Lucchi en Revista Argentina Heterodoxa, de la Universidad Nacional de San Martín, “las crecientes mejoras de productividad experimentadas por las actividades industriales localizadas en China, sumadas a enormes economías de escala y salarios relativos bajos en términos internacionales, han tendido a provocar una clara tendencia a la baja de los costos industriales en comparación con los costos que afectan la elaboración de materias primas”. La industrialización china, acompañada de una intensa migración hacia las ciudades, provocó una modificación de los patrones de consumo de sus habitantes. Esas transformaciones sociales y económicas explican el sostenido crecimiento de la demanda alimentaria del gigante asiático.

En ese contexto, las exportaciones argentinas a China se multiplicaron por 23, comparando los quinquenios 1991-1995 versus 2006-2010, apuntan Crespo y De Lucchi. En el mismo período, las exportaciones totales “apenas” se multiplicaron cuatro veces. Esas transformaciones estructurales fueron pronosticadas por el economista desarrollista Arthur Lewis, apuntan los autores, hace ya más de treinta años. El argumento de Lewis era que los principios que reglan los términos de intercambio no son producto–específicos (primarios vs. industriales), sino país-específico. En ese sentido, el desarrollo industrial asentado en bajos niveles salariales provoca un deterioro de los términos de intercambio en relación con las materias primas.

En la actualidad, las elevadas cotizaciones de las materias primas se vienen manteniendo. Los favorables precios de las materias primas amplifican aquellas voces que propugnan una especialización productiva basada en las ventajas comparativas. Eso implicaría desandar el camino reindustrializador transitado desde 2003. La reprimarización económica genera severos retrocesos económicos, tal como lo demuestra la historia argentina. Crespo y De Lucchi señalan que “las estrategias de desarrollo deben partir del reconocimiento de que en muchas áreas industriales es altamente improbable que se reduzca la brecha de costos con la competencia asiática”. En ese caso, “la política industrial debe ser más específica y localizada, buscando desarrollar el potencial de actividades no competitivas sino complementarias con la producción asiática como, por ejemplo, nuevas fuentes de energía basadas en recursos naturales, alimentos de mayor elaboración y alto valor agregado, medicamentos, software”. Eso no implica una renuncia a la conformación de un entramado industrial más complejo.

El desarrollo de determinados rubros industriales puede, aun cuando no se alcancen los estándares internacionales de costos y/o productividad, coadyuvar al cumplimiento de determinados objetivos (empleo, ahorro de divisas, aumento de la productividad). “Una política obsesionada con la competitividad externa de la industria, un crecimiento liderado por las exportaciones (industriales) y la selección de futuros ‘ganadores’ de mercados externos, muy probablemente acabará como una experiencia frustrada... esto no invalida la posibilidad de impulsar políticas industriales que contribuyan al ahorro de divisas sustituyendo importaciones, aumenten los niveles de empleo en sectores industriales y eleven la productividad en la elaboración de productos básicos, transables o no”, concluyen los autores

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