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Domingo, 13 de mayo de 2012
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La política de administración del comercio externo

Argentina y la OMC

Las medidas de control de importaciones, como las licencias no automáticas, los requerimientos de compensación de los flujos de comercio exterior y la declaración jurada anticipada de importación, generaron resistencia en un grupo de países.

Por Julieta Zelicovich *
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“Es preciso reflexionar sobre la estrategia en clave internacional de la política externa.”

Durante la última reunión del Consejo del Comercio de Mercancías, de la Organización Mundial de Comercio, la Argentina fue el centro de los reclamos, de países desarrollados y en desarrollo afectados por las medidas comerciales aplicadas en el país. Tal presentación, que no debería sorprender debido al crecimiento en las medidas implementadas y dado que no es la primera vez que la Argentina enfrenta reclamos similares, constituye una oportunidad para la reflexión acerca de los impactos de estas medidas, en clave internacional. La continuación de tal declaración conjunta hacia otras acciones dependerá de las capacidades diplomáticas del país para aminorar las presiones domésticas que enfrentan los denunciantes y salir airosos en el complejo juego de las relaciones comerciales internacionales.

La denuncia es en sí una declaración conjunta, firmada por Australia, la Unión Europea, Israel, Japón, Corea, México, Nueva Zelanda, Noruega, Panamá, Suiza, Taiwan, Tailandia, Turquía y los Estados Unidos, presentada ante el Consejo del Comercio de Mercancías de la OMC, órgano que supervisa el funcionamiento de los acuerdos comerciales multilaterales firmados por los 154 miembros de dicha organización.

Estos países, que según datos del Centro de Economía Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto representaron para la Argentina exportaciones por 9 mil millones de dólares (2010), pero que debido a las importaciones originan una brecha externa negativa del 7,6 por ciento por debajo de nuestras ventas al exterior, denuncian el crecimiento de la aplicación de las medidas restrictivas a las importaciones, como el uso intensivo de las licencias no automáticas de importación, los requerimientos de compensación de los flujos de comercio exterior, y la declaración jurada anticipada de importación. Sostienen que estas medidas han estado generando efectos negativos sobre el comercio debido a las demoras que ocasionan –y los costos vinculados con las mismas– así como debido a la incertidumbre e inestabilidad que implican para las relaciones comerciales internacionales.

A pesar de la alta repercusión que tuvo, la declaración presentada por este conjunto de países no acarrea, sin embargo, consecuencias inmediatas para la Argentina. No obstante puede ser la antesala a la presentación de un panel, en el Organismo de Solución de Diferencias de la OMC. Dicho procedimiento se inicia con una serie de consultas y sólo si éstas no resultan satisfactorias se establecen los paneles, a cargo de un grupo especial que estudia el caso y resuelve acerca de las medidas cuestionadas. Al respecto, sus recomendaciones y resoluciones no pueden entrañar el aumento o reducción de los derechos y obligaciones en los acuerdos de comercio. Y, en ese sentido, el objetivo del mecanismo de solución de diferencias es hallar una solución positiva a las controversias, a partir de la supresión de las medidas que se constate que sean incompatibles con las disposiciones de cualquiera de tales acuerdos. Las compensaciones se aplican en el caso de que no sea factible suprimir inmediatamente las medidas incompatibles y sólo como solución provisional. Las retorsiones, por su parte, sólo aparecen si una vez resuelto el panel la parte “condenada” no cumple con la implementación de las recomendaciones del grupo especial.

La Declaración así puede ser la anticipación de un proceso costoso para la Argentina, tanto en términos de recursos, como de credibilidad. Por ello es preciso reflexionar sobre la estrategia en clave internacional de la política comercial externa.

Desde 2005, y especialmente a partir de 2008, herramientas como los aranceles a la exportación (retenciones), las medidas antidumping y compensatorias, y las licencias no automáticas de importación se han convertido en la principal vía mediante la cual la Argentina define su relación comercial con el mundo. Junto con estas medidas de tinte defensivo ha existido también una activa diplomacia ofensiva en la búsqueda de nuevos mercados, y en la celebración de acuerdos comerciales, especialmente en el eje Sur-Sur. Sin embargo, en oportunidades, como por ejemplo en las negociaciones para el acceso a nuevos mercados, la promoción de las exportaciones ha entrado en contradicción con la parte defensiva de la propia política comercial externa, dejando así un rastro de inconsistencias difíciles de reconciliar.

En múltiples ocasiones, las medidas implementadas no han tenido en cuenta el contexto internacional en el cual se desarrollaban, ni los objetivos planteados por la propia Argentina en materia de las negociaciones internacionales. Durante los últimos años los instrumentos utilizados para restringir las exportaciones, especialmente agrícolas, significaron costos en términos de pérdida de credibilidad de las demandas argentinas tanto en la OMC, como en las negociaciones de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Por su parte, también fueron contrarios al espíritu de la comunidad internacional en el marco de la FAO. Las herramientas de limitación de las importaciones repercutieron aún con más peso en los vínculos bilaterales y en los organismos internacionales. Estas medidas parecen mostrar una aparente carencia de estudios estratégicos en términos de las relaciones económico-políticas-diplomáticas a la hora de decidir sobre qué sectores establecer medidas.

Frente a ello deben redoblarse los esfuerzos diplomáticos a fin de mantener el equilibrio en relaciones consideradas claves como las del Mercosur o bien ante foros que pueden acarrear mayores consecuencias, como el de la OMC. Se trata de un complejo juego de habilidades diplomáticas, respecto de la “ventaja de la irrelevancia” de la que pueda gozar Argentina para aplicar medidas defensivas, en un contexto en el cual las economías desarrolladas, envueltas en crisis, se han vuelto altamente sensibles a cualquier política comercial adversa a sus intereses

* Magister en Relaciones Comerciales Internacionales. Becaria Conicet. Docente Universidad Nacional de Rosario. [email protected]

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