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Domingo, 16 de marzo de 2003
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El impacto de la devaluación en la industria textil

“Duplicamos la producción”

Con salarios en dólares parecidos a los de China y desaparecida la importación, los textiles han resucitado. Actividad en ascenso y empleo creciente es uno de los sectores estrella de la era posconvertibilidad.

Por Cledis Candelaresi
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Teodoro Karagozian, dueño de la textil TN & Platex: “Sería muy feliz de tener en la Argentina salarios mucho más altos”.
Por Cledis Candelaresi

Con 1400 empleados distribuidos en sus cuatro plantas de La Rioja, Chaco, Tucumán y Corrientes, TN & Platex es un caso testigo de la actual bonanza del sector textil. Teodoro (“Teddy”, según su tarjeta de presentación) Karagozian es propietario de esa empresa familiar –miembro de la Asociación Empresaria Argentina (AEA)– a la que la devaluación sorprendió con deudas en dólares y millonarias acreencias también en moneda dura. Pero con el camino libre de ropa y telas chinas, aumentó la producción y duplicó el número de empleados, cuyos bajos salarios siguen siendo el principal factor que mejoró la competitividad del sector.
¿Puede hablarse de reactivación del sector o es un veranito por sustitución de importaciones?
–La reactivación es verdadera. Nosotros trabajábamos al 50 por ciento de la capacidad instalada y teníamos 700 empleados contra los 1400 actuales. Lo anterior era un espejismo: importar cualquier cosa y tener una economía basada en los servicios. La Argentina no soportaba un consumo de quesos de Nueva Zelanda y vinos franceses.
¿Cuánto puede soportar ahora con salarios en dólares cada vez más parecidos a los de China?
–Creo que eso debe cambiar. Es un error pensar que se puede sostener un modelo exportador gracias a bajos salarios. Eso sí: deben crecer los sueldos privados, no los estatales, que en promedio son el doble.
¿Qué pasó con los salarios en el sector y en su propia empresa?
–El primer efecto es que mucha más gente tiene empleo. La ética del trabajo es muy distinta a la ética del Plan Trabajar. Duplicamos la cantidad de personal empleado y eso es más que un aumento de sueldo. Si subo el salario dejo de ser competitivo y dejo de emplear.
Hay estudios de investigación que aseguran que la competitividad del sector se ganó exclusivamente por la reducción de salarios.
–Es cierto que la devaluación disminuyó el peso relativo de los salarios. Pero la consecuencia más importante fue el aumento de la capacidad instalada; la mayor producción. El salario no es y nunca lo fue el costo más grande que soporta una empresa textil. El costo más grande es el capital no utilizado. Es más: a la industria le vendría muy bien que los sueldos aumentaran diez veces. Así pasaríamos de un consumo de telas de 4 a 25 kilos per cápita, que es el consumo de un país desarrollado. La industria textil sería muy feliz de tener en la Argentina salarios mucho más altos.
¿Pero está dispuesta a subirlos?
–Sí, pero no sólo. Si subiéramos los salarios en nuestro sector tendríamos costos más altos. Pero como el resto de los asalariados no mejoran sus ingresos, no tendríamos a quien venderle. Así el esquema no cierra.
¿Cómo los afectaría un descongelamiento de las tarifas de los servicios públicos privatizados?
–También esto está relacionado con los salarios. Deberían subir en la misma proporción que las tarifas. El problema es que esto genera una carrera imparable. En la convertibilidad muchos sufrimos. Pero la realidad es que ayudó a bajar costos y estandarizar procesos. Lo que la mató fue la devaluación brasileña de 1999. Ahí la Argentina debería haber decidido frenar las importaciones desde Brasil con más aranceles o devaluar.
¿Qué pasa si se rebajan los aranceles textiles para cumplir pautas de la OMC?
–Ese no es un problema. Más efectivos que los aranceles son los cupos. Brasil, por ejemplo, tiene necesidad de salir a exportar para mantener su volumen de producción. Y contra eso no hay arancel que valga.
¿El actual tipo de cambio no es defensa suficientes para los textiles?
–Seguro. De hecho no entran más textiles de Brasil.
Lo que no consiguieron es subir las exportaciones.
–Ahora hay un tipo singular de exportación: la compra de ropa que hacen los turistas. Ese el caballo de Troya. Detrás de la indumentaria pueden ir la materia prima y el diseño. La Argentina no se salva exportando granos o productos que no tienen valor agregado. Los proyectos como Kosiuko, Caro Cuore o 47 Street, que están tratando de conquistar otros mercados, son la punta de lanza. En un tiempo más, Europa estará menos protegida y es importante ganar posiciones.
Los textiles, en particular las telas, se venden en el mercado interno a valor dólar. ¿Cómo se explica ese ajuste de precios si sólo tienen una parte de insumos importados?
–Los productos se encarecieron pero aun así cuestan menos en dólares. Algunos competidores venden en dólares o su equivalente en pesos a 3,10. Hoy se producen sólo 60 mil toneladas de fibra de algodón, el 50 por ciento de lo que consume la industria local. Hoy compro a 1,35 dólar lo que antes de la devaluación pagaba 70 centavos de peso. Además, todo es en efectivo.

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