La crisis financiera internacional de fines de 2008 implic贸 el comienzo de una pol铆tica mundial caracterizada por un reacomodamiento de fuerzas, el inicio de una nueva geopol铆tica y de un marco mundial m谩s estrecho para el ejercicio de aquella soberan铆a. Estos cambios tuvieron tambi茅n su correlato en el escenario energ茅tico en al menos dos cuestiones centrales: la de la seguridad energ茅tica y la de la importancia otorgada a las fuentes renovables de energ铆a en vinculaci贸n con el cambio clim谩tico atribuido por parte de la comunidad cient铆fica a las emisiones de CO2. La mayor demanda de energ铆a enfrentar铆a un escenario de elevados precios, donde la necesidad de subsidiar a las renovables se ver铆a atenuada por la competitividad de estas fuentes con precios m谩s elevados para las opciones de suministro con recursos convencionales. Recursos disputados, adem谩s, por pa铆ses emergentes a donde la producci贸n industrial incremental se hab铆a trasladado.
En el caso de Argentina los cambios acontecidos en el escenario mundial impactaron de modo directo sobre la cuesti贸n energ茅tica a trav茅s de una concomitancia de varios hechos en un plazo muy breve. En primer lugar la devaluaci贸n de 2002 supuso una dicotom铆a entre: a) dolarizar las tarifas, lo que hubiera significado multiplicar de 3 a 3,6 veces el precio pagado por los consumidores de gas y electricidad por la energ铆a consumida; b) no hacerlo y crear reglas ad hoc para desacoplar expansi贸n de la oferta energ茅tica de los incentivos por mayores precios 鈥搎ue se supon铆a las inducir铆a de un modo autom谩tico鈥, cosa que a la luz de los resultados registrados emp铆ricamente entre 1990 y 2001 mostraron un sesgo hacia el r谩pido retorno de las inversiones y una formidable aversi贸n al riesgo, traducida en estrategias empresariales que priorizaron la monetizaci贸n de reservas ya descubiertas en vez de una expansi贸n de las mismas. En ese momento la Argentina pod铆a entrar al club de los pa铆ses que muestran 鈥渦na buena conducta y obediencia a las reglas de los mercados鈥, o bien intentar proteger los intereses de los consumidores transfiri茅ndoles rentas del sector energ铆a como forma de evitar un mayor deterioro de los ingresos ciudadanos. Esta opci贸n hubiese sido una opci贸n pol铆tica sencilla si de modo simult谩neo los precios de la energ铆a en el mercado mundial no se hubieran incrementado entre 2003 y 2007 en casi cuatro veces o m谩s.
Por lo tanto ya no se trataba de multiplicar por 3 o 3,6, sino de multiplicar por 8, 10 o 12, toda vez que entre las reglas de oro presupuestas en un mundo de libre comercio y protecci贸n de inversiones extranjeras, los costos econ贸micos ya no ser铆an los costos de producci贸n, sino los costos de oportunidad (los del mercado internacional definidos por el contexto descrito previamente). Ello, claro est谩, con independencia de los ingresos de los consumidores, muy distintos en los pa铆ses centrales y el resto. Lo que generalmente se ha reprochado al Gobierno es no haber previsto que la recuperaci贸n industrial 鈥渆ra un simple veranito鈥 que acabar铆a muy pronto y devendr铆a en crudo invierno una vez agotada la capacidad ociosa preexistente tras la recesi贸n 1999-2002.
El costo de una nacionalizaci贸n completa nunca fue evaluado. La cuesti贸n de una distribuci贸n del ingreso al margen del crecimiento es algo deseable pero no resuelto.
Siendo as铆 de complejas las cosas, la nacionalizaci贸n de YPF contin煤a siendo una fuerte apuesta a recomponer la oferta interna de energ铆a a un menor costo medio que el derivado de dejar las cosas como estaban. Para ello YPF debe incursionar en la explotaci贸n y exploraci贸n ampliada de recursos convencionales y no convencionales y arrastrar al resto de los inversores del sector hacia estrategias similares. Las iniciativas de pagar por la producci贸n incremental un valor pr贸ximo al del gas importado de Bolivia, fijando a su vez una tasa de declinaci贸n, har铆a en principio muy visible el retorno esperado de las inversiones y se diferenciar铆a de los programas previos, dado que ya no se exige que el gas sea nuevo o viejo, certificado o no.
Pero eso es s贸lo una parte de la cuesti贸n; la otra pasa por lograr conformar una masa cr铆tica de financiamiento, superar las objeciones del impacto ambiental derivado de la explotaci贸n del shale, obtener los equipos necesarios para revertir la declinaci贸n, incrementar la capacidad de refinaci贸n y obtener mano de obra calificada y abundante.
Grandes desaf铆os frente a una comunidad internacional exigente pero pensando en nuestra comunidad nacional, ya que el escenario pr贸ximo era el de un incremento en los precios de la energ铆a y el de dejar de producirla en el pa铆s.
Por lo tanto no es que el modelo sea perfecto o se halle exento de fallas, inconsistencias y peligros, sino que toda otra opci贸n implicar铆a un derrumbe del bienestar adquirido y un fuerte retroceso pol铆tico, social y econ贸mico
* Vicerrector a cargo de la Sede Andina de la UNRN.
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