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Domingo, 20 de octubre de 2013
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El papel del Estado en un escenario de inestabilidad econ贸mica

En el centro de la crisis

La pelea entre dem贸cratas y republicanos por el presupuesto y el techo de la deuda ha puesto en evidencia la fragilidad de la econom铆a de Estados Unidos. La batalla de Obama fue la de lograr que le aprobaran emitir nueva deuda para no caer en default.

Por Juan Kornblihtt *
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Pese a sus alentadoras cifras sobre crecimiento del PBI y aumento del empleo, la crisis de los Estados Unidos est谩 lejos de haberse resuelto. La tensi贸n por la no votaci贸n del presupuesto (finalmente se alcanz贸 un acuerdo provisorio el mi茅rcoles pasado), que llev贸 al 鈥渃ierre鈥 parcial del gobierno de Obama, podr铆a ser un episodio m谩s en la disputa entre los dem贸cratas y el ala m谩s radicalizada de los republicanos. Pero es mucho m谩s que eso. El d茅ficit estatal en relaci贸n con el PBI alcanza niveles record, s贸lo comparables con los a帽os de la Segunda Guerra Mundial, y va de la mano del mayor endeudamiento interno y externo p煤blico y privado de la historia. De hecho, la batalla de Obama fue la de lograr que le aprueben emitir nueva deuda para no caer en default. Y, como alert贸, un cese de pagos ser铆a como una bomba nuclear. 驴Por qu茅 ocurre esto, si parec铆a que se hab铆a salido de la recesi贸n?

Hacia fines del 鈥50 comienza un per铆odo de contracci贸n de la econom铆a estadounidense por una ca铆da de la rentabilidad del capital, que llega a su m铆nimo a principios de los 鈥80. Para salir de la crisis el capital necesita aumentar la explotaci贸n de los obreros y destruir el capital que sobra, tal como hizo en la Segunda Guerra Mundial para remontar el derrumbe de los 鈥30. Esto fue posible a partir de los 鈥70 en parte por la introducci贸n de cambios tecnol贸gicos que abarataron las mercanc铆as consumidas por los trabajadores y con la expansi贸n de las importaciones desde pa铆ses con bajos salarios, como China. Por otra parte, la escala de las empresas se expandi贸, globalizando la producci贸n a costa de muchos capitales de los pa铆ses m谩s d茅biles. Sin embargo, no lo hizo en la magnitud suficiente para relanzar la acumulaci贸n y el incremento observado no fue acompa帽ado por la capacidad de absorber lo producido en la misma medida, dando origen a una sobreproducci贸n generalizada.

Entonces, lejos de quedarse de brazos cruzados, Estados Unidos intervino sobre la base de cerrar la brecha entre producci贸n y consumo por la v铆a de la expansi贸n del cr茅dito. La primera medida fue a escala internacional: otorg贸 pr茅stamos a los pa铆ses m谩s pobres como forma de expandir las exportaciones. A cambio de los cr茅ditos, dichos pa铆ses deb铆an prometer el abandono de sus pol铆ticas estatistas y proteccionistas. S贸lo as铆 se convertir铆an en mercados para colocar la sobreproducci贸n de mercanc铆as y capital estadounidense. Su crecimiento futuro pronosticado asegurar铆a el pago de la deuda contra铆da. La colocaci贸n de mercanc铆as y el ingreso de capitales fueron exitosos. En cambio, como bien se sabe, cobrar la deuda no fue posible: el default se convirti贸 en la regla. A lo largo de las d茅cadas del 鈥80 y 鈥90 estall贸 una burbuja de endeudamiento tras otra. El colapso argentino del 2001 fue emblem谩tico en este sentido.

Por otro lado, los est铆mulos al comercio mundial no alcanzaron porque emergieron competidores que se quedaron con esos mercados. Una parte de la recuperaci贸n se hizo importando mercanc铆as baratas chinas. Esto llev贸 a que creciera el d茅ficit en la balanza comercial estadounidense, que resolvi贸 su incapacidad de compra real por la v铆a de venderles bonos del Tesoro a los chinos y otros pa铆ses 鈥渆mergentes鈥. De esa forma, consegu铆a comprar productos chinos con la plata que 茅stos mismos le prestaban. Pero no s贸lo as铆 se financi贸 el consumo. Otra parte provino de la expansi贸n del endeudamiento interno por la v铆a de hipotecar las casas, no una sino hasta dos veces. Ante la expansi贸n de la demanda de inmuebles se gener贸 una burbuja inmobiliaria que hizo subir su precio. Esto permit铆a que funcionasen como garant铆a para nuevas hipotecas. De esta forma, se zaf贸 de la crisis de 2001 con un nuevo boom. Pero en el 2008 se puso en evidencia que no hab铆a respaldo real al precio que sosten铆an las hipotecas.

En 2009 todo se derrumb贸, y nos acercamos a las causas inmediatas de la situaci贸n actual. Esta vez la salida no fue ni con cr茅ditos hacia afuera para sostener exportaciones ni con pr茅stamos privados internos del estilo de las hipotecas. El Estado se puso en el centro de la escena, absorbiendo los costos de la crisis. Primero mediante los salvatajes a bancos y empresas industriales, y luego por la v铆a de tomar deuda interna y externa. Pero, adem谩s, expandi贸 su gasto para estimular el consumo. Esta vez con el Estado como el articulador de la expansi贸n de diferentes formas de cr茅dito para hacer que la sobreproducci贸n no estallara. Ahora la crisis no aparece como siendo culpa del mercado, como cuando estall贸 la crisis hipotecaria. Por eso los republicanos atacan el creciente gasto estatal e intentan frenarlo por la v铆a de impedir que se aplique el sistema de salud impulsado por Obama. Se trata de establecer como obligatorio contratar un seguro de salud que puede ser p煤blico o privado (en su mayor铆a). Para los que est茅n por debajo de la l铆nea de pobreza existir谩 un subsidio, pero el resto deber谩 pagarlo a precio de mercado. En caso de no poder pagar, se cobrar谩 una multa. Un plan armado por la c谩mara de aseguradoras m茅dicas.

En el fondo, lo que busca el Tea Party es culpabilizar al Estado por la crisis. Por su lado los dem贸cratas, con un discurso de corte keynesiano, defienden la necesidad de expandir el gasto y la deuda para mantener el est铆mulo a la econom铆a. Lo que unos y otros no quieren reconocer es que es el conjunto del capital el que est谩 en crisis. La salida por la v铆a del gasto estatal tarde o temprano va a estallar, tal como estall贸 la salida por la v铆a del cr茅dito privado. Pese a todo el est铆mulo, se est谩 lejos de la generaci贸n de una espiral virtuosa, ni la demanda jug贸 el rol 鈥渕ultipicador鈥 para estimular la inversi贸n. Por eso el d茅ficit estatal y la deuda se siguen expandiendo. El cierre temporal del gobierno no hace m谩s que adelantar un nuevo estallido. Esta vez, con el Estado en el centro de la escena, la crisis cobrar谩 dimensiones pol铆ticas.

Como alert贸 Obama, cuando se ponga en evidencia que Estados Unidos no puede pagar su deuda, el efecto expansivo ser谩 global y catastr贸fico. La pelea entre republicanos y dem贸cratas puede ser el desencadenante, pero aun cuando se resuelva (como ocurri贸), el problema sigue ah铆. No hay riqueza real que sostenga la expansi贸n crediticia y dineraria estadounidense. Desde Am茅rica del Sur, y en particular los pa铆ses con gobiernos 鈥減rogresistas鈥, se sostiene que el efecto ser谩 menor porque ac谩 se aplicaron pol铆ticas lejanas a las del neoliberalismo. Pero su crecimiento estuvo motorizado por la expansi贸n del precio de las materias primas y la disponibilidad (salvo para la Argentina hasta ahora que el Banco Mundial hizo un gran pr茅stamo) de cr茅dito muy barato. Las dos cosas son resultado directo de la pol铆tica de expansi贸n del capital ficticio motorizada por Estados Unidos. Esto llev贸 a que, a diferencia de Europa, la crisis no pegara de lleno. Es m谩s, Am茅rica del Sur se expandi贸 gracias a los mecanismos que motoriz贸 Estados Unidos para salir de la crisis. Cuando estalle lo que nos hizo subir, como presagian las palabras de Obama, caeremos nosotros tambi茅n. En lugar de ilusionarse con pol铆ticas en favor de los capitalistas para un capitalismo en crisis, queda planteada la necesidad de una perspectiva pol铆tica que ponga en el centro los intereses de la clase obrera.

* Doctor en Historia, investigador Conicet y Ceics.

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