La renta agraria ha regresado al centro de la escena. As铆 como en 2008 lo hizo cuando la disputa por las retenciones m贸viles, ahora lo hace buscando forzar una devaluaci贸n con productores y el complejo agrario exportadores retaceando la comercializaci贸n de la cosecha. Las tensiones no desaparecer谩n y la recreaci贸n de la Junta Nacional de Granos aparece como una necesidad inmediata.
Como sabemos, en determinadas circunstancias emergen con mayor nitidez los cambios operados en las sociedades y las relaciones de fuerza que se fueron gestando al comp谩s de esos cambios.
Es lo que sucedi贸 con el conflicto agrario que sacudi贸 a la sociedad argentina en el 2008, que mostr贸 la fuerza renovada de la renta agraria. En la superficie apareci贸 bajo la forma de puja por una porci贸n de renta extraordinaria, pero es un fen贸meno mucho m谩s complejo y profundo, que responde a tendencias mundiales de larga duraci贸n.
El triunfo electoral del Gobierno en las elecciones de octubre de 2011 y el posterior realineamiento de las c谩maras empresariales cerr贸 la crisis pol铆tica abierta por el conflicto con las entidades rurales en 2008, pero no se eliminaron las tensiones del sector agropecuario con la administraci贸n de la presidenta Cristina Fern谩ndez. Las retenciones est谩n presentes pero no son hoy el n煤cleo de los reclamos.
Los argumentos de los ruralistas van desde la p茅rdida de competitividad por el retraso de la cotizaci贸n del d贸lar 鈥搒in tener en cuenta el alto nivel de los precios internacionales鈥 y el incremento del costo de los insumos, hasta la supuesta expropiaci贸n del predio de la Rural de Palermo o el cierre de numerosas escuelas rurales, seg煤n los dichos del titular de la Sociedad Rural Argentina, que el Gobierno ha desmentido.
El esquema econ贸mico en curso es en gran parte dependiente del ingreso de divisas generado por el agro y de la captura de recursos fiscales v铆a retenciones. Esto se hace m谩s visible ahora cuando la restricci贸n externa ha regresado y la situaci贸n fiscal se ha deteriorado.
La Mesa de Enlace conoce bien estas debilidades del 鈥渕odelo鈥 y opera sobre ellas, induciendo a los productores a demorar la venta de la cosecha de soja. Si, como se supone, 茅sta alcanzar谩 los 52 millones de toneladas, el aporte en divisas llegar谩 a los 25.000 millones de d贸lares, mientras que ingresar谩 a las arcas del Tesoro nacional el equivalente en pesos de unos 9000 millones de la misma divisa. Se comprende entonces la fuerza de presi贸n de los productores en la coyuntura, ya que tienen la capacidad de agudizar la restricci贸n externa y de desfinanciar al Estado.
Los dirigentes rurales buscan una devaluaci贸n que mejore sus ingresos e incremente sus ya abultadas ganancias. El Gobierno resiste esas presiones porque sabe que deteriorar谩 los salarios e implicar谩, como siempre, una transferencia de ingresos de los sectores populares al capital m谩s concentrado.
M谩s all谩 de que se concrete y de la efectividad que pudiera tener la medida 鈥搇os silobolsa son una gran ventaja pero los compromisos previos de los productores son una limitaci贸n鈥, lo cierto es que la tensi贸n est谩 y que cualquier arreglo o acuerdo que se alcance ser谩 siempre transitorio. Ser谩 as铆 porque la presi贸n demandante de las econom铆as de China y el sudeste asi谩tico, tambi茅n de la India, ha provocado cambios en los t茅rminos del intercambio del mercado mundial, mientras que con la mundializaci贸n del capital, bajo hegemon铆a financiera, se ha agudizado la subsunci贸n de la agricultura al capital a escala mundial. Dicho de otra manera, se aceler贸 la penetraci贸n hist贸rica del capital en la agricultura liquidando la producci贸n campesina dando lugar a una nueva agricultura capital intensiva, sin agricultores y con elevadas productividades, que han convertido la explotaci贸n agraria en una nueva 鈥渜uimera del oro鈥.
Todas esas tendencias se expresan en nuestro pa铆s incorporando al proceso millones de hect谩reas de tierras f茅rtiles hasta no hace mucho improductivas, desplazando cultivos y producciones y expandiendo la frontera agropecuaria. La superficie cultivable y la productividad crecieron as铆 notablemente en los 煤ltimos diez a帽os y la producci贸n de granos pas贸 de 45 a 100 millones de toneladas.
El 鈥渃ampo鈥 argentino es hoy una muestra de esta nueva forma de explotaci贸n industrializada. Junto con las modificaciones gen茅ticas en las semillas, las innovaciones en las maquinarias y los paquetes tecnol贸gicos, cambiaron tambi茅n los criterios de siembra, riego, cosecha y almacenaje, se impusieron objetivos de eficiencia, productividad, competitividad y rentabilidad propios de las grandes empresas junto con nuevas formas de organizaci贸n y gerenciamiento del negocio agr铆cola. As铆 Argentina es hoy el principal exportador de oleaginosas del mundo y, junto con Brasil, el mayor n煤cleo productivo mundial en materia de granos y aceites y un proveedor importante de biocombustibles.
El sector granario es el m谩s din谩mico y competitivo de la econom铆a nacional y el poder de la renta que de all铆 surge regres贸 para quedarse.
De mantenerse las condiciones actuales, ser谩 una fuente de tensiones permanentes. No hay forma de solucionar estas presiones si no se busca una soluci贸n de fondo. Y esta soluci贸n no es otra que una versi贸n aggiornada de la nacionalizaci贸n del comercio de granos y oleaginosas, de la recuperaci贸n de una Junta Nacional de Granos renovada y eficiente que defienda la producci贸n nacional y controle los precios 鈥損oniendo t茅rmino as铆 a la especulaci贸n que hacen los productores con el tipo de cambio y los precios internacionales鈥 y saque el negocio central de las manos de los monopolios exportadores. Una r茅mora del neoliberalismo que desde hace diez a帽os el gobierno nacional no hace m谩s que observar c贸mo controlan el mercado de granos y se apropian de buena parte de la renta.
Para el Estado no ser铆a s贸lo poner fin a las tensiones y capturar una nueva porci贸n de renta extraordinaria, permitir铆a un manejo diferenciado de las retenciones, su segmentaci贸n y destinar fondos a otros cultivos para frenar su desplazamiento por la soja.
Argentina tiene una larga experiencia en este tipo de intervenci贸n estatal, que la impusieron por primera vez los conservadores cuando la crisis de los a帽os 鈥30 y funcion贸 muy bien durante d茅cadas. Recuperarla ser谩 una acci贸n de soberan铆a nacional. Generar谩 sin dudas fuertes tensiones pol铆ticas, pero en el marco de la crisis mundial y del agotamiento de ciertas variables internas es 茅ste el momento
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