Domingo, 8 de junio de 2003
Fantasmas rurales
Por Fernando Krakowiak
La distribuci贸n de los ingresos es una materia pendiente en la sociedad, y en especial al interior del campo. La modificaci贸n de los precios relativos generada por la devaluaci贸n les permiti贸 a los empresarios rurales incrementar sus ganancias en los sectores vinculados a la exportaci贸n. Las producciones de oleaginosas, cereales, c铆tricos, frutas y vinos tuvieron incrementos notables en su rentabilidad. Los ingenios azucareros y los tambos tambi茅n recompusieron sus precios. Sin embargo, los peones rurales todav铆a permanecen al margen de los beneficios generados por la reactivaci贸n. Seg煤n estimaciones del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre), en los campos argentinos trabaja 1,2 mill贸n de asalariados, pero s贸lo figuran en blanco 255.601 personas, el 21,3 por ciento, siendo el salario promedio registrado de apenas 229 pesos por mes. La situaci贸n de estos trabajadores no ha sido tomada en cuenta por los sucesivos gobiernos y las centrales sindicales por lo lejos que se encuentran de las grandes ciudades. Sin embargo, representan cerca del 10 por ciento de los asalariados del pa铆s. Son los fantasmas rurales.
La precariedad laboral de los trabajadores rurales ha sido una constante a lo largo de la historia, pero durante la d茅cada del 鈥90 la situaci贸n se agrav贸 a煤n m谩s debido a la falta de controles por parte del Estado. Las inspecciones del Ministerio de Trabajo pr谩cticamente no existen. Situaci贸n que ha dado lugar en los 煤ltimos a帽os a una creciente expansi贸n del empleo en negro en un marco que combina resabios de relaciones cuasi-feudales con pr谩cticas laborales tercerizadas tendientes a reducir el v铆nculo entre patr贸n y empleado a trav茅s de la figura del 鈥渃ontratista鈥.
En Tucum谩n, durante la cosecha de la ca帽a de az煤car los trabajadores se 鈥渋nternan鈥 en los surcos de los ingenios y las grandes fincas para hachar, pelar y apilar las ca帽as. Entre junio y septiembre trabajan de sol a sol con la ayuda de sus familiares, incluidos los ni帽os. Muchos son migrantes que vienen de otras provincias y acampan al costado de las plantaciones, en chozas precarias con paredes de maloja de ca帽a y techo de chapa. Los trabajadores producen para los grandes ingenios, entre los que se destacan 脩u帽orco, Concepci贸n, Santa B谩rbara, Fronterita y La Florida, pero la relaci贸n laboral est谩 mediada por la figura del 鈥渃ontratista鈥, con quien arreglan sus condiciones de trabajo. As铆 los ingenios azucareros y los grandes productores de ca帽a mantienen un n煤mero reducido de empleados en relaci贸n de dependencia con sueldos relativamente altos, al mismo tiempo que se desentienden de la complicada situaci贸n laboral de la mayor铆a de los trabajadores.
Los contratistas entablan una relaci贸n 鈥渆n negro鈥 dejando a los cosechadores sin posibilidades de acceder a la jubilaci贸n, obra social, salario familiar y vacaciones. Adem谩s, en la mayor铆a de los casos no se trabaja por horas sino a destajo para llegar a obtener apenas 15 pesos por jornada. La necesidad de cumplir con un determinado nivel de producci贸n lleva a los ni帽os a colaborar con sus padres en la zafra. N茅stor del Pozo, presidente de la cooperativa tucumana Ibat铆n, afirm贸 a Cash que en algunas fincas 鈥渆s muy com煤n ver chicos trabajando鈥.
En el sector de la citricultura la informalidad es a煤n mayor. Durante los meses de las cosechas, se puede ver por la ruta 38 de Tucum谩n, que une el norte con el sur de la provincia, decenas de colectivos comandados por 鈥渙bristas鈥 que pasan a buscar a los trabajadores por las localidades de Alberdi, Famaill谩, Monteros, Aguilares y Villa Quintero para llevarlos a las plantaciones. All铆 鈥渓imonean鈥 desde las 9 hasta las 18 y cobran entre 5 y 10 pesos por jornada. La producci贸n queda en poder de un pu帽ado de grandes empresas que poseen modernas plantas de empaque, procesadoras de jugo y de aceites esenciales. Argentina es uno de los principalesproductores de limones del mundo y m谩s del 90 por ciento de la producci贸n se concentra en Tucum谩n. El jarabe de lim贸n de la gaseosa Sprite es uno de los principales productos elaborados en las fabricas de la zona a partir del trabajo 鈥渉ormiga鈥 que realizan en las plantaciones cerca de 20 mil cosechadores.
La precariedad laboral tambi茅n es moneda corriente entre los trabajadores que cosechan peras y manzanas en el Alto Valle de R铆o Negro y Chubut, en las quintas hort铆colas que se despliegan en el 鈥渃intur贸n verde鈥 del Gran Buenos Aires y en Mendoza, en las plantaciones de Tabaco de Salta, Jujuy y Corrientes, en las plantaciones de yerba del noroeste argentino y en las actividades de forestaci贸n que se realizan en Misiones. En todos estos casos se combina el trabajo a destajo con el empleo temporario, casi siempre en negro. En la producci贸n lechera la situaci贸n salarial es mejor que en la zona extra-pampeana, pero como los trabajadores van a porcentaje sobre la producci贸n se los considera aut贸nomos y quedan fuera del alcance de la legislaci贸n laboral. 鈥淎l quedar establecida una relaci贸n de asociaci贸n los due帽os de las unidades productivas organizan el trabajo de modo flexible sin respetar ni siquiera los descansos del fin de semana鈥, afirm贸 a Cash Germ谩n Quaranta, especialista en empleo rural.
El sindicato podr铆a ser una herramienta para que los trabajadores canalicen sus reclamos en materia laboral. Pero en muchas zonas se descree de la instancia gremial. Una encuesta realizada en la zafra tucumana durante 1999 por un equipo de la Universidad de Buenos Aires encabezado por la investigadora Norma Giarracca dio como resultado que s贸lo el 34 por ciento de los trabajadores estaba afiliado al sindicato Fotia y apenas el 4 por ciento hab铆a votado en la 煤ltima elecci贸n.
Los trabajadores agrarios est谩n excluidos de la Ley de Contrato de Trabajo porque se rigen por una ley espec铆fica de 1980 que, en t茅rminos generales, ofrece un nivel de protecci贸n menor. La ley no contempla la jornada laboral de ocho horas y a quienes trabajan por temporada no se les reconoce un v铆nculo permanente con el empleador. A partir de la creciente industrializaci贸n productiva y capitalizaci贸n del campo algunos analistas hab铆an pronosticado la consolidaci贸n de una fuerza de trabajo estable, con niveles crecientes de calificaci贸n y regulada por una legislaci贸n similar a la del sector de las manufacturas industriales. Pero en lugar de avanzar hacia una mayor formalizaci贸n ocurri贸 lo contrario. La falta de inspecciones laborales llevaron a los grandes grupos agroindustriales a blanquear s贸lo a los trabajadores a quienes le asignan el manejo, por ejemplo, de m谩quinas complejas y costosas como las cosechadoras integrantes. El resto continua al margen de cualquier tipo de derecho laboral, trabajando a destajo y con una presi贸n constante hacia la baja salarial generada por la alta desocupaci贸n y la oferta laboral de los peque帽os campesinos.
El salario promedio de 229 pesos calculado por Renatre deja en evidencia la situaci贸n del sector. En la mayor铆a de los casos el ingreso de bolsillo es mayor porque se otorga una parte importante del sueldo en negro. No obstante, para calcular los aportes jubilatorios, la asignaci贸n familiar y el seguro de desempleo que quiere implementar el Renatre se toma en cuenta esa cifra. Para revertir los exorbitantes niveles de informalidad en diciembre del a帽o pasado se aprob贸 el lanzamiento de la Libreta del Trabajador Rural. El objetivo es blanquear a los trabajadores a partir de la utilizaci贸n de este nuevo instrumento legal. Sin embargo, resultar谩 dif铆cil garantizar su uso generalizado si el Estado no ejerce su rol de polic铆a y hace cumplir la ley. Pues luego de la devaluaci贸n queda claro que el incremento de las ganancias de los due帽os de los campos no garantiza mejores condiciones laborales para la peonada.
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