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Domingo, 1 de junio de 2014
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La emisión de dinero, déficit fiscal e inflación

Tema tabú

No existe entonces ninguna explicación determinista de la emisión de dinero por parte del Banco Central para cubrir el déficit fiscal, como plantea el saber económico convencional. La inflación depende de muchos otros factores.

Por Gustavo D. Romero *
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“El enemigo de la sabiduría convencional no son las ideas, sino el transcurso de los acontecimientos”, John Kenneth Galbraith, La sociedad opulenta (1957).


“Sabiduría convencional” es un término ideado por el economista inglés John Kenneth Galbraith en su libro La sociedad opulenta para dar cuenta de algunos conceptos o interpretaciones generalmente aceptados como verdaderos por la generalidad de las personas, que aparentan ser indiscutibles en un momento específico del devenir histórico, aunque luego se reconozcan como falsos, siendo verdaderos obstáculos epistemológicos para explorar nuevas teorías o elucidaciones.

Uno de estos conceptos es la emisión de dinero por parte del Banco Central para cubrir el déficit fiscal.

Cuando el Banco Central emite dinero para financiar déficit fiscal del Tesoro Nacional se está monetizando deuda y por lo tanto aumentando la base monetaria de la economía. El Banco Central acredita las cuentas del Estado y aumentan las reservas del sistema monetario. Hasta aquí el dinero no ha sido puesto en circulación. A continuación habría que ver hacia dónde se destina ese exceso de gasto.

El Estado utilizará ese dinero para prestaciones sociales, gasto público, rescates bancarios, entre otros fines, por lo que será acreditado en las cuentas de los beneficiarios. En cuanto éstos utilicen ese dinero extra, entonces la oferta monetaria (el dinero en circulación) aumentará. Los efectos que se produzcan en los precios dependerán de varios factores. En primer lugar, dependerá del nivel de capacidad utilizada de la economía. Si está está muy lejos del nivel de capacidad instalada, entonces las unidades empresariales preferirán ajustar vía cantidades y no vía precios, por lo que aumentarán el empleo y también la producción (si aumentan la inversión en capital entonces el nivel de capacidad instalada aumentará con el tiempo).

En segundo lugar, hay que tener en cuenta también la estructura oligopólica del mercado. Si esas unidades empresariales se mueven en un entorno de baja o nula competencia, nada garantizará que ajusten vía cantidades y no vía precios. En cambio, si la competencia es elevada, ajustarán vía cantidades para que sus productos no pierdan atractivo y para no ahuyentar a los clientes hacia un competidor que venda más barato. En tercer lugar, importa la estrategia empresarial de esas unidades y la naturaleza de los productos y servicios a la venta. Si estos productos tienen ventaja competitiva gracias a una estrategia de diferenciación de producto, no necesitarán ajustar vía cantidades sino que podrán hacerlo perfectamente vía precios. En cambio, si las ventas son muy elásticas al precio, entonces preferirán ajustar vía cantidades.

No existe entonces ninguna explicación determinista, y lo que ocurra con los precios dependerá de muchos factores (éstos son sólo los más importantes).

Por otro lado, si ese exceso de gasto va destinado a sanear los balances de los bancos (como ocurre a menudo en Europa, Estados Unidos y Japón, a través del Estado o del Banco Central), aumenta la base monetaria pero no la oferta monetaria. Es decir, el dinero no se pone en circulación en la esfera productiva y no afecta a los bienes y servicios. Por lo tanto, los precios de estos bienes y servicios no aumentarán (por eso no aumenta la inflación en Estados Unidos y en Japón).

Ese dinero queda retenido en la esfera financiera, y los bancos utilizarán ese exceso de reservas para invertir en activos financieros (normalmente con rendimientos a corto plazo). Esto hará que los precios de esos activos financieros sí aumenten. En otras palabras, la nueva cantidad de dinero provocará inflación pero sólo en la dimensión en la que se mueva: en la de los activos financieros. Por esta razón, entre otras cosas, los índices de la Bolsa estadounidense están tan elevados, las acciones están por las nubes, los bonos se cotizan favorablemente. Esto provoca el conocido “efecto riqueza” que acaba impulsando la economía (virtualmente), y aquí tenemos una causa importante de ese pequeño repunte de la economía estadounidense. Algo que, por cierto, no durará mucho.

* Coordinador de La Economía on line.

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