El 12 de agosto pasado, el actual vicepresidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Stanley Fischer, realiz贸 el siguiente comentario: 鈥淐ada a帽o (desde el surgimiento de la crisis) hemos tenido que explicar a mitad de ejercicio c贸mo el crecimiento global ha sido menor del previsto s贸lo seis meses atr谩s. Estos decepcionantes indicadores no s贸lo han llevado a una revisi贸n a la baja de las previsiones de crecimiento a corto plazo, sino tambi茅n a una reevaluaci贸n general del crecimiento a largo plazo鈥.
La 铆ndole sorprendentemente autocr铆tica de las declaraciones de ese importante funcionario da cuenta de un estado de cosas escasamente reconocido por el establishment internacional: la din谩mica del crecimiento econ贸mico no se ha recuperado desde la crisis de 2008-2009, y desmiente reiteradamente los pron贸sticos optimistas surgidos desde las usinas period铆sticas y acad茅micas devotas de la espontaneidad sanadora del 鈥渓ibre mercado鈥. Para comprender en qu茅 punto estamos, conviene repasar algunos datos fundamentales.
Los datos de las principales econom铆as del mundo no permiten grandes optimismos, aunque el aparato publicitario global insiste en realizar proyecciones ascendentes.
En Estados Unidos, a pesar de los reiterados anuncios de 鈥渧igorosa recuperaci贸n鈥, el crecimiento sigue siendo d茅bil. Esto se debe en gran medida a la contracci贸n del mercado laboral provocada por la crisis, la lenta recuperaci贸n del mercado inmobiliario y la falta de inversi贸n genuinamente productiva.
Seg煤n Robert Reich, ex ministro de Trabajo en la gesti贸n Clinton, el ingreso familiar promedio registra hoy una contracci贸n del 6 por ciento en relaci贸n con los niveles que ten铆a antes de la crisis de 2008. La tasa de participaci贸n laboral es hoy en Estados Unidos la m谩s baja desde 1978. De los deudores hipotecarios, el 37 por ciento debe m谩s por sus casas de lo que 茅stas valen. El 15 por ciento de la poblaci贸n est谩 bajo la l铆nea de pobreza, y el 24 por ciento de los ni帽os norteamericanos se ubica por debajo de esa misma l铆nea. Diversos medios se帽alan que buena parte del crecimiento reciente de la econom铆a norteamericana ha sido apropiado por un sector extremadamente reducido de la poblaci贸n. Seg煤n el peri贸dico conservador Financial Times, las clases medias est谩n ausentes de la recuperaci贸n de los Estados Unidos.
En tanto, Jap贸n anot贸 en el segundo trimestre de a帽o una contracci贸n de la actividad econ贸mica, medida en t茅rminos interanuales, del 6,8 por ciento. Si bien se atribuy贸 la fuerte ca铆da al efecto de una suba de impuestos efectuada en abril, la contracci贸n sorprendi贸 a los analistas por su profundidad.
En el segundo trimestre de este a帽o, en Alemania, se verific贸 una contracci贸n en el PBI del 0,2 por ciento. Impresion贸 a煤n m谩s la baja de la producci贸n industrial alemana de un 4 por ciento en agosto en relaci贸n con el mes anterior. Es la ca铆da m谩s acentuada desde 2009. Cabe recordar que Alemania asent贸 su expansi贸n posterior a la crisis en su din谩mica exportadora, que en un porcentaje significativo se orienta a la Zona Euro, que est谩 en declinaci贸n por las propias imposiciones alemanas. Contra toda la evidencia emp铆rica, en la c煤pula del poder europeo contin煤a prevaleciendo el consenso neoliberal que sostiene que el problema para la recuperaci贸n de los pa铆ses son los d茅ficit fiscales, y que lo que debe mejorarse es la 鈥渃ompetitividad鈥.
Francia e Italia tratan de ampliar los l铆mites del d茅ficit presupuestario permitido por la burocracia europea. Mientras la Uni贸n Europea acusa a Italia de intentar evadir medidas para la reducci贸n del presupuesto, funcionarios italianos proponen el debilitamiento del euro, y niveles mayores de inflaci贸n, como estrategia para retomar el crecimiento. El conservadurismo financiero se nota en Europa, donde el cr茅dito privado se orienta en forma espec铆fica hacia las grandes empresas 鈥撀縧as m谩s s贸lidas?鈥, mientras las medianas enfrentan fuertes restricciones crediticias, y en la periferia europea la sequ铆a de fondos es total. La pol铆tica europea est谩 llevando a una saturaci贸n de la deuda p煤blica de sus regiones m谩s castigadas. As铆, la deuda p煤blica espa帽ola lleg贸 en junio a equivaler al 98,4 por ciento del PBI, y contin煤a subiendo. En Italia se la proyecta trepando pr贸ximamente al 135 por ciento del PBI. Con las pol铆ticas de austeridad, las deudas crecen m谩s aceleradamente que la producci贸n.
Gran Breta帽a debi贸 corregir en marzo un 鈥渁gujero鈥 presupuestario de 20.000 millones de libras, producto de sobreestimar el aumento de la actividad econ贸mica en el reino. Comentaba la prensa inglesa en mayo: 鈥淎 medida que las nubes invernales empiezan a partir, pobres niveles de negocios y en inversi贸n residencial apuntan a otro a帽o mediocre para la econom铆a鈥. El impacto redistributivo de la crisis 鈥搊tra traba a la salida鈥 parece no importar a las autoridades: a pesar de que la industria automotriz brit谩nica obtuvo elevadas ganancias en los trimestres recientes, el salario de los trabajadores del sector se mantiene estancado.
El desempleo en la Eurozona lleg贸 en junio al 11,5 por ciento, pero en el mundo neoliberal ese dato no es considerado un factor perjudicial para la recuperaci贸n, sino una contribuci贸n a la mejora de la 鈥渃ompetitividad鈥, v铆a declinaci贸n salarial.
Por otra parte, se observa en general la desaceleraci贸n en el crecimiento de los pa铆ses emergentes, que hab铆an sostenido el crecimiento mundial en los primeros a帽os de la post crisis. El impacto contractivo de las pol铆ticas de inmovilismo en las regiones centrales va llegando a todos los rincones del sistema mundo.
En China se observa un estancamiento de la actividad comercial, menor dinamismo en la venta de inmuebles y moderado crecimiento de la actividad manufacturera. Crecen en esa econom铆a las advertencias en torno de potenciales burbujas inmobiliarias y una suerte de 鈥渂anca en las sombras鈥, que estar铆a financiando riesgosas operaciones especulativas.
La Reserva Federal de Estados Unidos ha anunciado la cercana finalizaci贸n de su programa de compra de deuda p煤blica, que ha sido en los a帽os recientes el motor de los sucesivos 鈥渞ecords鈥 en los precios de las Bolsas norteamericanas.
En Gran Breta帽a se debate si deber铆a comenzar el proceso de aumento de la tasa de inter茅s 鈥損or parte de las autoridades monetarias鈥, hoy en niveles 铆nfimos. Algunos sostienen que es necesario, porque se estar铆an promoviendo burbujas en diversas actividades con la pol铆tica de dinero barato, mientras que otros ven en un aumento prematuro el peligro de acrecentar deudas en familias y empresas, cuando a煤n no han logrado reducir sus pasivos adquiridos en el per铆odo previo a la crisis. El dilema se produce porque el dinero p煤blico no va al sector en donde hace falta 鈥揳liviar la deuda de particulares y empresas productivas鈥, sino que contin煤a alimentando la acumulaci贸n financiera de los sectores m谩s concentrados, lo que impulsa cotizaciones ficticias en diversos mercados.
Los grandes bancos norteamericanos llevan pagadas multas por m谩s de 100.000 millones de d贸lares, debido a sus acciones delictivas antes y despu茅s de la crisis de 2008. Gigantescas estafas financieras se resuelven en los tribunales pagando multas menores 鈥揺n relaci贸n con las ganancias corporativas鈥 y archivando las causas.
En una nueva demostraci贸n de dobles est谩ndares judiciales, un fiscal norteamericano del Departamento de Justicia de ese pa铆s declar贸 que 鈥渘adie es demasiado grande para no ir preso鈥 en relaci贸n con las denuncias por operaciones ilegales contra los bancos europeos BNP Paribas y Cr茅dit Suisse. Vista la impunidad de las grandes firmas norteamericanas, parece que estas 煤ltimas s铆 son demasiado grandes para que se las castigue en serio.
En Alemania, el Deutsche Bank est谩 recibiendo presiones de los inversores para ampliar su capital y robustecer su capacidad financiera, por temores a que una ca铆da en los mercados globales de deuda pueda afectarlo severamente. Pero 驴por qu茅 esos temores, si el discurso oficial sostiene que ya se ha salido de la crisis? Dicho banco apart贸 recientemente 1100 millones de d贸lares para responder a acusaciones legales por manipular la tasa de inter茅s de referencia, realizar maniobras con instrumentos financieros respaldados por hipotecas, y negociaciones indebidas con monedas extranjeras. Cabe recordar que esta casa bancaria tiene una influencia relevante 鈥搗铆a gobierno alem谩n鈥 en las posiciones econ贸micas retr贸gradas que adopta la UE.
A seis a帽os del inicio formal de la crisis, vivimos en un mundo inestable, de fragilidad disimulada. En las recientes semanas de octubre se vivieron en Nueva York fuertes turbulencias burs谩tiles, explicadas por supuestos temores de una tercera recesi贸n en la zona europea. Da la impresi贸n de que cualquier 鈥渘oticia鈥 puede ser el detonante de ca铆das en precios de activos cuyos valores est谩n exageradamente altos.
鈥淏ienvenidos al boom de todo, o quiz谩s a la burbuja de todo鈥, titulaba en julio The New York Times. El NYT argumentaba que alrededor del mundo casi todo tipo de activos est谩 caro en relaci贸n con sus est谩ndares hist贸ricos. 鈥淎cciones y t铆tulos p煤blicos, mercados emergentes y econom铆as avanzadas, torres de oficinas urbanas y propiedad agraria, lo que se le ocurra, est谩 a precios altos en relaci贸n con los fundamentos.鈥
As铆 es como se ha 鈥渞esuelto鈥 la crisis en Estados Unidos: inyectando dinero cuantiosamente, haciendo subir al valor de los activos existentes, ampliando los desequilibrios distributivos, y consolidando la concentraci贸n financiera.
El inmovilismo en las orientaciones ideol贸gicas predominantes en Estados Unidos y Europa s贸lo tiene explicaci贸n en las prioridades econ贸micas del capital financiero, que ha logrado en este tiempo salir impune de la crisis que provoc贸, e incluso reforzar su predominio sobre otros actores de la sociedad en las econom铆as centrales.
Las elecciones en la Uni贸n Europea a fines de mayo reflejaron un creciente malestar pol铆tico con las retr贸gradas pol铆ticas de ajuste implementadas en esa regi贸n. Quiz谩 sea 茅sa una creciente indignaci贸n y movilizaci贸n pol铆tica, el 煤nico lenguaje que 鈥渓os mercados鈥 finalmente entiendan.
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