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Domingo, 15 de febrero de 2015
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La negociación de la deuda y la relación con la troika europea

El laberinto griego

La deuda griega asciende a 315,5 mil millones de euros, lo que representa el 176 por ciento de su PBI. Casi el 70 por ciento está en manos de países europeos y el FMI. Los fondos buitre están al acecho esperando un nuevo canje.

Por Nicolás Taiariol, Martín Fernández y Juan Cruz Lucero *
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Alexis Tsipras.

La histórica victoria de Syriza, el partido de izquierda liderado por Alexis Tsipras, en las elecciones parlamentarias griegas parece marcar un punto de inflexión no sólo para Grecia sino para la Comunidad Europea, ya que podría contagiar políticamente y ayudar al ascenso de partidos antiestablishment en España, Reino Unido, Suecia, Finlandia o Alemania.

La realidad económica griega marca que el país transita profundas dificultades y su futuro depende de qué políticas aplique de ahora en adelante.

La deuda externa es quizás el problema más acuciante que enfrenta Grecia. A partir de 2010, el gobierno comenzó a impulsar una serie de planes de ajustes fiscal que se profundizaron luego en 2012 bajo el gobierno de coalición. Mediante la aprobación de estos planes, Grecia se aseguró la gestión de la troika en la reestructuración de su deuda en 2012, que pasó de representar 160 a 120 por ciento de su PBI gracias a la quita (casi 74 por ciento) aceptada por los adherentes al canje (95 por ciento, según fuentes oficiales).

Sin embargo, las constantes revisiones de la situación fiscal impulsaron a Grecia a comprometerse constantemente con nuevos recortes que estrangulaban cada vez más su economía, institucionalizando así un círculo vicioso en el que sólo se conseguían ingresos mediante créditos con cuentagotas que sumaban nuevas obligaciones de deuda.

Actualmente, la deuda –que en 2012 había conseguido reducirse de 350 a 245 mil millones de euros– asciende a 315,5 mil millones de euros, lo que representa el 176 por ciento de su PBI. Para tener una dimensión más cabal de lo que esto significa, Argentina en 2002 poseía una relación deuda/PBI de 166 por ciento. Se estima que el vencimiento medio de la deuda griega es de 25 años y a un interés del 2,4 por ciento. Casi el 70 por ciento de esa deuda está en manos de países europeos y el FMI (215.800 millones) que, sumados a la deuda que posee el Banco Central de Grecia con el BCE por 41.700 millones de euros, asciende a un total de 257.500 millones de euros.

Alemania es el mayor acreedor de Grecia, con un total de 72.720 millones de euros (28,3 por ciento). Lo siguen Francia con 55.209 millones (22), Italia con 48.380 millones (18) y España con 32.744 millones (12,7 por ciento). Luego, Holanda con 15.507 millones (6,0 por ciento), Bélgica con 9470 millones (3,7), Austria con 7562 millones (2,9) y Finlandia con 4873 millones (1,8 por ciento).

Otro aspecto de la deuda que se vuelve determinante es que, tal como sucede en Argentina, los buitres han hecho su jugada. Los principales fondos buitre (Elliott, de Paul Singer, y Dart Management, de Kenneth Dart) adquirieron deuda griega (3000 millones de euros aproximadamente) en default entre 2010 y 2012 a menos de la mitad del valor de los títulos, esperando litigar ante una quita durante la reestructuración de 2012. Como finalmente no sucedió tal quita para esos títulos, ingresaron al canje materializando una ganancia del ciento por ciento al obtener nuevos títulos que reconocían el valor nominal de los anteriores. A partir de allí, estos fondos se encuentran a la espera de un nuevo intento de reestructuración por parte de Grecia para comenzar sus operaciones en los tribunales europeos (la deuda está emitida bajo ley europea).

Paul Singer ha anunciado públicamente que iniciará acciones legales en caso de que Grecia incumpla las condiciones de los títulos emitidos en 2012. Los buitres ya se han asegurado una más que importante ganancia a través de los CDS (derivados financieros que actúan como seguros contra default), que ya han multiplicado su valor a partir de la victoria de Syriza.

Los montos y la estructura marcan que es casi imposible para Grecia afrontar esta deuda. El gran peso que representa para los países europeos mencionados juega a favor de Grecia a la hora de una eventual renegociación porque una eventual quiebra griega sería muy perjudicial para los balances de los países acreedores. A su vez, la troika ha declarado que no participará de un hipotético recorte de deuda, algo que será determinante para el andar de la economía griega.

A este panorama hay que añadirle la inserción que tendrá Grecia en el mundo. A pesar de que desde el flamante partido gobernante se sostenga que salir del euro no es una opción que estén analizando, es una posibilidad latente.

Mantenerse dentro de la Zona Euro implicaría quedar encorsetado en las políticas de la troika y a los designios de Alemania limitando la política económica griega, pero les aseguraría poder renegociar mejor su deuda, conseguir cierta paz interna y acceder al mercado europeo, que de otra manera le quedaría vedado. Asimismo, en este escenario, Grecia estaría en condiciones de reclamar los ingresos pendientes que había gestionado el gobierno saliente y cuyo precio ya ha pagado la población entera.

Por otro lado, salirse de la Zona Euro implicaría poder establecer una moneda competitiva (mediante una fuerte devaluación), aplicar autónomamente política económica e intentar la reactivación de su alicaída industria (refinerías de petróleo, construcción naval, textiles, cemento y acero más las nacientes industrias lácteas y de agroalimentos, y el tradicional turismo), generando mediante la exportación las divisas necesarias para apuntalar la industria naciente y los compromisos financieros. Un paso fundamental en esta estrategia será desarrollar nuevos mercados y organismos internacionales que le permitan acceder a otras instancias de negociación.

Para desandar el camino que llevó a Grecia a su estado actual es necesario desmontar la estructura económica existente, lo que significa tratar de destruir la resistencia de las clases beneficiadas que desean mantener el statu quo. Entonces, para modificar la vieja estructura y poder afrontar las nuevas políticas económicas, Syriza deberá confeccionar una nueva alianza de clases en donde deberá conjugar a los trabajadores con el empresariado mediano y pequeño, sectores financieros y sectores medios urbanos vinculados con los servicios y la administración pública.

En un contexto europeo caracterizado por la recesión, el aumento del desempleo y el endeudamiento excesivo, Grecia y su nuevo gobierno aparecen como la esperanza de muchos europeos de transformar una economía ligada a la especulación financiera y a la concentración de la riqueza en una economía de corte nacional y popular.

* Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

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