Por Carlos A. Vicente *
En relaci贸n con la nota publicada en la secci贸n Agro del Cash de hace dos domingos, quiero manifestar mi sorpresa al encontrarme con un panfleto que parece surgido de los cerebros de Monsanto o alguno de los otros lobbies pro transg茅nicos. En primer lugar, porque se adjudica en exclusiva a Greenpeace una posici贸n que es compartida por decenas de organizaciones ecologistas, campesinas, de consumidores y del resto de la sociedad civil intentando minimizar el alcance de una demanda, que en Argentina fue asumida por la mesa organizadora del Foro Social Mundial.
Segundo, porque la aplicaci贸n del principio de precauci贸n ha sido consagrado internacionalmente a partir de la Cumbre de la Tierra en 1992 y se lo plantea como una 鈥渆xcusa鈥 para bloquear el comercio cuando todos los argumentos sobre la 鈥渋nocuidad鈥 de los transg茅nicos han sido provistos por las mismas empresas que los producen sin que podamos contar con una evaluaci贸n independiente de los mismos.
En tercer lugar, porque los impactos ambientales de los transg茅nicos ya est谩n ampliamente demostrados y en el caso de la soja RR son devastadores: el monocultivo, el avance de la frontera agr铆cola, el impacto del glifosato (prohibido judicialmente en una localidad de Formosa por su impacto en las comunidades) conforman un c贸ctel explosivo que si bien no se debe exclusivamente al car谩cter transg茅nico de la semilla, tienen en 茅l uno de sus principales componentes.
Adem谩s, 鈥渓os intereses comunes鈥 que la autora menciona no son tales ya que Argentina siempre ha mantenido una pol铆tica en relaci贸n con los transg茅nicos alineada con las directivas de la Uni贸n Europea y por este motivo no tiene ninguna dificultad para comercializar la soja que produce. Y si llegaran restricciones (como, por ejemplo, la exigencia de etiquetado) 茅sta no ser铆a fruto de las pol铆ticas de la Uni贸n Europea sino de la aplicaci贸n del Protocolo de Bioseguridad de Cartagena, que entr贸 en vigencia el 11 de septiembre y establece normas claras para el tr谩fico internacional de transg茅nicos. En este caso, los 鈥渋ntereses comunes鈥 parecen ser un resabio de las pasadas 鈥渞elaciones carnales鈥.
Los intereses que en realidad defiende la demanda de Estados Unidos frente a la OMC son los de las grandes transnacionales que monopolizan el comercio de semilla y que son las que obtienen de esta manera monumentales ganancias, aunque a la autora esta afirmaci贸n pueda resultarle un 鈥渁rgumento de tinte antiimperialista鈥. Finalmente, porque la Uni贸n Europea ha estipulado normas claras en relaci贸n con los transg茅nicos que responden a las demandas de una sociedad que masivamente rechaza los organismos gen茅ticamente modificados y que por lo tanto es muy exigente al establecer las directivas para su aprobaci贸n.
La realidad es mucho m谩s geopol铆tica que lo que la autora cree. Esperamos que su medio asuma este necesario debate.
* Acci贸n por la Biodiversidad
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