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Domingo, 15 de octubre de 2006
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Por Manuel Fernández López

Reglas de oro

Es claro que una economía no crece al ritmo que se le antoja, sino al que le permiten su capacidad productiva, el empleo eficaz de sus recursos, su tasa de ahorro y su distribución del ingreso. ¿Cuál es la máxima tasa de crecimiento? Una economía que funciona sobre la base del empleo de trabajo por el capital, que retribuye al trabajo con sólo lo necesario para consumir, y todo el resto lo destina a acumular más capital, a lo sumo puede crecer tanto como ese “resto” del que se apropia el capital. La tasa de crecimiento es el monto del “resto” nuevo comparado con el monto total de capital existente. Pero ese monto es a la vez el ingreso del capital, al que podemos llamar, por simplicidad, “interés”. Un modo de codificar el resultado es decir que la tasa de crecimiento es igual a la tasa de interés. A esta expresión los estudiosos de modelos de crecimiento económico de la década de 1950 le llamaron “regla de oro”. Este modelo tuvo existencia antes de 1914: “Europa estaba organizada social y económicamente en forma tal de asegurar la máxima acumulación de capital. Aunque había cierta mejora constante en las condiciones de vida cotidiana de la masa de habitantes, la Sociedad estaba armada para poner una gran parte del incremento del ingreso bajo el control de la clase menos llamada a consumirlo. El nuevo rico del siglo XIX no estaba hecho a grandes gastos, y prefería el poder que le confería la inversión a los placeres del consumo inmediato. La inmensa acumulación de capital fijo que, para gran beneficio de la humanidad, tuvo lugar en el medio siglo previo a la guerra, nunca hubiera ocurrido en una Sociedad donde la riqueza estuviera dividida igualitariamente” (J.M. Keynes, Consecuencias Económicas de la Paz, 1920). Por otra parte, Robert Solow (profesor del MIT, Instituto Tecnológico de Massachusetts) presentó en 1956 el que sería el primer modelo neoclásico de crecimiento económico. ¿Cumplía la regla de oro? Edmund S. Phelps, reciente Premio Nobel, hacia 1960 trabajaba cerca de Solow y tuvo oportunidad de criticar la formulación clásica de la regla de oro y proponer una alternativa basada en la optimización de la utilidad entre generaciones sucesivas. Su crítica y presentación propia le dieron material para su primer artículo publicado: “La regla de oro de la acumulación: fábula para especialistas en crecimiento” (American Economic Review, 1961).

Curvas de Phillips

El ingeniero eléctrico, sociólogo y estadígrafo neocelandés William Phillips (1914-75) publicó en 1958 un resultado de carácter estadístico para el Reino Unido, en el período 1861-1975, emparejando cada año la tasa de desocupación con la tasa de variación en los salarios nominales. Poco después, los profesores del MIT Samuelson y Solow sustituyeron la tasa de variación salarial por la tasa de variación de los precios, es decir, la inflación. Los distintos pares de tasa de desempleo y tasa de inflación, dibujados en un diagrama de dispersión, formaban una curva descendente, como el perfil de un tobogán: un bajo nivel de desocupación era acompañado por una tasa inflacionaria alta, y viceversa. El mensaje para los gobiernos –por ejemplo el argentino de hoy– era que podía reducirse la tasa de desempleo, al precio de un rebrote inflacionario; o contener la inflación, al precio de incrementar la desocupación; pero no se podía reducir el desempleo y contener la inflación a la vez. Edmund Phelps andaba por el MIT en esa época y con el tiempo advirtió en Phillips Curves, Expectations of Inflation, and Optimal Unemployment Over Time (1967) que, si al esquema de Phillips-Samuelson-Solow (PSS) se le incorporaban las expectativas acerca de los precios y salarios futuros, el resultado podía ser muy distinto. El Gobierno, en efecto, puede intentar reducir el desempleo en el corto plazo, haciendo que la gente tenga en sus manos más dinero para gastar; ello provocará expectativas de sueldos y salarios en alza, lo que a su vez inducirá conductas inflacionarias (como anticipar gastos en el caso de consumidores, o remarcar mercadería en el caso de vendedores). El proceso sólo se detiene al aumentar el desempleo. ¿Hasta dónde? Hasta una tasa que Friedman llamó tasa natural de desempleo (TND), y que la economía no puede modificar a largo plazo, aunque sí puede hacerlo a corto plazo. De tal modo, si en el diagrama de PSS se mide la inflación en el eje vertical y la tasa de desempleo en el horizontal, a largo plazo la curva de Phillips “ampliada con expectativas” por Phelps no es un tobogán sino más bien un poste, vertical al nivel de la TND. La reformulación de la regla de oro de la acumulación y la curva de Phillips ampliada con expectativas inflacionarias son aportes que la profesión de economistas le reconoce a Edmund S. Phelps, el reciente Premio Nobel en Economía.

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