La historia económica reciente de la Argentina se encargó de derribar varios mitos. Ocurrieron distintos hechos que dejaron en ridÃculo a los más afamados gurúes de la city. No sólo desde el punto de vista de la polÃtica económica (el dólar nunca llegó a 10 ni a 20 pesos, ni hubo hiperinflación) sino también en los negocios financieros. Más allá de las obvias restricciones en los mercados internacionales, quedó claro que el default no fue obstáculo ni para el crecimiento económico ni para que los financistas hagan apuestas por bonos y acciones. Hace un tiempo cayó un mito más, que por estos dÃas vuelve a tener vigencia: a pesar de la falta de acuerdo con el Fondo Monetario, los operadores extranjeros están concretando un importante volumen de negocios con los tÃtulos de la deuda argentina.
El mito establece que el FMI es el gran veedor de las economÃas emergentes, y para un operador extranjero serÃa poco menos que descabellado invertir en activos de un paÃs que no tenga el visto bueno del organismo. La realidad argentina echa por tierra con ese postulado.
Los inversores de afuera se volcaron en forma intensiva a hacer negocios con papeles de deuda argentina. Lo cierto es que, asà como sucedió en el canje, existen diversas razones para que ello suceda. Ese masivo ingreso de capitales hizo subir los precios de los tÃtulos públicos, tendencia que se acentuó no bien el gobierno puso trabas a ese fenómeno.
n Los flamantes bonos en pesos son los preferidos para eludir los controles. A través de una sociedad de Bolsa o de un banco que tenga filiales off-shore (en Montevideo o en Nueva York), los inversores adquieren Discount o Par en pesos. Están apostando a una caÃda del dólar frente a la moneda local. Si asà fuera, el inversor rescatará en el futuro más dólares que los invertidos en el inicio.
n En el peor de los casos, si la paridad sigue clavada en 2,90, esos tÃtulos aseguran una renta porque ajustan por inflación.
n Si se cumplieran los pronósticos de EconomÃa, el rendimiento de los bonos en pesos serÃa de entre 11 y 12 por ciento anual (rinden CER más 2 puntos). Como se espera que el tipo de cambio se mantenga en los valores actuales, la ganancia de los inversores termina siendo en dólares.
n En esa misma lÃnea, cabe recordar que la rentabilidad en los mercados desarrollados está muy lejos de estos valores. La tasa de largo plazo en los Estados Unidos, a 10 años, orilla apenas el 3,9 por ciento anual.
n En los fondos de inversión y bancos internacionales creen que, tras la reestructuración de la deuda, la Argentina empezó un cuaderno nuevo y se descarta un nuevo default en los próximos años. El fuerte superávit fiscal y reservas por unos 23 mil millones de dólares en el Banco Central respaldan esa evaluación.
n La única piedra que los financistas observan en el camino es Brasil. En Wall Street y en la city no descartan que se agrave la crisis polÃtica. En ese caso piensan que los activos argentinos se verÃan afectados, al menos inicialmente.
Lejos de cualquier mito, los operadores internacionales hacen su juego, aun cuando ello implique apostar por el otrora despreciado peso. Los bonos nominados en la moneda doméstica se convirtieron en la estrella de la city y también de Wall Street. Aunque el FMI no otorgue su sello de calidad.
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