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Domingo, 11 de agosto de 2002
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ROBERTO LAVAGNA AGRANDA EL PROBLEMA DE LOS AMPAROS

“No hay problema”

Por Javier Artig

En los primeros días de su gestión Roberto Lavagna estaba convencido de que los medios de comunicación reflejaban sólo las malas noticias, como si hubiera habido otras, amplificando el mal humor social. Pero el ministro rápidamente dejó de lado sus divagues intelectuales sobre el rol de los medios en una sociedad para empezar a utilizarlos, con la colaboración involuntaria, por ignorancia, o poco inocente de ciertos periodistas. En las últimas semanas Lavagna le tomó el gustito de mostrar una realidad que no tiene nada que ver con lo que está pasando, con el objetivo de arrimar agua a su molino. Hubo maniobras burdas, cuando decía que iba todo bien en Washington en la negociación con el FMI y sólo la intervención de último momento de Paul O’Neill le salvó el partido. O la de presentar como un triunfo que está redactando el borrador del acuerdo con el FMI, cuando se sabe que ese documento lo escriben los técnicos del organismo y luego lo entregan a Economía, para que cumplan con el trámite formal de girarlo a Washington. La manipulación más reciente de la información por parte del ministro se refiere a la importancia de los amparos contra el corralito.
Lavagna sostiene que resulta imprescindible poner un freno al drenaje de recursos vía judicial porque impide establecer un ancla monetaria, reclamo que el Fondo Monetario ahora ha puesto como bandera innegociable. Incluso exageró con que la fuga potencial por amparos llega a unos 16 mil millones de pesos, lo que implica una bomba de tiempo sobre su política de estabilización económica. Con esa amenaza apura a la Corte Suprema para que frene los amparos o adelanta que, en caso contrario, tiene preparada una estrategia para detener definitivamente la salida de depósitos por orden de jueces.
En realidad, el ministro, el Fondo Monetario y el Banco Central no tienen ni la más mínima idea de cuántos recursos quedan pendientes y el monto involucrado en esas acciones. Cualquier cifra que exponga Lavagna es fruto de su imaginación. “El Buen Inversor” consultó a los funcionarios encargados de ese tema, tanto en el Palacio de Hacienda como en la entidad monetaria, admitiendo éstos que les resulta imposible hacer una estimación porque carecen de información, debido a que ésta está atomizada en decenas de juzgados de todo el país.
En realidad, el saldo de la evolución del programa monetario del mes pasado desdramatiza el problema del corralito-corralón, con cifras que deberían orientar al ministro a preocuparse de aspectos más importantes para la economía, vinculados con el sector real más que con el financiero. La caída de depósitos del sector privado fue de 681 millones de pesos en ese período. El goteo de depósitos de cuentas a la vista se detuvo. Más aun, el balance del corralito contabilizó un aumento de 389 millones. El descenso de la colocación del corralón alcanzó los 1811 millones, con apenas 525 millones por amparos y el resto por cancelación de préstamos con plazos fijos. Así, las necesidades de fondeo de las entidades en julio fue de apenas 320 millones, que financiaron con sus reservas y con asistencia del Banco Central. Lo novedoso fue el crecimiento de los nuevos depósitos, denominados libres, en 741 millones, totalizando 9218 millones. El sistema está adquiriendo una dinámica propia, con dinero nuevo que ingresa que permite atender gran parte de los retiros. Entonces, ¿cuál es el objetivo de Lavagna de plantear como tragedia la efectivización de amparos?

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