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Domingo, 6 de febrero de 2011
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Especulación financiera con los precios de los alimentos

Jugar en la city con porotos

La falta de regulación internacional dio lugar a una multiplicación de operaciones especulativas con commodities. Entre 2002 y 2008, la cantidad de contratos a futuro creció 600 por ciento y los precios se dispararon. Consecuencias y desafíos.

Por Tomás Lukin
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Las inversiones financieras en alimentos son realizadas por bancos, hedge funds y fondos de pensión.

El incremento en el precio de los alimentos es un componente central en la inflación de los países de América latina y las economías en desarrollo. La especulación que se realiza con productos como arroz, maíz, soja, trigo, café y azúcar en los mercados financieros internacionales juega un papel determinante para explicar por qué, en un escenario de lenta recuperación global de la demanda y crecimiento de la oferta, los precios de los alimentos se encuentran en los valores más altos de los últimos 30 años. La inflación en la Argentina no está ajena a este fenómeno. Aunque el alza internacional en el precio de los alimentos causada por la especulación no puede explicar la totalidad de las variaciones en los precios relativos del país, es un factor relevante a la hora de analizar cualquier proceso inflacionario en la región.

El Indice de Precios de los Alimentos que elabora la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) alcanzó su pico en julio de 2008 en medio de la turbulencia financiera global. Desde ese momento los registros cedieron, pero se estabilizaron en valores altos para volver a repuntar desde fines de 2009 y quebrar nuevamente el record histórico el mes pasado. El precio del trigo trepó 59 por ciento en un año, el maíz un 58 por ciento y el arroz un 44 por ciento, golpeando la estructura de precios en países importadores y productores.

El dinamismo de la demanda de alimentos proveniente de las potencias en auge, fundamentalmente India y China, es la explicación dominante para este fenómeno. Sin embargo, para la prestigiosa economista india Jayati Ghosh, los aumentos de precios en los alimentos no están generados por la creciente demanda de los países en desarrollo. Abona esa hipótesis el dato de la FAO, que revela que el consumo total de granos creció menos del 2 por ciento el último año y para algunos productos cayó. La especialista no niega la existencia de shocks de oferta por distintas cuestiones climáticas durante 2010, pero considera que la actividad especulativa jugó un papel central en la evolución de los precios.

La especulación en esos mercados se hace a partir de operaciones a futuro con índices compuestos por un conjunto de veinte o más commodities. En sus orígenes, las transacciones a futuro con los commodities surgieron como mecanismo de cobertura de riesgo para las empresas del sector, pero la laxa o nula regulación de esos segmentos incentivó la creación de otras herramientas utilizadas por los grandes jugadores para cubrirse de caídas en la rentabilidad de otros sectores. Según Timothy Wise, director del GDAE, un instituto especializado en desarrollo, “los llamados Index funds suelen apostar a largo plazo a la suba en los precios y mantienen sus inversiones por un período más largo que las empresas que buscan cobertura. Esta tendencia empuja los precios y atrae al capital especulativo. Entre 2002 y 2008, la cantidad de contratos a futuro de commodities creció un 600 por ciento y estas inversiones se convirtieron en un paraíso seguro durante la debacle financiera global. Esas operaciones son realizadas por instituciones e individuos ajenos a la actividad como bancos de inversión, hedge funds y hasta fondos de pensión, y en un 80/90 por ciento se realizan bajo una modalidad denominada OTC (“por arriba del mostrador”), sin pasar por los registros públicos. En esas operaciones también juegan otras materias primas como petróleo, gas, metales y minerales.

“Lejos de convertirse en mercados eficientes como sostiene la teoría dominante, permitieron la emisión de señales erróneas muy efectivas a la hora de manipular el comportamiento del mercado”, consideró la economista india. En ese sentido, distintos especialistas heterodoxos como Ghosh proponen desde mejoras en la regulación de las operatorias realizadas con contratos financieros de alimentos hasta la creación de instituciones públicas que intervengan en los mercados de alimentos similares a una Junta Nacional de Granos.

En la Argentina, el esquema de retenciones (y compensaciones) permite amortiguar parcialmente el impacto de la especulación sobre los precios locales, sin recurrir a la apreciación del tipo de cambio como hicieron otras economías. Pero las presiones inflacionarias no desaparecen. Países de la región como Brasil, Chile, Colombia y Perú encararon ese escenario mediante otros diseños de política monetaria y cambiaria.

En “El régimen bajo presión: los esquemas de metas de inflación en Brasil, Chile, Colombia y Perú durante el boom en los precios internacionales de materias primas”, los economistas Martín Abeles y Mariano Borzel reconocen la eficacia de esos diseños institucionales para coordinar las expectativas inflacionarias y mantener la inflación dentro de los objetivos establecidos por los gobiernos. Sin embargo, el documento que esos economistas prepararon para el Cefidar advierte sobre los costos en materia de competitividad cambiaria, desarrollo de sectores no tradicionales, nivel de empleo y la fragilidad financiera que implicaron esas políticas. Al mismo tiempo, el trabajo reconoce que en Brasil la existencia de un banco de desarrollo permitió compensar parcialmente las altas tasas de interés y la apreciación cambiaria

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