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Domingo, 29 de diciembre de 2002
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FLEXIBILIZACION DEL CONTROL DE CAMBIOS Y DE CAPITALES

Riesgo de jugar con fuego

La dupla Lavagna-Prat Gay avanzó en aflojar las restricciones para
la compra y el giro de dólares al exterior. El objetivo es sostener
el actual valor de la divisa con el peligro de perder reservas.

Por Claudio Zlotnik

Qué hacer con el dólar? A un año de la salida de la convertibilidad, la estrategia del Gobierno frente al tipo de cambio volvió a ser un tema central. Lo fue a comienzos de 2002, cuando el Ejecutivo aplicó la devaluación. También, meses más tarde, la continua escalada de la divisa obligó a los funcionarios a aplicar un estricto control cambiario. Superadas las turbulencias, el Gobierno empezó a desplegar un nuevo plan, flexibilizando algunas restricciones al control de cambios. Fue la manera de atender los reclamos que al ministro Roberto Lavagna le vienen haciendo desde Washington, sin importar los costos que pueda tener tal decisión.
En la city creen que, efectivamente, los últimos pasos dados por el Gobierno –la eliminación del mercado oficial minorista del dólar y el aflojamiento del torniquete cambiario– servirán para poner un freno a una tendencia que parecía irreversible: la caída brusca de la moneda estadounidense. En todo caso, apuntan en el microcentro, ante un evento negativo que desemboque en una corrida, el Banco Central dispone de 10.400 millones de dólares en reservas para pararla. Por el contrario, si la revalorización del peso persistiese, podrían levantarse otras restricciones. De esta forma, sostienen los financistas, Lavagna se dará el gusto de mantener la paridad en un piso de 3,40 pesos y un techo de 3,70. Un dólar alto, preferencia que el propio Lavagna se encargó de comunicar, y que sin dudas favorece al sector exportador.
El problema es que tanto la reafirmación de ese enlace sectorial como también la señal política hacia Estados Unidos tienen sus costos: la mayor demanda de divisas de los grandes operadores, ya sea por simple atesoramiento o bien para girar al exterior en concepto de pago de deudas por parte de las empresas, provocará una pérdida de reservas.
Desde la ortodoxia se aplaudió la decisión. De otra manera, aseguran, la continua emisión de pesos para quedarse con el superávit comercial hubiese desembocado en un rebrote inflacionario. En lo que va del mes, el BC lanzó al mercado unos 1500 millones de pesos por las compras netas de divisas, y lo cierto es que no existe ninguna señal de que se estuviera cerca de un aumento de la inflación.
A simple vista, las últimas decisiones de Lavagna y Prat Gay parecen equivocadas: los mismos dólares a los que el Gobierno dio cuidado intensivo hasta hace un par de días ahora avala que se fuguen, aun cuando hay muy pocas certezas sobre el futuro inmediato, y todavía no se puede decir que la Argentina haya dejado atrás la peor crisis económica de su historia. No sea cosa que, como ya ocurrió en otras oportunidades, las pruebas de amor sean desatendidas por quien se quiere cortejar y tengan un alto costo para el pretendiente.

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