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Domingo, 4 de diciembre de 2011
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Del corralito 2001 a un sistema sólido y con recursos abundantes

Escudo anticorridas

La desdolarización de los depósitos y la fortaleza patrimonial de los bancos son pilares básicos de un sistema que puede enfrentar con éxito situaciones de estrés cambiario, como el verificado el mes pasado.

Por Cristian Carrillo
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Hasta septiembre los bancos ganaron 5488 millones de pesos.

Esta semana se cumplieron diez años del corralito bancario. Fue presentado como una manera de preservar a los bancos ante la sostenida y creciente salida de depósitos, fuga que las mismas entidades alentaban. En el mes pasado, en la city se volvió a especular con nuevo corralito, como desenlace por la sangría de depósitos en dólares. La ola de rumores, de la que se hicieron eco ciertos medios y fue fogoneada a través de mails y redes sociales, se inició tras la implementación de los nuevos controles a la compra de moneda extranjera. Una comparación del sistema financiero en 2001 con el actual permite develar las enormes diferencias entre los dos procesos. Sólo existe una coincidencia entre ambos momentos: el lobby de parte del establishment financiero.

La última cifra oficial, comunicada por el Banco Central, muestra una fuga de divisas en lo que va del año de 18.351 millones de dólares, cerca del máximo alcanzado en 2008, de 23.165 millones. A esto se suman unos 2000 millones que salieron de los bancos en depósitos en dólares durante noviembre. Esa tendencia ha sido decreciente a lo largo de la semana: la compra de dólares se redujo a una tercera parte y la salida de depósitos a menos de la mitad. Pero, en sólo quince días, en el lapso en que se intensificó, esa demanda especulativa alcanzó para que se lucubraran supuestas medidas oficiales para un mayor control sobre los ahorros, incluyendo un corralito y pesificación. El argumento de los gurúes de la city es que los bancos no estaban en condiciones de cumplir con la demanda de divisas y que el Central perdía reservas de libre disponibilidad, una noción de cobertura heredada de la convertibilidad.

La principal diferencia con el corralito de Cavallo es el bajo nivel de dolarización de los depósitos. Las inmovilizaciones en moneda extranjera representaban al momento del corralito un 66 por ciento del total de depósitos. Las del sector privado ascienden actualmente a 312.889 millones de pesos –nivel máximo histórico–, mientras que los depósitos en dólares equivalen a unos 57.600 millones (de pesos), un 18,1 por ciento de participación en el volumen total. Además, mientras se retrajeron las colocaciones en moneda extranjera en un 12 por ciento los depósitos en pesos acumularon en el año un incremento de 27,4 por ciento interanual, de acuerdo con el Informe sobre Bancos de septiembre de la autoridad monetaria.

La situación con los créditos también es diferente. En diciembre de 2002, el volumen de préstamos al sector privado era de 38.470 millones de pesos, y al público, un 44.337 millones. En septiembre último se registró un nivel de crédito al sector privado de 269.609 millones de pesos, contra 29.061 millones al público. En los noventa, además, el 65 por ciento de los préstamos era en dólares, contra un 14 actual y sólo a deudores cuya actividad generen las divisas suficientes para cumplir con el pago de los vencimientos. Entre los argumentos apocalípticos, se hizo hincapié en que la caída de los depósitos en dólares iba a estrangular la prefinanciación de exportaciones. Si bien se está lejos de esa situación, existe también la posibilidad de cambiar la normativa para que no deba anticiparse la liquidación por sus ventas al exterior, evitando la necesidad de pedir una línea de crédito antes de exportar.

A todo esto deben sumarse las ganancias record que vienen exhibiendo los bancos en los últimos años. En 2010 cerraron con un margen positivo de 7438 millones de pesos y en lo que va de este año (hasta septiembre) alcanza a 5488 millones. En 2002 los bancos perdieron 15.784 millones de pesos. Los ratios de liquidez también son elevados, ubicándose actualmente en un 27,6 por ciento, lo que denota todavía una significativa capacidad prestable. Estos números, de fácil consulta para cualquier, desmoronan el castillo de rumores

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