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Domingo, 23 de febrero de 2003
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LAS ACCIONES GANAN ESPACIO EN EL MENU DE LOS INVERSORES

Un mercado panqueque

Plazos fijos y títulos públicos y privados, evaluados de bajo
riesgo, reportaron quebrantos importantes debido al corralito y al default. Las acciones, en cambio, resultaron un refugio seguro.

Por Javier Artig
El corralito y el default modificaron la evaluación de riesgo financiero en el mercado argentino. Como un panqueque, la percepción de poseer en cartera activos más o menos arriesgados se dio vuelta en la plaza local. Aquellos considerados conservadores, por su escasa renta asociada a su menor riesgo relativo, quedaron en la otra vereda debido a la ruptura generalizada de los contratos en el sistema bancario y en el negocio de bonos, tanto públicos como privados. En cambio, los que se piensan como activos reservados para especialistas o para inversores sofisticados o que gustan de emociones fuertes, por ejemplo las acciones, sin cambiar sus características de riesgo, se igualaron al resto de las opciones. Esto no significa que se hayan convertido en alternativas más seguras sino que el mercado argentino en su totalidad se ha convertido de sumo peligro.
Los ahorristas que confiaron sus depósitos a los bancos registraron un fuerte quebranto, magnitud de la pérdida que no tuvo relación con el riesgo implícito de esa alternativa de inversión. Lo mismo, aunque en un grado superior de riesgo, sucedió con los títulos públicos, papeles que el Estado dejó de pagar. Del mismo modo que en los casos de empresas de primera líneas, con indicadores de solvencia destacados por las calificadoras, que declararon la cesación de pagos de sus compromisos.
En cada una de esas opciones, el inversor apostaba a rentas medianamente bajas pero, en primera instancia, consideradas seguras. El colapso argentino trastrocó esa escala de peligros. Y las acciones, colocadas al tope de las inversiones de riesgo por especialistas que dicen entender de las amenazas y beneficios de las alternativas financieras, se convirtieron en un refugio seguro ante el descalabro del sistema. Que los papeles empresarios pasaran a ocupar ese lugar de tranquilidad y, fundamentalmente, de rentabilidad, refleja el nivel de destrucción de la confianza y previsibilidad del mercado argentino.
En este período de devastación de riqueza financiera, las acciones fueron una fuente de ganancias. En algunos papeles acompañando la evolución del dólar, y en otros superando el recorrido del billete verde. Más allá de la trinchera del dólar, en la cual se cobijaron en forma desesperada muchos inversores en los meses posteriores a la salida traumática de la convertibilidad, la plaza bursátil recobró atractivo. No será la vedette de la primera mitad de la década del ‘90; se asemejará a la que existía en los ‘80, con un perfil local, sin operadores extranjeros, pero con una convocatoria no tan selectiva. Así, las acciones empezarán a ocupar un lugar cada vez más relevante en el menú de las carteras de inversiones.

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