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Domingo, 31 de agosto de 2003
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COMO SE PERFILA EL SISTEMA BANCARIO DE LA ERA K

Un lugar en el mundo

El régimen de los ‘90, dominando por la banca extranjera, estalló. Varias de esas entidades preparan su partida. Más concentración.

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El sistema argentino va rumbo a repetir el modelo mexicano: pocos bancos en el mercado.
Por Claudio Zlotnik

El modelo de sistema financiero de los años ‘90 se desplomó junto con el gigante de pies de barro que fue la convertibilidad. La crisis demolió ese mito de que los poderosos grupos internacionales serían indestructibles. Terminada la magia del uno a uno se descubrió la triste realidad: los bancos extranjeros que no huyeron aprovechando la conmoción, utilizaron el atajo de presentarse como sociedades anónimas argentinas. Apenas una mala caricatura de lo que pretendieron mostrar. Sin dudas, el sistema financiero que acompañará la administración Kirchner será muy diferente al de la década pasada.
Distintas fuentes de la city arriesgan que, tras el acuerdo con el Fondo Monetario y la efectivización de las compensaciones, algunos grupos extranjeros abandonaría la plaza local. Estarían aguardando la normalización de la economía para evitar una venta a precio de remate. Una mayor concentración del sistema parece inevitable. Por ahora, algunas entidades optaron por achicarse en forma paulatina, pero a paso continuo: los estadounidenses Citi y BankBoston llevan la delantera de ese ajuste.
Algunos especialistas suponen que el nuevo modelo se parecerá al mexicano. Desde el Tequila, la cantidad de bancos se redujo a casi la cuarta parte, y entre la docena que quedan, sólo cinco se reparten el 90 por ciento de los depósitos. En la Argentina, actualmente, los primeros cinco del ranking concentran el 54 por ciento de los depósitos. Porcentaje que se amplía al 75 por ciento para los primeros diez.
Con respecto al negocio crediticio, México también se presenta como modelo probable. Tal como sucedió tras el colapso de la convertibilidad, allí también se derrumbó el stock de préstamos. La caída resultó del 60 por ciento. Y recién empezó a repuntar en forma vigorosa en el 2001, seis años después del estallido.
Los financistas suponen que la reactivación del crédito también será a cuentagotas en la Argentina. Y que, a diferencia de las necesidades del Gobierno, los bancos privados privilegiarán los préstamos a los individuos. Quedarán relegadas las pymes industriales, que serían las mayores demandantes de préstamos, pero también las menos confiables para los banqueros. Esas empresas, entonces, quedarían a merced de las políticas de los bancos públicos.
Después del terremoto, los banqueros irán tras el negocio seguro: aquellos que se puedan hacer con las cuentas sueldo y las jugosas comisiones que cobran por distintos servicios: transferencias, mantenimiento de cuentas, seguros y el financiamiento con las tarjetas de crédito. Todos negocios focalizados en el ámbito minorista. Si los bancos clausuran cualquier actividad que implique asumir riesgos y sin el Estado como socio bobo, el actual sistema parece demasiado grande para tan pobres pretensiones.

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