Por Carlos Mendo *
Poco despu茅s de dejar la presidencia en 1960, un periodista pregunt贸 a Dwight D. Eisenhower cu谩l era, en su opini贸n, el mayor error pol铆tico que hab铆a cometido en sus dos mandatos presidenciales. Eisenhower no lo dud贸 un instante: 鈥淓l nombramiento de Earl Warren para el Tribunal Supremo鈥. La contundencia en la contestaci贸n del viejo general era comprensible. Warren, tres veces gobernador republicano de California, hab铆a sido propuesto por Eisenhower para la Corte Suprema de la naci贸n por sus intachables credenciales conservadoras. Intachables hasta entonces, porque una vez incorporado al Alto Tribunal, primero como magistrado y m谩s tarde como presidente, Warren se convirti贸 en una de las voces m谩s liberales en la bicentenaria historia del Supremo de Estados Unidos. 驴Podr铆a ocurrirle lo mismo a George W. Bush con su designaci贸n de John Roberts para cubrir la vacante de Sandra Day O鈥機onnor, que dimiti贸 por razones personales a primeros de mes y que ha hecho historia como la primera mujer en vestir la toga de magistrada del Supremo?
Habr谩 que ver, primero, si el Senado confirma la propuesta, y luego esperar las primeras sentencias en las que intervenga el nuevo justice (magistrado). Sorpresas las ha habido, y muy recientes. La primera, la de la dimisionaria O鈥機onnor, que, nombrada por Ronald Reagan, ha hecho bascular, en un buen n煤mero de ocasiones, las decisiones del lado liberal cuando se ha producido un empate a cuatro en el seno del tribunal de nueve miembros. Como ha ocurrido varias veces con otros dos magistrados nombrados por administraciones republicanas, David Souter y Anthony Kennedy, que han sorprendido con sus votos a sus propios patrocinadores. Y es que hay un ingrediente que muchos repartidores de etiquetas pol铆ticas se empe帽an en olvidar y que no es otro que el car谩cter vitalicio de la magistratura. Los presidentes llegan y se van. Los justices son magistrados de por vida. Y ah铆 est谩 el caso del actual presidente de la Corte Suprema, William Rehnquist, que a pesar de sus 80 a帽os y su c谩ncer de tiroides sigue al pie del ca帽贸n.
Bush, cuyo segundo mandato s贸lo le ha deparado hasta ahora disgustos 鈥揹esde Irak hasta el bloqueo por un Congreso de mayor铆a republicana de sus proyectos legislativos prioritarios, como la reforma del sistema de pensiones鈥 necesita reafirmar sus credenciales conservadoras con su base electoral y, al mismo tiempo, no enfrentarse abiertamente a un amplio sector centrista de la poblaci贸n que no desea un Tribunal Supremo radicalizado que cambie la interpretaci贸n constitucional vigente en asuntos tan sensibles como el derecho al aborto y otros temas sociales. Por eso, con la vista puesta en las legislativas del pr贸ximo a帽o y en las presidenciales de dentro de tres, en las que pretende dejar un sucesor republicano en la Casa Blanca, ha nombrado a John Roberts, un conservador ma non troppo.
La propuesta ha tomado desprevenidos a los legisladores dem贸cratas, que afilaban los cuchillos a la espera de un candidato de claro perfil neoconservador y ultrarreligioso. Aunque varias asociaciones de derechos civiles ya han anunciado su movilizaci贸n para impedir la confirmaci贸n de Roberts, los congresistas dem贸cratas lo tienen cuesta arriba. No s贸lo porque el designado, como parte del establishment washingtoniano, es buen amigo de la mayor铆a de ellos, sino porque hace s贸lo dos a帽os votaron por unanimidad su designaci贸n como magistrado de la Corte de Apelaciones de Washington, el tribunal m谩s prestigioso del pa铆s despu茅s del Supremo. Por lo dem谩s, las credenciales jur铆dicas de Roberts son intachables. Licenciado en Derecho summa cum laude por Harvard, Roberts ha trabajado para el Departamento de Justicia y para la abogac铆a del Estado durante la presidencia de Bush padre, representando a la administraci贸n federal en 39 ocasiones ante el Tribunal Supremo. Bush necesita desesperadamente este triunfo pol铆tico y posiblemente lo conseguir谩. Pero en 2008 el presidente, ya convertido en ex, regresar谩 a su rancho de Crawford donde, dada la talla del elegido, quiz谩 llegue a la misma conclusi贸n que Eisenhower hace m谩s de 50 a帽os.
* De El Pa铆s de Madrid. Especial para P谩gina/12.
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