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Domingo, 8 de abril de 2007
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LOS BIOCOMBUSTIBLES ENFRENTAN A CASTRO Y CHAVEZ CON BUSH Y LULA

La guerra fría del etanol

Por Por Fernando Muñoz, desde Bogotá, Colombia
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Castro con Chávez; Bush con Lula.

América latina es el campo de batalla de una “guerra fría” en torno de los biocombustibles que enfrenta a dos bandos bien diferenciados: Brasil y EE.UU., sus principales impulsores, y Cuba y Venezuela, sus máximos detractores. En un editorial publicado en el diario oficial Granma con el título de “La internacionalización del genocidio”, el líder cubano, Fidel Castro, reiteró sus críticas al uso de tierras cultivables para producir combustibles y apoyó así la posición de su principal aliado, el mandatario venezolano, Hugo Chávez.

La posición del eje La HabanaCaracas es, como en la mayoría de los temas, la opuesta a la del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien, pese a provenir de una familia petrolera, se ha convertido en un paladín del desarrollo de los biocombustibles junto a su colega brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Entre Estados Unidos y Brasil producen el 70 por ciento del etanol del mundo, mientras que Venezuela es el quinto productor mundial de petróleo.

“Este colosal derroche de cereales para producir combustible, sin incluir las semillas oleaginosas, sólo servirá para ahorrarles a los países ricos menos del 15 por ciento del consumo anual de sus voraces automóviles”, escribió Castro. El asesor especial para Asuntos Internacionales del presidente brasileño, Marco Aurelio García, vio en esa frase “cierta incomprensión” de parte de Castro respecto de los biocombustibles. “El problema del mundo es la falta de renta, no de alimentos”, y en el caso de Brasil, la producción de biocombustibles no reducirá las áreas sembradas para la alimentación ni significará derrumbar un árbol de la selva amazónica”, aseguró García.

Hace una semana Castro había escrito también en Granma que la “idea siniestra” de Estados Unidos de desarrollar el etanol, combustible producido principalmente a partir de la caña de azúcar o el maíz, condena “a muerte prematura por hambre y sed a más de 3000 millones de personas en el mundo”. Por las mismas fechas, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que visitó EE.UU., acordó con Bush una alianza para producir biocombustibles, mediante proyectos piloto en Haití, República Dominicana, El Salvador y Saint Kitts y Nevis.

Al igual que Castro, Lula escribió un artículo en un diario, The Washington Post, sobre los biocombustibles. El “etanol no amenaza al medioambiente” y tampoco es una amenaza a la producción de alimentos, afirmó. Además, su asesor para asuntos internacionales recordó que Venezuela “estaba interesada también en la producción de etanol y otros biocombustibles”, al punto de que está sustituyendo parte del plomo de la gasolina por etanol. Incluso, la empresa estatal venezolana Pdvsa firmó en febrero del 2005 un acuerdo con la brasileña Petrobras por el que ésta le iba a vender etanol y se establecía una cooperación tecnológica para insertar ese combustible en la matriz energética venezolana.

Sin embargo, durante la gira paralela a la de Bush que hizo por Latinoamérica en marzo pasado, Chávez rechazó el etanol y pidió a “todos los países hermanos”, entre los que citó a Brasil, que las tierras que se usan para sembrar caña de azúcar y maíz para elaborar ese combustible se destinen a “producir alimentos para la gente”.

Al rechazo de Castro y Chávez al etanol también se ha sumado el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que recientemente acusó a Bush de encarecer los precios de algunos alimentos y de algunos de los insumos para la producción del etanol. En Centroamérica, donde la caña de azúcar es uno de los principales productos agrícolas, la mayor parte de los países tiene proyectos incipientes de producción de etanol.

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