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Domingo, 12 de enero de 2003
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UNA NUEVA ESTAFA VENDIDA COMO “ESTIMULO ECONOMICO”

Marx leído por George Bush

Es improbable que el presidente de EE.UU. haya leído a Marx, pero, de haberlo hecho, hubiera interpretado sus denuncias de la burguesía como manual de instrucciones.

Por Claudio Uriarte
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Karl Marx, una insospechada inspiración para Bush.
El Estado es el comité ejecutivo para la gestión de los asuntos de la clase dominante como un todo.” George W. Bush no leyó a Karl Marx, pero es probable que, de haberse topado con esta célebre exageración didáctica del autor de Manifiesto Comunista, la hubiera aprobado como quien encuentra su modo de hacer las cosas en un manual de instrucciones. Toda su vida fue una sucesión de favores recibidos y devueltos a la clase dominante: desde la Guerra de Vietnam que pasó sobrevolando Texas, la benevolencia de la Comisión de Valores de la época de Bush padre a la hora de examinar sus manejos como CEO de la petrolera Harken y las masas de dinero que el establishment depositó en sus campañas hasta la benevolencia con que él mismo trató los escándalos corporativos del año pasado y una megarreducción de impuestos para ricos que cambió en un año un superávit de 150.000 millones de dólares en un déficit de la misma magnitud.
Ahora se prepara para hacerlo de vuelta. El presidente lanzó esta semana lo que llamó un “paquete de estímulo económico” centrado en la abolición del impuesto a los Dividendos. Estimulante sin duda será, pero sólo para los que más tienen: más de la mitad de los beneficios del paquete, que costará al fisco la suma de 600.000 millones de dólares, irá a parar a los norteamericanos con ingresos superiores a los 200.000 dólares anuales, y un cuarto a los que ganan más de un millón. Simultáneamente Bush ha hablado de congelar todos los gastos del Estado –especialmente los destinados a la seguridad social– excepto los que se deriven de levantar su intocable elefante blanco: un Ministerio de Seguridad Interior que no servirá para la Seguridad Interior y cuyo único logro duradero será introducir la precarización del empleo público. De los desocupados, la clase media o los estados que se encuentran al borde de la bancarrota, ni una palabra. Y desde luego, sin la reactivación del consumo que podría generarse de un genuino paquete de estímulo, lo que pasa por tal sólo estimulará a los favorecidos a guardarse el dinero en el bolsillo: después de todo, un ciudadano rico no come por 50 personas, ni vuelve a su casa en una flotilla de automóviles, ni compra televisores todos los días ni nuevas mansiones todas las semanas. El efecto sobre la inversión será inexistente en una economía en recesión, y algo parecido puede aventurarse sobre la Bolsa. El resultado será todavía más déficit, al que habrá que agregar entre 50.000 y 200.000 millones de dólares si Bush decide invadir Irak.

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