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Domingo, 9 de febrero de 2003
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COMO PAGAR LA GUERRA ECHANDOLE LA CULPA A OTRO

El hombre de las nieves

¿Quién pagará por la guerra que viene? En esta nota, lo que oculta el presupuesto presentado esta semana –por buenas razones–.

Por Claudio Uriarte
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George W. Bush presentando al público esta semana a John Snow, el flamante secretario del Tesoro de Estados Unidos.
George W. Bush está a punto de convertirse en el primer presidente norteamericano de la historia que lanza una guerra y baja los impuestos al mismo tiempo. El presupuesto que presentó esta semana ante el Congreso parece una mezcla entre un contrasentido y una trampa. Duplica el déficit a 300.000 millones de dólares por obra de otra masiva reducción de impuestos a los privilegiados, al tiempo que deja pudorosamente fuera de su capítulo militar los costos de una guerra que ya está en marcha, a través de una movilización de fuerzas que no es gratuita. El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres estimó el viernes que el costo inmediato de una guerra para Estados Unidos será de 33.000 millones de dólares, casi un 10 por ciento del presupuesto anual del Pentágono, y que el costo de la reconstrucción sería varias veces esa suma. Y eso si todo va bien. De modo que Bush va a tener que decidir en algún momento si sube los impuestos o recorta el gasto social. No hay duda de qué va a elegir, pero el perverso modo en que funcionan las finanzas en EE.UU. le permitirá escapar a las consecuencias políticas, que correrán por cuenta de los Estados y las ciudades. Veamos cómo.
Salvo Vermont, todos los Estados norteamericanos están obligados a equilibrar su presupuesto cada año. Si bajan los aportes federales –como ocurrirá–, tienen que subir impuestos o hacer cortes. La mayor parte de los gastos estaduales va a educación, salud y prisiones. El gasto de los Estados deberá caer el año próximo en unos 60.000 millones de dólares, y esos rubros donde se harán los cortes. Esta es la infraestructura de un nuevo golpe a los sectores más pobres. En el Estado de Washington, que enfrenta un déficit de unos 2400 millones de dólares en los próximos dos años, por ejemplo, la cantidad de alumnos por clase está aumentando y 60.000 trabajadores pobres están siendo excluidos del seguro de salud, mientras las autoridades se ven obligadas a liberar a 1200 presidiarios y a suspender la supervisión de personas en libertad bajo fianza, o de libertad a prueba. En Oregon, donde los votantes rechazaron un aumento del impuesto a las ganancias, también hay cortes en la ayuda médica a los pobres, y en el tamaño de la fuerza pública. En Florida, Kentucky y Ohio están subiendo los aranceles universitarios. Y los salarios de los trabajadores públicos están siendo congelados en muchos Estados.
Después de presentar su presupuesto, Bush mostró esta semana a su flamante secretario del Tesoro, John Snow. El significado de su apellido, “Nieve”, es justicia poética para lo que trae, porque el costo de la guerra y la bancarrota de los Estados sólo pueden profundizar el invierno económico que viene.

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