Domingo, 1 de junio de 2003
COMO ES LA REUNION CUMBRE QUE NO DECIDIRA NADA
El G-8 no es lo que era

Una representación escasamente respetuosa traduce un G-8 integrado solamente por máscaras y caricaturas gigantes.
Por Claudio Uriarte
Aparte del decisivo envión que va a representar para la industria hotelera de Evian y sus alrededores, la cumbre del G-8 que comienza hoy en esa localidad francesa podrÃa suspenderse indefinidamente, sin consecuencia alguna para la economÃa internacional. O con una consecuencia positiva: que los gobiernos intervinientes y sus respectivas burocracias se verÃan forzados a un saludable ahorro de dinero en términos de transportes, alojamiento, comidas, logÃstica y despliegue de fuerzas de seguridad. En realidad, los únicos que creen que el G-8 decide algo son los movimientos antiglobalización, que ven al grupo en un mismo continuo de sentido que el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, como si integraran un gobierno mundial. La amarga verdad es otra: no existe un gobierno mundial, y el resultado es un caos donde los que más pierden son los que menos temen.
Este año, sin embargo, la cumbre se realiza con el transfondo de campanillados de alarma en todas partes: Alemania entró en recesión, Estados Unidos está al borde de la deflación y Japón se arrastra por tasas de crecimiento mÃnimas. Europeos y japoneses están alarmados por la caÃda del dólar, que hace menos competitivas a sus economÃas; también temen que, para financiar un déficit sin precedentes, y que sigue creciendo, Estados Unidos vuelva a convertirse en la aspiradora de recursos de gran parte de los años ‘80, desalentando la inversión en casa. Del otro lado del Atlántico, los norteamericanos contemplan que la revalorización del euro no se traduce todavÃa en un fuerte aumento de las importaciones que pueda sacar de su sopor a la economÃa estadounidense, y culpan por eso a las rÃgidas estructuras laborales del estado del bienestar social europeo. La polÃtica no es un consuelo: nada indica que George W. Bush vaya a dar marcha atrás en la reducción de impuestos para ricos que ya logró, y en Europa las mayorÃas parlamentarias se agrietan.
El G-8 nació como una reunión informal de jefes de Estado occidentales, quienes luego dejaron que entrara Rusia (para masajear su ego) y ahora se habla de que podrÃan entrar Brasil o India. Es decir, todos son bienvenidos. Y cuanto más miembros tiene el club, menos es lo que puede decidir.
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