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Domingo, 7 de noviembre de 2004
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PRESIONES QUE CAMBIARON EL PROYECTO SOBRE BIOCOMBUSTIBLES

Los lobbies se movieron en el Congreso

Por Susana Díaz
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En la Cámara de Diputados existía un viejo proyecto sobre biocombustibles presentado en su momento por el diputado chaqueño Héctor Romero. Sus objetivos eran promover el uso de combustibles renovables y menos contaminantes. El camino: volver obligatorio el corte de naftas con un 5 por ciento de etanol, derivado del almidón de maíz o de la caña de azúcar, y también del gasoil con un 5 por ciento de biodiésel, derivado de las oleaginosas. Adicionalmente el proyecto proponía una serie de ventajas impositivas para quienes inviertan en la producción de estos combustibles. Una planta de etanol, por ejemplo, insume una inversión aproximada de 40 millones de dólares. Luego de contar con el apoyo tanto de la Secretaría de Agricultura y de la Comisión de Agricultura de la Cámara, un reciente dictamen de la Comisión de Energía introdujo al proyecto una serie de variaciones que lo desvirtúan: se eliminó la obligatoriedad del corte de las naftas con etanol, se redujo el corte del gasoil al 3 por ciento, con lo que la producción del biodiésel puede volverse económicamente inviable, y se eliminaron gran parte de los beneficios impositivos. Entre otros, la posibilidad de reinvertir Ganancias en el desarrollo de las plantas productoras.
¿Por qué el proyecto es frenado en el Congreso? Las razones posibles son en principio dos: los biocombustibles no son tan buenos como parecen o bien, el proyecto interfiere con algunos lobbies poderosos. El análisis de esas dos cuestiones permite una aproximación a la respuesta.
¿Cuáles son las ventajas de los biocombustibles en la Argentina?
El primer punto son las condiciones económicas favorables para su producción. El país es uno de los líderes mundiales en la producción de aceites vegetales y está en condiciones de continuar expandiendo este sector. Como el 95 por ciento de los aceites se exportan, el desarrollo del biodiésel, que utiliza estos aceites como insumos, permitiría un mayor valor agregado local y la creación de nuevos puestos de trabajo. Cabe destacar que los vehículos diésel podrían funcionar sin mayores modificaciones con un combustible biológico ciento por ciento.
En el caso del etanol para las naftas, que puede derivarse del almidón de maíz y de la caña de azúcar, permitiría contrarrestar el monocultivo sojero. Una planta con capacidad para procesar 40 millones de litros, por ejemplo, absorbe la producción de 25 mil hectáreas de maíz. Otro dato es que mientras los precios del petróleo tienden a subir, los precios de las commodities agropecuarias tienden a bajar. El país podría contrarrestar esta desventaja estructural y convertirse en un líder temprano en la producción de combustibles renovables versus los fósiles no renovables. Una segunda ventaja es la ecológica. Los combustibles biológicos son menos contaminantes, pero el beneficio económico de contaminar menos (externalidad positiva) resulta menos mensurable en el corto plazo.
¿Cuáles serían los sectores afectados por el desarrollo de los biocombustibles?
Obviamente la industria petrolera, que ve peligrar el 5 por ciento del mercado interno. En este punto cabe recordar que la Argentina importa gasoil y también que no es casual que el bochazo de Diputados haya sido en la Comisión de Energía. Luego le sigue la industria del GNC, que ve en el etanol un competidor y, por último, menos esperable, la industria azucarera. En este último caso porque la utilización de la caña de azúcar en la producción de alcohol haría peligrar la salvaguarda extraordinaria del 20 por ciento en las importaciones de azúcar de cualquier origen que se fundamentan, precisamente, en la promoción que recibe la producción sucroalcoholera de Brasil. Estos datos explicarían los votos de algunos diputados.

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