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Domingo, 10 de abril de 2005
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COMO DISCIPLINAR LOS PRECIOS DE LACTEOS, CARNES Y ACEITES

Por consenso o por coacción

Por Susana Díaz
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Lácteos, carnes, cereales, precios. Como introducción, una pequeña síntesis: durante el 2004 las exportaciones de productos lácteos, lideradas por leche en polvo y quesos, crecieron un 61 por ciento en volumen y un 84 por ciento en dólares. En el primer bimestre de 2005, las ventas al exterior se aceleraron: 77 por ciento en volumen y 98 por ciento en dólares. En el primer trimestre del año, los consumidores locales debieron pagar por algunos productos hasta un 17,3 por ciento más.

¿Qué pasó con las carnes? Gracias a la vaca loca en Estados Unidos y Canadá, estos potentes oferentes mundiales quedaron afuera del mercado, con lo que la oferta global se redujo un 18 por ciento en 2004 disparando el alza de precios. Los 1300 dólares promedio que recibieron por tonelada los exportadores argentinos el año pasado, podrían pasar a 1600 en 2005. Aunque el consumo interno representa todavía más del 80 por ciento de la producción, la posibilidad de vender afuera a mayor precio se tradujo en los impresionantes aumentos del primer trimestre que, según el Indec, en algunos cortes llegaron al público con un incremento de hasta el 13,5 por ciento.

En aceites, los datos macro son contundentes, pues se espera que sean la clave de la expansión de los 11.000 millones de dólares que en 2004 exportó el sector de oleaginosas (36 por ciento de las exportaciones totales). El dato es, otra vez, los buenos precios internacionales. El Gobierno aspira a que, por tres meses, los productores de aceite mantengan sus precios congelados.

En todos los rubros las mejores perspectivas externas se conjugaron con un consistente dato interno. La fuerte recuperación económica se tradujo en un aumento de la demanda. En los bienes considerados, la recuperación de la demanda fue más que proporcional al crecimiento, no solo por el reestablecimiento de la oferta (producción) sino porque el consumo de muchos de estos productos había caído fuertemente con la crisis.

Aunque los mercados con información perfecta no existen, no hay duda que los de commodities son los que más se aproximan a esa figura ideal. Aquí el punto es que no solo la teoría sino también la historia económica enseñan que no pueden coexistir por mucho tiempo dos precios para un mismo producto, uno para el mercado externo y otro para el interno. Desde el sector público las alternativas de política no son muchas. Esencialmente existen dos caminos, el consenso o la coacción.

La primera vía consiste en convencer a los exportadores de que acepten ceder en el mercado interno parte de la rentabilidad que obtienen vendiendo en el exterior: su materialización son los acuerdos de precios. Este fue hasta ahora el camino elegido en carnes, lácteos y aceites. Su virtud es, precisamente, el consenso. Su limitación reside en que, por la propia dinámica de los mercados, los acuerdos están condenados a la transitoriedad.

La segunda vía son las retenciones a las exportaciones, mucho más costosas para el sector privado, pues la porción retenida no se pierde únicamente en el mercado interno sino en todos. La externa por el impuesto, la interna por la misma ley que decía que no podían coexistir dos precios para un mismo producto. De esta manera el precio interno queda mochado por el porcentaje retenido.

En la actual coyuntura, esta segunda opción puede obrar también como un buen instrumento para ayudar a la primera. La compleja experiencia concluida esta semana en el mercado de hidrocarburos presenta un buen ejemplo.

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