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Sábado, 24 de diciembre de 2005
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INVESTIGACION DE DEFENSA DE LA COMPETENCIA AL MERCADO DE LINIERS SA

Manipulación de precios y poca transparencia

Por Susana Díaz
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Luego de la intervención del Gobierno en la cadena cárnica, el Indice Novillo del Mercado de Liniers bajó alrededor del 10 por ciento respecto del pico de 2,64 pesos por kilo alcanzado el 5 de diciembre pasado. El promedio de la semana estuvo por debajo de los 2,40, con un piso de 2,32 el martes. Para encontrar valores semejantes es necesario retrotraerse a octubre. En consecuencia, si los mercados funcionan como declaran públicamente sus actores ello significa que la carne debería bajar en las carnicerías.

También esta semana, la Comisión de Defensa de la Competencia citó a una veintena de consignatarios del Mercado de Liniers SA, la firma que administra las instalaciones del ex Mercado Nacional de Hacienda desde junio de 1992. El llamado no significa que el Gobierno esté generando nuevas medidas, sólo refleja la prosecución de las acciones iniciadas a principios de noviembre con una denuncia del secretario de Agricultura, Miguel Campos. Los funcionarios de Defensa de la Competencia también recorrieron las instalaciones del Mercado, donde los consignatarios se esforzaron en mostrar que no existen grandes operadores, sino “una gran atomización”. Allí escucharon que el operador más grande apenas concentra el 7 por ciento de las transacciones y que por Liniers pasa sólo el 17 por ciento de las ventas totales de hacienda, ya que alrededor del 50 por ciento de las transacciones se realizan directamente en los campos y el resto pasa por la consignación directa y las ferias del interior.

Fuentes de la Comisión dijeron a Cash que la investigación se inició a partir de que se detectara que, en ciertos períodos, el Indice Novillo aumentaba junto con la oferta de animales, una relación contraria a la ley básica de la oferta y la demanda. Estas evoluciones, que pueden apreciarse en www.mercadodeliniers.com, son las que motivaron las sospechas de Agricultura sobre la posibilidad de acuerdos o manipulaciones de precios de la hacienda, más cuando Mercado de Liniers SA es quien publica los precios y estimaciones económicas por las que se rige el mercado. Siempre según las fuentes, un pequeño grupo de consignatarios, a la vez los principales accionistas de Mercado de Liniers SA, manejan el 40 por ciento de las operaciones.

Un capítulo aparte son las conductas comerciales poco transparentes. La más tradicional es la que en la jerga se conoce como “venta particular”, “venta directa” o “venta de oído” dentro del mismo Mercado. Estas ventas se concertan entre el comprador y el consignatario en forma privada antes de producirse la subasta, lo que no evita que de todas maneras se lleve adelante un simulacro de remate público a viva voz. La gravedad de este mecanismo reside en que el precio artificialmente fijado se convierte en el precio de referencia de los remates siguientes.

Otra práctica “distorsiva” es la publicación como precio de referencia de operaciones que en realidad fueron pactadas con plazos de pago a 30, 60 o 90 días sin aclarar estas condiciones.

Según la denuncia que investiga la Comisión de Defensa de la Competencia, otra conducta que atenta contra la transparencia consiste en iniciar los remates de un determinado lote con un precio determinado, por ejemplo 2,40, y suspenderlo si no hay ofertas a dicho precio, lo que impide su baja. Ello no evita que dichos lotes sean vendidos al final de la jornada.

También resulta común que los consignatarios sepan con exactitud con varios días de anticipación cuántas cabezas de ganado ingresarán cada día. Esta información, que surge de las tratativas entre quienes envían la hacienda y sus consignatarios, cuando es utilizada globalmente se convierte en una herramienta útil para manipular los ingresos de hacienda y las expectativas de precios.

En el Ministerio de Economía creen que las bajas de precios de las últimas semanas respondieron también al temor de los consignatarios de que no se firme el decreto que les permitiría seguir utilizando el predio de Liniers en el que funciona el Mercado, una “herramienta” a la que el gobierno planea dar el mismo uso que la amenaza de subas de retenciones en el caso de los frigoríficos.

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