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Domingo, 29 de enero de 2006
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Produccion estancada y exportaciones en alza: menor consumo interno

Un bocado difícil de digerir

Por Susana Díaz
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La cadena cárnica argumenta que la razón de los aumentos de los precios minoristas en un extraordinario 21,3 por ciento el último año (según el IPC-Indec) debe buscarse en la mayor demanda interna. En el mismo período los precios recibidos en el mercado internacional aumentaron apenas el 3 por ciento. Y ello a pesar de la existencia de razones poderosas para que suban, como la vaca loca en América del Norte y la aftosa en Brasil. Sin embargo, contrario sensu de lo que podría afirmarse en base sólo a estos datos, la oferta aumentó más para el mercado externo que para el interno.

Si se toman los datos del Intercambio Comercial Argentino (ICA-Indec) para los primeros 11 meses del año, las exportaciones aumentaron en cantidades el 30 por ciento, mientras que en valor lo hicieron el 34 por ciento. Vale recordar que las ventas al exterior representaron en 2005 cerca de un cuarto de la producción total. Los números reseñados por la propia industria frigorífica grafican más en detalle esta situación. De acuerdo con el último informe de Ciccra, una de las 5 cámaras que agrupan a la industria, en el período enero-noviembre de 2005 la faena total fue de 13,1 millón de cabezas, lo que significó un leve aumento del 0,4 por ciento en relación con el año anterior. Lo bueno es que las vacas engordaron. El peso promedio de faena aumentó (retención de vientres) y, en consecuencia, la producción total de los frigoríficos creció un 3,7 por ciento. En concreto, la producción fue de 2,844 millones de toneladas (de res con hueso), 102.665 toneladas más que en igual período de 2004. Las exportaciones, en tanto, alcanzaron un nivel record para los últimos 36 años. De acuerdo con las cifras del Senasa, siempre para los primeros 11 meses del año, se vendieron al exterior 708.758 toneladas, por las que se facturaron 1184 millones de dólares fob. Esto da un aumento contra igual período de 2004 del 31 por ciento en cantidades y de 39,4 en valor. Según estos datos, el precio promedio por tonelada se habría incrementado el 6,4 por ciento, aunque los 1670 dólares por tonelada obtenidos estarían todavía un 12,8 por ciento por debajo del promedio recibido en la década pasada.

La primera conclusión que se obtiene de este conjunto desparejo de cifras es que mientras la producción de carne aumentó algo más de 100 mil toneladas, las exportaciones crecieron cerca de 170 mil toneladas. En otras palabras, a pesar de que el conjunto de la población destinó más recursos al consumo de carne, gracias a la mejora de ingresos que para muchos sectores provocó el crecimiento de la economía, la cantidad total consumida internamente cayó en 70 mil toneladas. Los argentinos gastaron más dinero en carne, pero comieron menos.

La segunda conclusión es de carácter macroeconómico: Un modelo que incentiva las exportaciones por la vía del tipo de cambio entra en contradicción con el objetivo amplio de una redistribución positiva del ingreso si los bienes exportados son los llamados “bienes salario”, aquellos que entran en la canasta de consumo de la mayoría de la población. El problema se agrava cuando: 1) La oferta de estos bienes es limitada en un contexto en el que también aumenta la demanda externa. 2) El potencial aumento de la oferta, como es el caso de la carne, tiene una restricción biológica.

La tercera conclusión es que, en el actual contexto, la solución del problema demanda una decisión política. La conducción económica debe optar entre dejar que “las fuerzas del mercado” sigan su curso o bien privilegiar el consumo interno. La primera alternativa supone que, dada la rentabilidad obtenida en el mercado externo a pesar del actual nivel de retenciones, los precios internos seguirán subiendo. Como fue reseñado, la producción no está en condiciones de cubrir en el corto y mediano plazo el aumento global de la demanda. La segunda opción significa desalentar las exportaciones, por ejemplo, profundizando la diferenciación cambiaria, es decir, aumentando las retenciones hasta que la rentabilidad conseguida afuera iguale a la obtenida internamente a los precios actuales.

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