La amenaza de la suba en el precio del pan puso la atenci贸n en los productores trigueros. No fueron pocas las voces que en la 煤ltima semana justificaron los posibles aumentos en el producto final en la suba del precio internacional del cereal, suba que invariablemente impactar铆a en la inflaci贸n de este mes. Los productores primarios rechazaron la afirmaci贸n. Un estudio de la Sociedad Rural Argentina, con el que coinciden las restantes entidades del agro, sostiene que la incidencia del valor del trigo en la composici贸n del costo del pan se estabiliz贸 en los 煤ltimos dos a帽os en torno del 15 por ciento. Ello fue luego de alcanzar un pico post- devaluaci贸n del 28 por ciento, porcentaje que fue bajando lentamente a partir de 2003. Si las cifras son correctas, ello significar铆a que las variaciones de los precios internacionales, que muestran una indudable tendencia alcista, s贸lo deber铆an afectar marginalmente los precios del pan.
La mirada entonces debe trasladarse al mercado interno. Si se sigue escuchando a los empresarios del campo, los precios recibidos est谩n por debajo de los internacionales, un efecto 鈥渁utom谩tico鈥 en un contexto de existencia de retenciones a las exportaciones. Desde Coninagro dijeron a Cash que el precio que recibe el productor primario no s贸lo se encuentra en un promedio de casi 30 d贸lares la tonelada por debajo del valor internacional, sino que adem谩s el valor recibido de la industria molinera tampoco experiment贸 los ajustes del mercado internacional. Los panaderos, en tanto, sostienen que a ellos les cobran m谩s cara la harina. Aqu铆 las 鈥渃ulpas鈥 podr铆an trasladarse a la pol铆tica econ贸mica. Dos medidas recientes podr铆an confirmar las sospechas.
La primera es la unificaci贸n del IVA en toda la cadena del pan al 10,5 por ciento. Ello significa que cuando el molinero le vende al panadero ya no le cobra el 21 por ciento de IVA, sino el 10,5. El panadero paga la mitad de IVA, pero a su vez debe cobrar 10,5 de IVA al pan. Se argument贸 que para el panadero ser铆a todo ganancia, porque antes el pan estaba exento, pero deb铆a absorber el 21 por ciento en su insumo principal, que, a juicio de las entidades del campo, representa s贸lo el 15 por ciento de sus costos. Parece complicado. No lo es tanto, pero resulta extra帽o para el sentido com煤n econ贸mico que un producto final que tiene un nuevo impuesto 鈥10,5 por ciento de IVA鈥 no aumente, por m谩s que bajen los tributos por un insumo. Esta apreciaci贸n no significa juzgar la correcci贸n o no de la medida, muy probablemente necesaria.
La segunda medida tambi茅n tuvo efectos autom谩ticos. La complejidad fiscal no s贸lo va en contra de los principios tributarios, sino que genera efectos secundarios. Hasta hace poco las retenciones a las exportaciones de harina eran del 20 por ciento, pero a alg煤n funcionario se le hab铆a ocurrido que si las ventas eran con 鈥渁ditivos鈥, las retenciones bajaban al 5 por ciento. Consecuencia: aumento exponencial de las exportaciones con aditivos. La reacci贸n l贸gica de Econom铆a, algo tard铆a, fue unificar las retenciones en 10 por ciento. Pero el efecto global fue similar al esperable con una baja de retenciones, esto es: mayores precios internos.
Para la cadena triguera, al igual que para toda la agroindustria, el gran desaf铆o en materia de Gobierno sigue siendo c贸mo se distribuyen las superganancias de las exportaciones y como se compatibilizan estos ingresos con el control de los precios internos. El argumento de la escasez del producto tiene poco asidero. De acuerdo con fuentes de la Secretar铆a de Agricultura y de la dirigencia agropecuaria, este a帽o quedar谩 un stock de 1,5 mill贸n de toneladas de trigo que se sumar谩n a una previsi贸n de campa帽a de alrededor de 13,5 millones: 15 millones de toneladas frente a un consumo interno de alrededor de 6 millones. Seg煤n asegur贸 a Cash un importante funcionario de la cartera agropecuaria, el plan es impulsar una pol铆tica para subsidiar los precios que reciben los productores a la vez que mantener el control de los precios internos. Existen en estudio dos caminos. El primero es crear un impuesto espec铆fico a la exportaci贸n para crear un fondo destinado a subsidiar al molinero con el doble fin de que 茅ste pague buenos precios al productor sin aumentar el valor de la harina en el mercado interno. El riesgo de este camino es que la plata se la quede el molinero. La segunda opci贸n consiste en que por cada tonelada de trigo vendida al exterior, el exportador quede obligado a vender 400 kilos en el mercado interno a un precio que no supere los 360 pesos la tonelada. No parece haber muchas dudas sobre cu谩l es la medida m谩s eficiente. Tampoco sobre cu谩l generar谩 las mayores resistencias.
Claudio Scaletta
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