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Domingo, 1 de diciembre de 2002
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PUJA EN EL INTERIOR DEL COMPLEJO LECHERO

Desarticulación productiva

Por Susana Díaz

Al igual que para el conjunto de los sectores vinculados al mercado externo, la industria láctea mejoró sus resultados como consecuencia de la devaluación. Sin embargo, la puja intersectorial en el interior del complejo lechero, esto es, la distribución del excedente generado entre tambos e industria, generó una situación de desarticulación productiva. La relación entre tamberos e industriales lecheros representa un ejemplo clásico de mercado imperfecto, de oligopsonio. Mientras existen muchos oferentes de la materia prima, los compradores son pocos. La consecuencia fue que el precio fijado por la industria en los últimos años bajó la rentabilidad de los productores a niveles mínimos, situación que no alteró la devaluación y a la que se suma la continuidad de la recesión. El resultado previsible fue la reducción de la oferta de leche cruda.
Especialistas del sector consultados por Cash advirtieron que la contracara del actual optimismo de la industria será la potencial falta de materia prima cuando se salga de la recesión. Mientras en lo que va del año continuaron desapareciendo tambos, con su consiguiente impacto social, las industrias trabajaron con una considerable capacidad ociosa. En términos económicos, los tambos en funcionamiento no tienen capacidad productiva para satisfacer un potencial aumento de la demanda interna, lo que podría provocar la necesidad de importar la materia prima restándole competitividad al complejo.
En la reciente reunión del Comité Federal de Lechería realizada en Paraná, donde se planteó el problema de la desarticulación, los representantes de las provincias se concentraron en la demanda de medidas fiscales. Entre ellas, la suspensión de las retenciones del IVA, la derogación de los derechos de exportación y la creación de un fideicomiso, por parte del BICE y el Banco Nación, para lanzar una refinanciación de pasivos sectoriales. Aunque la última de estas medidas puede servir de circunstancial paliativo para los tamberos, se trata en realidad de las tradicionales demandas de la industria. Cuesta comprender en qué se beneficia el tambero si se eliminan las retenciones. Es claro que la porción que dejaría de pagar el exportador no se transferirá al productor.
Puesto que para las usinas lácteas es indiferente comprar la leche en el mercado interno o importarla –se trata en todo caso de una cuestión de costos–, parece ser tarea del sector público decidir si prefiere para el país un complejo lechero fragmentado o integrado.

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