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Domingo, 15 de abril de 2012
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Soberbia residual

Por Claudio Scaletta
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Al kirchnerismo nunca le gust贸 que le marquen la agenda. Mucho menos que le adelanten las primicias. Si se rememora lo sucedido con sus principales hitos de gobierno e informativos, como el pago al FMI, el fin de las AFJP o, m谩s cerca, la elecci贸n del vicepresidente, queda claro cu谩l es el manejo interno de la informaci贸n. Por eso, lo sucedido esta semana con YPF estuvo fuera de su manual de estilo. El 鈥渁delanto鈥 a la prensa del gobernador neuquino Jorge Sapag del pasado martes, cuando desliz贸 el ingreso del Estado a la actual Repsol YPF, cay贸 como un balde de agua fr铆a entre los funcionarios nacionales. Con sus dichos, Sapag blanque贸 una de las hip贸tesis que, se sab铆a, manejaba el Gobierno para tomar el control de la petrolera espa帽ola. La sorpresa fue que la noticia la adelant贸 un gobernador que, seg煤n dicen quienes manejan la estrategia nacional, se encuentra entre los m谩s d铆scolos frente a la decisi贸n de recuperar YPF.

Sapag hab铆a dado antes otro paso solitario: le quit贸 la concesi贸n a una tercera empresa, Petrobras, para mostrar que la cosa no era s贸lo con YPF. Sin embargo, la situaci贸n de la petrolera espa帽ola no es comparable con la del resto de las empresas. Y no s贸lo porque se trata de la principal firma del sector, sino porque es la que proporcionalmente menos invirti贸 y la que registra una mayor ca铆da de sus reservas comprobadas. Entre 2002 y 2009, las reservas de gas de Argentina cayeron el 42 por ciento en volumen, pero las de YPF lo hicieron el 68. La YPF argentina fue comprada por Repsol en base a endeudamiento, lo que determin贸 la maximizaci贸n extractiva en un marco de desinversi贸n.

Cabe preguntarse, entonces, por qu茅 el mandatario neuquino resiste el avance del Estado nacional para conformar una nueva empresa en la que las provincias tendr谩n una participaci贸n proporcional. Un dato no del todo conocido por quienes est谩n fuera del sector petrolero es que, siguiendo la reforma constitucional de 1994, reglamentada por N茅stor Kirchner en 2006 a trav茅s de la llamada Ley Corta (N潞 26.167), el dominio del subsuelo se transfiri贸 a las provincias. La reforma transform贸 a un negociador 煤nico, la Naci贸n, en una pluralidad, las provincias, lo que debilit贸 el poder de negociaci贸n del sector p煤blico frente a empresas con una gigantesca capacidad de lobby. Por ello a partir de 2006 se asisti贸 a un continuo de renegociaciones de 谩reas petroleras con resultados muy dispares en las distintas provincias en funci贸n de las diferentes capacidades de negociaci贸n.

La revitalizaci贸n de la Organizaci贸n Federal de las provincias productoras de hidrocarburos (Ofephi), impulsada por CFK, apunt贸 al doble objetivo de asumir la nueva legalidad post Ley Corta y de aglutinar el poder de negociaci贸n estatal. Desde que P谩gina/12 adelant贸 en exclusiva la voluntad del Estado de ingresar total o parcialmente a YPF se pudo observar a una Ofephi coordinada avanzando progresivamente en la reversi贸n de 谩reas subinvertidas de la petrolera espa帽ola, decisiones que, con otras relaciones de poder, las provincias jam谩s habr铆an tomando por s铆 solas.

Hoy existe una mayor铆a que supera holgadamente al 54 por ciento de los votantes que apoyaron al Gobierno, ansiosa por ver el final de una de las privatizaciones m谩s oprobiosas de la d茅cada del 鈥90, una medida que el kirchnerismo no ten铆a en su agenda original y un rubro en el que, adem谩s, ensay贸 una variante fracasada: el ingreso de la 鈥渂urgues铆a nacional鈥 de la mano del grupo Eskenazi. Como se sabe, peor que el error es persistir en 茅l. La no noticia de esta semana, seguramente lo ser谩 en las pr贸ximas, aun en un marco de presiones y estertores residuales de la soberbia espa帽ola y sus aliados europeos.

Am茅n de las expectativas creadas en esta mayor铆a, que hacen dif铆cil imaginar una vuelta atr谩s, los datos econ贸micos admiten pocas alternativas. La matriz energ茅tica local depende en un 85 por ciento de los combustibles f贸siles, pero la extracci贸n (鈥減roducci贸n鈥) de petr贸leo comenz贸 a caer en 1998 y la de gas en 2004. Desde 2003, en tanto, la econom铆a nunca dej贸 de crecer. Si dos curvas tienen pendiente de distinto signo a lo largo del tiempo, se genera entre ambas una brecha cuyo crecimiento puede ser exponencial. 2011, con importaciones de combustibles cercanas a los 10.000 millones de d贸lares, marc贸 un l铆mite. La brecha ser谩 dif铆cil de revertir en el mediano plazo por tres razones principales: el PIB probablemente crezca m谩s despacio, pero seguir谩 una evoluci贸n positiva, los precios internacionales de los hidrocarburos tambi茅n seguir谩n una tendencia alcista y la sustituci贸n de importaciones energ茅ticas ser谩, en el mejor de los casos, un proceso lento que demandar谩 ingentes inversiones de larga maduraci贸n. En los pr贸ximos a帽os, las importaciones de Combustibles y Energ铆a se contar谩n entre los rubros m谩s molestos de las cuentas p煤blicas. Otro punto interno no tocado, el downstream (la capacidad de refinaci贸n local), tambi茅n se encuentra al l铆mite al menos desde 2005.

Quienes defienden la continuidad del statu quo sostienen que se lleg贸 a la situaci贸n actual por culpa de pol铆ticas de precios regulados que no incentivaron las inversiones. Creen que si los precios hubiesen sido los 鈥渄e mercado鈥, las mayores inversiones habr铆an evitado la p茅rdida del autoabastecimiento. La argumentaci贸n es rebatida por la historia reciente. Fueron muchos los a帽os en que rigieron precios internacionales, apertura y completa liberalizaci贸n y el 煤nico balance fue la potenciaci贸n de la extracci贸n y las exportaciones sin la concomitante reposici贸n de reservas. Tambi茅n argumentan, descontextualizando, que la propiedad estatal no garantiza las inversiones, argumento que tambi茅n es puesto en duda por la historia: el grueso de las reservas explotadas en la post privatizaci贸n fueron incorporadas por la YPF estatal. La experiencia muestra que la intervenci贸n p煤blica es central si el objetivo es el desarrollo y no la predaci贸n de recursos no renovables.

Sigue pendiente la raz贸n de la resistencia del gobernador Sapag, en la que no hay s贸lo ideolog铆a. Trat谩ndose de una actividad extractiva como la petrolera, el 茅xito no depende s贸lo de las inversiones, sino de la existencia de los recursos. Neuqu茅n se asienta sobre las formaciones geol贸gicas Los Molles y Vaca Muerta, dos 谩reas de la Cuenca Neuquina que albergan una de las reservas de recursos 鈥渘o convencionales鈥 m谩s grandes del mundo, dato que surge tanto de estudios de la ex YPF estatal y la propia provincia en a帽os recientes, como del Departamento de Energ铆a estadounidense. Estas formaciones contienen recursos que podr铆an transformarse en reservas para los pr贸ximos 50 a帽os, pero por su car谩cter no convencional: gas y petr贸leo de arenas compactas y rocas arcillosas que demandan un reticulado de pozos donde antes bastaba uno solo, m谩s fisuras hidr谩ulicas del subsuelo para que drenen los fluidos, tambi茅n demandan inversiones mucho m谩s importantes. El convencimiento de Sapag es que el Estado nacional por s铆 solo no puede hacer frente a las inversiones necesarias.

El panorama presente deja unas pocas conclusiones. Revertir el modelo de los 鈥90 requiere cambios m谩s radicales que los ensayados en la 煤ltima d茅cada. Una acci贸n m谩s decidida del Estado es indispensable y cuenta, adem谩s, con un elevad铆simo consenso pol铆tico interno. Por 煤ltimo, la sola presencia del Estado no garantiza por s铆 sola la reversi贸n en el corto plazo de la brecha energ茅tica externa

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