Cuando se dice que la causa principal de la inflaci贸n es la puja distributiva, se hace referencia a que la suba de salarios se traslada a precios, a que es un problema de estructura de costos. Ello no quiere decir que no deben aumentarse salarios o, bien, que no existan formas de mejorarlos sin provocar un descalabro inflacionario. En todo caso, es una cuesti贸n de ritmos. No obstante, es necesario separar los momentos anal铆ticos. Una cosa es dar cuenta de un fen贸meno econ贸mico y otra abordar las pol铆ticas redistributivas. El punto de s铆ntesis es que s贸lo el diagn贸stico correcto del fen贸meno permitir谩 brindar la respuesta correcta.
El tema de la puja distributiva ya fue tratado en este espacio y no se insistir谩 en 茅l. Importan algunas ideas derivadas de este razonamiento, que gozan de correcci贸n pol铆tica y aceptaci贸n entre algunos economistas cercanos al Gobierno, pero que son err贸neas. Si la inflaci贸n es por puja distributiva, sostienen, significa tambi茅n que alguien remarca los precios: los empresarios. Con ello ya se tiene un malo: el empresario remarcador. Puede agregarse otra cualidad negativa. El actor central de los mercados concentrados: el empresario oligop贸lico. Con 茅l aparece un estadio superior de maldad: el malo entre los malos. Podr铆a sumarse una categor铆a aun peor, el empresario oligop贸lico que no invierte, pero significar铆a apartarse del punto central.
El tema de los mayores precios en mercados oligop贸licos fue muy estudiado por la ortodoxia, siempre concentrada en el momento de la circulaci贸n. Se trata de una de esas imperfecciones de mercado que tanto la obsesionan. La conclusi贸n conocida, sencilla y verdadera, es que en mercados oligop贸licos los precios son m谩s altos. Sin embargo, un precio m谩s alto que el existente bajo el supuesto de competencia perfecta s贸lo explica la renta oligop贸lica. Puede explicar alg煤n aumento instant谩neo, pero nada dice sobre los aumentos de precios constantes en per铆odos m谩s largos, es decir sobre la inflaci贸n. Es claro que un actor con poder de mercado, como el empresario monopolista, tiene m谩s capacidad instant谩nea para aumentar precios. Lo que no est谩 demostrado es que esa capacidad d茅 lugar a un proceso de 鈥渋nflaci贸n oligop贸lica鈥.
El problema, que puede resultar abstruso para los no economistas, se observa mucho mejor si se le pone n煤meros. Si es cierto que los malos entre los malos, por su poder de mercado, se estar铆an beneficiando del actual proceso inflacionario, a la vez que gener谩ndolo; es decir, si existiese una cosa tal como la 鈥渋nflaci贸n oligop贸lica鈥, sus m谩rgenes de ganancia deber铆an estar aumentando contante o consistentemente. La tarea de obtener estos n煤meros exige muchas estimaciones, empezando por los precios y siguiendo por los costos. El 煤ltimo informe de Estudio Bein presenta una serie de indicadores aproximados (鈥減roxi鈥) de los 鈥渕谩rgenes unitarios鈥 de la industria para los 煤ltimos diez a帽os, los que fueron calculados sobre 鈥渓a trayectoria que surge del relevamiento de precios minoristas del Estudio y una estructura de costos promedio estimada鈥. Su resultado puede ser sorprendente para quienes defienden la existencia de una inflaci贸n oligop贸lica. Lo que se observa es un crecimiento de los m谩rgenes en 2003, una ca铆da constante hasta 2007, luego una leve recuperaci贸n, con altibajos, hasta 2010 y una ca铆a posterior hasta 2012, precisamente en a帽os de alta inflaci贸n. La ca铆da punta a punta, entre 2002 y 2012, fue de alrededor del diez por ciento. La conclusi贸n es que no fueron los malos los causantes de la inflaci贸n, sino que 茅stos perdieron en la puja distributiva; aunque no todos hayan perdido por igual.
Esto puede compararse con lo sucedido con los salarios. Tambi茅n de acuerdo con c谩lculos de Estudio Bein, tomando a diciembre de 2001 como base cien, en 2012 los salarios del sector privado registrado se encontraban en 141,5, los del sector privado informal en 123, lo que habla de qui茅nes fueron los ganadores del modelo. Sin embargo, los salarios del sector p煤blico se encuentran en 68; 32 puntos abajo que en el ya deteriorado 煤ltimo a帽o de la Convertibilidad.
Regresando a la 鈥渋nflaci贸n oligop贸lica鈥, la pregunta es c贸mo puede haber ocurrido que sectores con poder de mercado pierdan m谩rgenes unitarios. Una interpretaci贸n posible es que los acuerdos de precios, m谩s all谩 de sus efectos en el mediano y largo plazo, efectivamente funcionaron en el corto. La pregunta hacia adelante es si la tasa de ganancia puede seguir contray茅ndose, los salarios creciendo y el consumo expandi茅ndose.
Una lectura posible es que con menores tasas de ganancia, lo que los empresarios no obten铆an por margen lo obten铆an por cantidades, con el crecimiento del PIB. Si el crecimiento, como ocurri贸 en 2012, contin煤a moderado, la posibilidad de compensar ya no existir谩. Esto se enfrenta con la demanda de aumentos de salarios de la dirigencia sindical y de sostenimiento del consumo para sostener la demanda. Si todo esto ocurre aparece una incompatibilidad: no es posible, al mismo tiempo, estimular el consumo y moderar la inflaci贸n. M谩s si existen restricciones de divisas para aumentar importaciones.
En este contexto, la apuesta oficial se concentra en un delicado equilibrio: moderar las demandas salariales lo suficiente para contener la inflaci贸n, pero no tanto como para que se frene la econom铆a en un a帽o electoral.
Esta necesidad de concentrarse en la problem谩tica salarial descuida sin embargo otros est铆mulos pasibles que servir铆an para incentivar la demanda por fuera de las decisiones privadas: m谩s inversi贸n p煤blica, la que hoy s贸lo representa alrededor de cuatro puntos del Producto, y la recuperaci贸n de los salarios p煤blicos, muy retrasados respecto de los privados. La primera porque impacta en la demanda como cualquier otro de sus componentes, pero resulta fundamental para el desarrollo de infraestructura y para la provisi贸n de bienes extrasalariales, y la segunda porque adem谩s de no impactar en los costos privados es clave para un gobierno que reivindica la intervenci贸n del Estado y, por lo tanto, debe estimular a sus cuadros
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